29 de Julio de 1975
LA DIGNIDAD SACERDOTAL
"Hijo, el Sacerdote me pertenece, todas las criaturas me pertenecen, todos los hombres me pertenecen, pero el sacerdote me
pertenece en modo diferente y particular.
Tú, hijo mío:
— me perteneces por Creación,
— me perteneces por Redención,
— me perteneces por Vocación,
— me perteneces por Reconquista.
Así es verdaderamente.
Por lo tanto, eres mi propiedad, y como propiedad mía, tú realizas el fin de la Creación, el fin de la Redención y el fin de tu
Vocación solamente de un modo: adecuándote escrupulosamente a mi voluntad.
Para esto te he llamado: no me has escogido tú a Mí, sino que Yo te he escogido a ti.
Te he escogido para hacer de ti un ministro
mío, es decir, para hacer de ti otro Yo mismo. No es un modo de decir, sino que es una gran realidad: Sacerdos alter Christus5
.
Sólo los santos han tenido la justa visión de la grandeza sacerdotal.
Muchos ministros míos están muy lejos de vivir esta realidad
divina: no tienen la visión luminosa del Misterio del que son parte.
Mis ministros deberían ser responsablemente conscientes de su dignidad sacerdotal, adecuando a ella día y noche toda aspiración y
toda energía, toda fatiga y todo sufrimiento.
Así han hecho los sacerdotes santos y ¡todos los sacerdotes deben ser santos!
Para esto los he escogido para santificarse y luego santificar, para darse a Mí enteramente porque son míos, porque me pertenecen
por tantos títulos y para que Yo pueda darlos, sin reservas, a los hermanos.
Pero, ¿qué hacen tantos ministros míos? Cuidan de sus intereses (muchas veces disimulados, pero siempre sus intereses) no de los
míos que son los de las almas. Están sedientos y hambrientos de cosas mundanas.
He dicho que cuidan de sus intereses: mejor definirlos pseudo - intereses; el verdadero interés de ellos debe ser uno sólo: “Dios”.
La gloria de Dios, la salvación de las almas; todo el resto no vale.
Por fuerza vagan desorientados en la niebla y en la oscuridad, que no se reconocen ya ni a sí mismos. No saben ya quiénes son, no
saben a dónde van; por fuerza resulta que ¡no hacen mella en las almas!
No, no se salvan almas en las playas donde impera Satanás compitiendo con los hijos de las tinieblas en la inmodestia, en la
impureza, en el mal. No se salvan almas leyendo toda clase de libros, envenenando y contaminando espíritu y alma.
No se salvan
almas repudiando la fe. Se han hecho materialistas.
Espantosa inversión
Cuán lejos están estos ministros míos del Centro propulsor de la gracia que es mi Corazón misericordioso.
El sacerdote, otro Cristo Página 15 de 283
Cuánto sufrí por Judas, reacio a mi amor, cuanto sufrí por Judas, pero más que por la traición hecha con relación a mí, por la ruina
de su alma.
Cuánto sufrimiento por muchos sacerdotes míos que traicionan el mandato divino, pudriéndose a sí mismos y a tantas almas.
Hijo mío, un sacerdote no se salva solo ni se pierde solo.
Obrando por la salvación de un sacerdote se obra por la salvación de otras
muchas almas.
Que tremenda y espantosa inversión de una estupenda realidad divina:
— de Alter Christus, a lobo rapaz que dispersa el rebaño;
— de Ángel de luz, a ángel de las tinieblas.
— de Ministro embajador de Dios a traidor de la finalidad de la Creación, de la Redención y de su Vocación.
"Ya no os llamo siervos, sino amigos".
De amigo de Dios a colaborador de Satanás en el arrancar a mi Corazón Misericordioso las almas
¿No es este el mal más grande que un hombre, un ministro mío puede hacer?
Necesidad esencial
¿Por qué se llega a tanto?
Hijo mío, a medida que se nos aleja de la fuente de la luz, se nos adentra primero en la sombra, luego en la oscuridad; a medida que
se nos aleja de la fuente del calor (amor) penetra en el alma primero el frío y después el hielo, la insensibilidad a toda llamada
mía.
Es necesario unirse a Mí, hijo, siempre más íntima y profundamente como mi Madre fue y está unida a Mí en el ofrecimiento.
Por eso no te debe extrañar lo que con insistencia te pido. Un acto de fe, un acto de esperanza, un acto de amor y de abandono me
recompensa por las ofensas, injurias y sacrilegios que continuamente se realizan.
Yo quiero atraer a Mí las almas, a las que amo, con la violencia y la potencia infinita de mi amor.
Yo quiero vincular y elevar a Mí a éstas almas: he aquí por qué les pido a ellas darse a Mí enteramente en la realización de mi
voluntad, según el ejemplo de mi Madre y vuestra Madre.
Quiero que estas almas estén tendiendo hacia Mí día y noche, en una unión que debe transformarse en comunión perfecta.
Esto sucede cuando el amor por Mí es verdadero, grande y abrasador.
Entonces el tender hacia Mí con actos de fe, de esperanza, de
confianza y de ofrecimiento se volverá como una segunda naturaleza, algo preciso, una necesidad esencial, como lo es para el
amante tender hacia el objeto amado.
Entonces como no se puede vivir sin respirar, tampoco se podrá vivir sin Mí.
Hijo, esto pido: no te olvides de que Yo soy el Amor, el Amor eterno, increado, que desde siempre estoy inclinado hacia vosotros.
Tengo derecho de ser amado por vosotros, porque soy el Amor, porque por amor os he creado, por amor os he redimido, por amor
os he escogido y por amor os he reconquistado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario