l de Diciembre de 1976
EL DIVINO AGRICULTOR
La vocación al Sacerdocio es un misterioso germen de vida sobrenatural dejado caer por Dios en el alma del elegido para que éste,
bajo la guía de los padres o de personas designadas por Dios para esta obra delicada de gestación, haga madurar la semilla hasta
que llegue a su completo desarrollo.
Al alma que lleva en sí esta semilla tan preciosa, que ninguna perla en el mundo la puede igualar, se la debe informar de la
preciosidad del don, se la debe animar a la oración, debe ser orientada en sus devociones a Jesús, realmente presente en el misterio
de infinita humildad, sabiduría y poder del Misterio Eucarístico, debe ser decididamente orientada al amor y a la oración al
Espíritu Santo y a la Reina de los Apóstoles, para que Ella, la Virgen santísima, sea quien lleve a término la maduración de la
vocación.
En el período de la gestación de la vocación el alma elegida deberá ser educada también en el Misterio de la Iglesia, de la cual es y
será parte y miembro vivo con funciones vitales.
Los educadores son colaboradores de Dios
Dios obra generalmente por medio de las causas segundas. Mira entonces los seminarios, las órdenes y las congregaciones
religiosas, con la específica tarea de entrar en acción sobre los “llamados” para que, mediante la instrucción sagrada y profana,
como instrumentos de Dios y colaboradores de Dios, predispuestos en el plano de la economía divina, para completar la formación
y maduración de la vocación, lleven a los llamados a la ordenación sacerdotal.
Ya se ha dicho anteriormente que a nadie le es lícito turbar el orden y la armonía establecida por Dios en la naturaleza y en la
Gracia; el hacerlo se ha dicho ya que es gravísima rebelión al Padre, rebelión que no puede quedar impune, constituyendo grave culpa de soberbia y de orgullo; de aquí la grave responsabilidad de los educadores, de todos los educadores, pero en modo
particularísimo de aquellos educadores llamados a la tarea más delicada en Mi Iglesia.
Para estos se requiere sólida santidad y perfección de vida, y es evidente que si esta santidad y perfección no existe, no se puede
comunicar a los otros; no existe el caso de dar lo que no se tiene.
Esta santidad y perfección de vida contienen en sí mismas: ortodoxia indiscutible, absoluta fidelidad al Sumo Pontífice y la
riqueza de tantas otras virtudes cristianas. Los educadores deben ser personas por encima de toda sospecha, estimadas por su
rectitud de vida, en una palabra, deben ser modelos de verdadera vida cristiana.
Tremenda responsabilidad para los educadores demoledores de la fe
Los Pastores de almas tienen una grave responsabilidad en la elección de los educadores para su seminario. Mejor un seminario
cerrado que confiado a demoledores de la fe y de las virtudes cristianas, como por desgracia es de muchos seminarios de nuestros
días.
¡Ay de aquellos que se han echado encima la tremenda responsabilidad de elecciones equivocadas, se han hecho cómplices, por
incapacidad o debilidad, por cobardía o miedo, de la obra demoledora de Satanás para la ruina de las almas!
Obispos y educadores deberán rendir rigurosísimas cuentas ante la Justicia Divina por todo el mal del que se han hecho
responsables... y no piensen que van a encontrar misericordia habiendo sacrificado, a sí mismos y a su prestigio personal, el
supremo bien de las almas; serán los sacerdotes equivocados y las almas por ellos arruinadas las que se levantarán como testigos
ante el Tribunal que no admite apelación.
Hijo mío, no te asombre tampoco esta vez si te repito cosas que ya te he señalado con anterioridad, porque es necesario, hijo mío,
que todo esto que Yo te digo sea escrito y divulgado; lo exige el bien de Mi Iglesia.
Responden con glacial y diplomática frialdad
¡Cuántos han deplorado la trágica situación de seminarios y órdenes religiosas infestadas de herejías!... ¡Cuántas almas víctimas se
han ofrecido e inmolado para que fuera puesto remedio a tanta ruina y a tanto desgarro!... Pero su sacrificio no ha servido para
mover la glacial y diplomática frialdad de aquellos que habían debido, por mil motivos, ser ultrasensibles ante este problema, el
más importante para la función vital de la Iglesia.
Los Sacerdotes de la Iglesia regenerada tendrán una visión bien diversa de la naturaleza, función y finalidad de su sacerdocio;
ellos deberán ser y en realidad serán, verdaderos corredentores, es decir, constructores de mi reino en las almas.
Ahora te bendigo, hijo, no temas, escribe todo.
A un lado las aprensiones, Yo estaré siempre junto a ti
No hay comentarios:
Publicar un comentario