15 de Noviembre de 1977
IGLESIA NUEVA - IGLESIA REGENERADA
TEOLOGÍA PURIFICADA
Luz y tinieblas son realidades materiales en las que vivimos, en las que nos movemos, que nos envuelven y nos compenetran y en
las que se mueven y viven todas las criaturas de este universo mundo; son realidades materiales (que caen en el ámbito de nuestros
sentidos) y que nosotros no podemos menos de considerarlas auténticas y verdaderas.
Pues bien, otro tanto verdaderas realidades son las luces divinas que nos vienen de Dios como las profundas tinieblas que nos
vienen de Satanás.
Satanás, de luz (generador de luz) se transforma en tinieblas; ¿cómo se realizó esta metamorfosis?
La soberbia fue la única causa;
la soberbia es oscuridad que genera oscuridad, así ha sido para Satanás y sus secuaces, así para otros muchos innumerables.
La Virgen Santa al contrario, por su gran humildad, fue hecha de tal manera luminosa y resplandeciente como para embelesar a
Dios y tanto agradó por ésta su humildad a Dios Uno y Trino que La quiso además de Hija, Madre y Esposa divina.
Hijo, estas verdades que te he expuesto en forma sencilla y clara han sido desfiguradas por el error, por la herejía y por la soberbia
humana e infernal.
Hijo, un gran y santo Pontífice predijo "una nueva primavera"; en primavera los campesinos proceden a la poda de las vides; es
tiempo ya de dar inicio a este trabajo, es necesario podar y limpiar la teología de las hojas y ramas secas, para que las vides se
enriquezcan de nuevos y abultados brotes, plenos de humores vitales y no mortales.
Por el aproximarse de la nueva primavera Mi Iglesia es toda un fermento, es todo un hervir de almas repletas y henchidas de
humores vitales, pero, hijo, la primavera sigue al invierno y el invierno es tiempo de frío, de hielo y de arrolladoras tempestades.
La teología, ciencia divina, envenenada y desfigurada por tantas herejías, espera su poda indispensable para recobrar su natural
esplendor que hará bella, nueva y santa a mi Iglesia.
Será gema preciosa que en su simplicidad esencial será como manantial de agua pura, viva, que podrá apagar la sed de las almas,
vivificarlas y orientarlas en su caminar sobre la tierra.
Ay, ay de aquellos que, enrojecidos por la soberbia, movidos por el amor propio antes que del amor de Dios que es verdad, osarán
contaminar de nuevo las fuentes del Agua viva querida para salvar y no para perder a las almas.
Ay, ay de aquellos que por ponerse en evidencia a sí mismos no han titubeado en arrastrar a la eterna ruina a tantas y tantas almas;
¡mejor que no hubieran jamás nacido!
Te bendigo, hijo mío, reza y repara; ¡mira qué desgarro y qué ruinas están en acto en Mi Iglesia!
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