30 de Noviembre de 1976
SACERDOS ALTER CHRISTUS 59
Escribe, hijo mío:
He querido aclararte lo que es un alma víctima antes de decirte que cada sacerdote debe ser un alma víctima.
Esta afirmación suscitará sorpresa en muchos y estupor en otros, incredulidad en otros, es decir que esta afirmación
suscitará reacciones diferentes que responderán a los diversos estados espirituales de los que leerán estos mensajes.
Sin embargo, ratifico con firmeza que todo sacerdote debe ser una víctima.
En realidad, hijo mío, ¿He sido Yo, sí o no, la Víctima por excelencia? Dime hijo mío, ¿No soy Yo la Víctima pura, santa e
inmaculada que ha aplacado la ira divina y dado satisfacción a la divina Justicia? ¿Y qué es el sacerdote sino "alter Christus?”
¿Qué son mis sacerdotes sino mis naturales corredentores, y qué corredención será posible no haciéndose víctimas como Yo me he
hecho Víctima por vuestra salvación?
¿No he sido Yo, Sumo Sacerdote, y al mismo tiempo Víctima que me he inmolado a Mí mismo para la vida del mundo?
Hijo, en un mensaje precedente se ha explicado claramente qué parte debe tener el sacerdote en la celebración de la Santa Misa y
te he dicho: ¡Ay de los sacerdotes que un día descubrirán que en la Santa Misa han sido protagonistas inconscientes, pasivos y sólo
materialmente presentes en lugar de haber sido conscientemente presentes y activamente copartícipes Conmigo!
¡Presentes estuvieron bajo la Cruz y Conmigo están presentes en cada Misa Mi Madre Santísima y San Juan!
Fundirse con la Víctima Divina
Si un sacerdote no está presente en el Santo Sacrificio de la Misa con la firme y eficaz voluntad de ofrecerse a sí mismo, unido a
Mí, al Padre Celestial para la remisión de los pecados, razón del Sacrificio que se ofrece, el sacerdote prácticamente vacía su
sacerdocio de su esencia, despojándolo de su naturaleza, del Carácter sacerdotal, mutilando su sacerdocio de su fin; en suma, este
sacerdote se burla de su real sacerdocio participado a él por Mí. Imagina mas bien a un asesino que se burla de su víctima
desgarrándole el cuerpo.
Hijo, pero ¿qué han hecho Pastores y educadores si no han sido capaces, si no han sabido infundir en el alma de los “llamados” el
conocimiento de la naturaleza, de la esencia y de la finalidad del carácter sacerdotal?
Dos esposos que acceden al matrimonio sin conocer la naturaleza y la finalidad del mismo ¿No son acaso dos desventurados? Un
clérigo que accede el sacerdocio sin conocer a fondo su esencia, su naturaleza y su finalidad, es mucho más que un desventurado,
puesto que no sólo pone en peligro su propia alma, sino un número grande de almas ligadas a su sacerdocio en el plano de la
economía Divina.
El Sacerdote no sólo debe ser víctima, sino que se ha convertido en víctima por la naturaleza misma de su sacerdocio; si después
rechaza éste su estado de víctima, se hace traidor del Misterio de la Redención, como Judas.
El Sacerdote, víctima por la naturaleza de su mismo sacerdocio
Feliz aquel que es consciente de su grandiosa y sublime vocación y misión sacerdotal y se rinde dócilmente ante el amor infinito
de Dios que se ha dignado sacarlo del estiércol y del polvo de la tierra para encumbrarlo hasta la más grande y sublime dignidad a
que la criatura pueda aspirar.
Feliz aquel que consciente de haber sido hecho vaso de elección, se esfuerza con Cristo, en seguirlo hasta el Calvario, para fundir
sus sufrimientos con los de la Víctima Divina, para ser después con la Víctima tres veces santa, liberador de tantas y tantas almas
del yugo y de la brutal tiranía de Satanás.
Feliz aquel sacerdote que no acepta ni pactos ni compromisos con los enemigos de Dios, con los enemigos de la Iglesia y con los
enemigos de su alma y de su conciencia.
Feliz aquel sacerdote que rehusa toda colaboración suya con las fuerzas oscuras del infierno y camina por el sendero de la
perfección y de la santidad según mi precepto “Sancti estote”60; porque si tal precepto de santidad lo es para todos, es claro y
evidente que en modo particularísimo lo es para mis ministros, que deben ser santos para santificar.
¿Qué decir entonces de la formación impartida en los seminarios de hoy?
Hijo mío, ¡qué pavorosa distorsión en nombre de un progreso y de una subversiva evolución netamente en contraste con mis
ejemplos y enseñanzas!
Pastores, que habéis asistido y asistís pasivamente a tanta perversión espiritual, no creáis que vais a escapar a vuestras gravísimas
responsabilidades; vuestros sofismas no sirven para cerrar los ojos de Dios.
Pronto veréis con vuestros propios ojos y pronto pagaréis de vuestro bolsillo por todo el mal que no habéis sabido o querido
impedir, por todo el bien que no habéis realizado.
Te bendigo, hijo mío.
59 El Sacerdote, otro Cristo
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