Un día en Sarajevo, Mirjana esperaba la aparición de la Santísima Virgen, como cada día hacía las 18.40hs. Sin embargo, a la hora precisa, no fue María quien se le apareció, sino un apuesto joven elegantemente vestido, muy seductor.

Mirjana- Mirjana -le dijo él-, ¡no deberías seguir a la Gospa porque te ocurrirán desgracias y sufrirás mucho! Deberías, en cambio, seguirme a mi… Al oír esto Mirjana retrocedió.
- ¡No! -respondió ella-.
Entonces el joven huyó con un alarido. ¡Era Satanás!, que se había disfrazado para seducirla mejor. Pero Mirjana había notado que las pupilas de sus ojos eran rojas.
La Gospa se le apareció justo después a Mirjana y la tranquilizó, ya que estaba aterrada. Luego le dijo:
“Perdóname, Mirjana, por haber permitido esto; pero debes saber que Satanás existe. Un día se presentó ante el trono de Dios y pidió permiso para probar a la Iglesia durante un período. Dios le ha permitido probarla durante un siglo. Este siglo está bajo el poder del demonio. Pero cuando se hayan cumplido los secretos que les he transmitido, su poder será destruido. Ya ahora, comienza a perder su poder y se ha vuelto agresivo: destruye los matrimonios, causa divisiones entre los sacerdotes, suscita obsesiones, asesinatos. Deben protegerlos mediante el ayuno y la oración, sobre todo por medio de la oración comunitaria. Lleven con ustedes objetos bendecidos, coloquen objetos benditos en sus casas, vuelvan a utilizar el agua bendita”.