9 de Mayo de 1977
CONSTANTE PERSEVERANCIA
Escribe, hijo, D. Orione te habla:
La gota de agua que cae constantemente sobre el granito logra excavarlo, sin embargo, ¿qué es una sola pequeña invisible gotita
de agua? ¿Qué fuerza puede tener para realizar una acción que exige gran fuerza y potencia?
Pero la gota de agua para poder
socavar el granito necesita de un aliado, el tiempo.
Don Octavio, Él te ha llamado: "una invisible gotita de agua, fuertemente
atraída hacia abajo", y te ha dicho el porqué de tal definición, ahora yo, Don Orione, te repito: así como la gota de agua para
socavar el granito necesita del aliado el tiempo, así tienes tú necesidad de la aliada perseverancia.
Se necesita perseverar en el bien; la criatura humana, rompió el natural equilibrio en el que había sido creada, por el pecado
original está sujeta a continuos saltos de humor y a continuas variaciones de temperamento, es mudable como el viento que ahora
viene de oriente, ahora de occidente, si no se introduce en esa naturaleza humana tan frágil, tan mudable, un elemento
estabilizador del justo equilibrio, nada de bueno puede producir; no puede dar sino frutos amargos y silvestres.
Este elemento
superior, equilibrador, es la Gracia Divina y en esta Gracia está también el don tan importante de la perseverancia, don esencial,
sin el cual queda comprometida la salvación eterna.
Conocer el bien, quererlo hacer, desearlo, no basta, se necesita perseverar en el bien.
Cuántos después de los primeros pasos en el
camino de la perfección se han detenido.
Cuántos otros han embarrancado a mitad del camino, otros por fin se han detenido
cercanos ya a la meta, comprometiendo así renuncias, sacrificios, sufrimientos; todo lo han perdido por no haber perseverado.
Juego infernal
¿Por qué, Don Octavio, este discurso sobre la perseverancia? Porque si tú observas lo que está aconteciendo en la Iglesia hoy, no
te dará fatiga el darte cuenta cuánto haya necesidad de ella, porque la inconstancia y la volubilidad de esta generación es tan
grande que no tiene precedentes; no viviendo hoy los hombres, hecha excepción de un exiguo número, en Gracia de Dios, quedan
a expensas de la propia debilidad y a expensas de la opresora influencia demoníaca, por lo que las oscuras fuerzas del mal juegan
con las almas con el mismo cínico sadismo con el que el gato juega con el ratón capturado con astucia.
La causa principal de la
inconstancia es ciertamente la ausencia en el espíritu humano de la Gracia Divina, de vida interior, la ausencia en la vida cristiana
de la oración, la crisis de fe y la concepción pagana de la vida.
La Iglesia nueva deberá reformar el concepto central de la formación cristiana, revalorizando la vida interior, la austeridad de toda
la vida familiar y en consecuencia de la vida eclesial.
Las nuevas comunidades deberán dar gran relieve al espíritu de mortificación interior y exterior; esto servirá para templar almas y
conciencias, para forjar verdaderos soldados de Cristo bien templados en las luchas contra los enemigos de Dios, de la Iglesia y de
las almas: demonio, pasiones y el mundo.
Jesús ha dado a su Iglesia el Sacramento de la Confirmación para transformar a cada bautizado en un fuerte soldado, claramente
consciente de su papel de combatiente en el gran ejercito de la Iglesia.
La vida del soldado es vida de renuncia, es vida de
disciplina, es vida de sacrificios, es vida de lucha. ¿Es acaso ésta la visión y la convicción de los confirmados de nuestro tiempo?
No ha habido, no hay y no habrá nunca en la Iglesia de Dios, hombres santos que no hayan conformado su vida con una severa
austeridad de costumbres.
O con Él, o contra Él
En la Iglesia nueva muchas cosas deberán cambiar y cambiarán; deberán ser proscritos los falsos profeta pseudo - maestros, las
simplezas de tantos pseudo – teólogos; Él solo es el Maestro verdadero y universal que con el misterio de su Encarnación y Pasión
y Muerte ha trazado el camino maestro que pastores, sacerdotes y fieles deberán recorrer a fondo si no van a querer condenarse; ¡o
con Él, o bien contra Él!
En la Iglesia nueva ninguno se atreverá a someter a Cristo, a su Iglesia, a su Evangelio y a su moral al progreso de la tecnología
moderna que no ha sabido dar ni justicia ni paz ni amor, a los hombres que de estas cosas tienen necesidad y están de ellas
sedientos; se ha pretendido y se pretende soberbiamente borrar a Dios del corazón y de la mente del hombre para poner en el
puesto de Dios a la tecnología, afirmando que ésta basta al hombre y a su felicidad. Son los hombres los que deben someterse a
Creador y Señor del universo, a Dios Redentor y Salvador, a Dios Santificador.
Gravísima y tremenda responsabilidad de la Jerarquía que, hecha excepción de pocos y santos Obispos, por cálculos humanos, por
fatuidad de un pseudo progreso material, así dicho tecnológico, ha hecho retroceder la verdadera civilización, que más que a las
cosas pertenece al espíritu, para la verdadera civilización mejor alguna máquina de menos y algo de justo y de honesto de más.
Don Octavio, Iglesia nueva que quiere decir pureza diamantina de doctrina y de costumbres.
La Purificación despedazará y
acabará con todo el producto del orgullo y de la soberbia que todo ha contaminado.
Dios Uno y Trino te bendiga; reza, hermano, y ofrece tus tribulaciones para que la tranquilidad retorne a la Iglesia y a la
humanidad.
Don Orione
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