Ya nada es pecado.

Si ya nada es pecado, como nos lo sugiere el mundo, este mundo que cada vez más está en poder del Maligno, entonces vana fue la Encarnación del Verbo y su muerte de Cruz.

El demonio sabe muy bien que apagando en las almas y las mentes la conciencia de pecado, tiene a la humanidad en un puño, porque por el pecado vienen todas las calamidades, y el diablo bien sabe que cuando llegue al límite el pecado, el castigo vendrá sin tardarse.

Los medios de comunicación y algunos miembros de la Iglesia predican que ya nada es pecado, si no con las palabras, al menos con la manera de actuar, porque ya no levantan la voz para condenar el pecado y a este mundo de pecado.

Es tiempo de volver a tomar conciencia de la gravedad del pecado, pues es el pecado el que llevó al Hijo de Dios a morir tan cruelmente. Miremos la Cruz del Calvario y meditemos un poco lo que le hemos costado a Nuestro Señor Jesucristo, y lo que le seguimos costando, si es que continuamos pecando.

El diablo nos incita a cometer el pecado, y después quiere apagar el remordimiento de conciencia en nosotros. Sin embargo el remordimiento es un don que nos da el Espíritu Santo para que nos arrepintamos y volvamos al camino del bien, a la gracia de Dios.

La Virgen nos llama en todas sus apariciones a una conversión sincera, pero el mundo le hace cada vez menos caso, y engañado por el demonio, va caminando a grandes pasos hacia su autodestrucción.

Al menos quienes tenemos un poco de conciencia todavía, no nos dejemos encantar por los hechizos de la Serpiente infernal, y tratemos siempre de evitar el pecado y tronar contra él, porque es el autor de todos los males que hay en el mundo.