EL DUEÑO Y SU CRIADO
Lc. 17, 7-10
7 Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"?
8 ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"?
9 ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"»
LA VIUDA Y EL JUEZ
Lc. 18, 2-5
2 «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
3 y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".
4 Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,
5 pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme".»
EL FARISEO Y EL PUBLICANO
Lc. 18, 10-14
10 «Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano.
11 El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
12 Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas".
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!".
14 Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».
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