Juan Pablo II dedicó sus primeras catequesis de los miércoles al cuerpo humano
Juan Pablo II dedicó sus primeras catequesis de los miércoles al cuerpo humano
Uno de las grandes aportaciones del Papa Wojtyla (1920-2005) fue el redescubrimiento del sexo.
Durante siglos, determinados eclesiásticos transmitían la idea equivocada de que todo era pecado y de que el cuerpo era poco menos que la cárcel del espíritu. En el siglo XX vino Freud y se pasó por el extremo contrario: era preciso liberar el instinto y sacarlo del contexto de la entrega para convertirlo en un fin en sí mismo. Y ya vemos cuál ha sido el resultado.

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Fue Juan Pablo II quien con la llamada Teología del Cuerpo liberó al sexo de las garras de Freud, que lo tenía culturalmente secuestrado, y ensalzó la belleza y la grandeza de la carne.
En síntesis estas son algunas de sus revolucionarias ideas, que recopila en sus librosHombre y mujer lo creó y Amor y responsabilidad, traducidas al lenguaje de la calle.
  1. El sexo no puede ser malo, porque lo ha inventado Dios. No se trata de un invento del Maligno, sino que corresponde a un plan trazado por el Creador. Y no ha creado al hombre y a la mujer para que vayan cada uno por su lado, sino para que se unan, para que sean una-sola-carne. Con alma, pero también con cuerpo.
Lo masculino y lo femenino son dos formas de ser persona, complementarias (no incompletas, pero sí complementarias), llamadas a la unidad
2. El sexo tiene, por tanto, un significado nupcial.- Basta reparar en las diferentes anatomías de varón y mujer para darse cuenta de que han sido diseñados para unirse. Y no sólo la anatomía, sino también la psicología, la estructura afectiva, y la persona toda. Lo masculino y lo femenino son dos formas de ser persona, complementarias (no incompletas, pero sí complementarias), llamadas a la unidad. Varón y mujer lo creó, dice el Génesis: esposos los creó. Y sus cuerpos lo proclaman inequívocamente, tienen un significado nupcial, del mismo modo que si vemos un aparato con motor y alas deducimos automáticamente que ha sido diseñado para volar.
3. Y también un significado procreativo.– Esa unión engendra vida. A los nueve meses del abrazo conyugal llora… El sexo que atrajo a varón y mujer contribuye a crear nuevos varones y mujeres. Pro-crea habría que decir en propiedad, porque Creadror no hay más que uno.
Y eso lo percibe cualquier madre que -sin necesidad de tener un máster en biogenética- entiende que el ser formado en sus entrañas y que a los nueves meses llora y busca su pecho es algo más grande y más maravilloso que su contribución. Que no hay proporción entre esa pobre contribución y el resultado.
El fotógrafo Doisneau retrató un beso que pronto se convirtió en icónico
El fotógrafo Doisneau retrató un beso que pronto se convirtió en icónico
Ninguna madre sabe hacer ojos, manos, pies, bocas, cerebros… Ergo, a nadie en su sano juicio, se le ocurre decir que ha “creado” un hijo; lo que dicen madres y padres es: hemos “tenido” un hijo. Tenido, es decir lo hemos recibido… y si lo hemos recibido es que alguien nos lo ha dado.
4. El sexo posee una dimensión que trasciende a la materia.- ¿Qué busca Dios con todo esto? se pregunta Juan Pablo II. La respuesta es así de innovadora: atraer al hombre hacia Él mismo, a través del imán irresistible de la carne, al hombre a través de la mujer y a la mujer a través del hombre.
Eso sí, procede por fases. El Creador pone en sus criaturas una sed de Amor con mayúsculas, cuya etapa primera y primaria es el impulso sexual, pero cuya meta es la comunión con el Creador. La primera estación no es el calvario sino el enamoramiento, la atracción en ocasiones puramente física hacia el sexo contrario. Se puede decir que es el Creador y no Cupido quien, mediante el flechazo, le ha hecho al hombre una oferta que no puede rechazar.
5. El sexo tiene una dimensión afectiva…– Viene luego la unión afectiva. El impulso sexual da paso al rostro de la persona amada, única e irrepetible, y el chico o la chica descubren que la apariencia física esconde ternura, protección, cariño, simpatía. Pero tampoco esta es una etapa definitiva, sólo un nuevo campo de atracción magnética, que pide seguir buscando, seguir saliendo de sí mismo, comprometiéndose más.
6. … una dimensión personal e incondicional.– Más allá de los sentimientos, se accede a un tercer polo de atracción: el amor a la persona en sí misma, por ser quien es, por encima del mero afecto o la simpatía. Ya no se trata solo de una sonrisa, sino de una persona con nombre propio y apellidos. Con su historia, su genealogía, su familia. Sus virtudes y defectos. También sus defectos, sus rarezas. Su dignidad inviolable, a la que amas por ser quien es, y no sólo por su cara bonita. Y si la eliges y te unes a ella para siempre la amas incondicionalmente haga lo que haga y pase lo que pase. En eso consiste en amor, en no poner condiciones. Si las pones ya no es amor, sino transacción comercial.
El ámbito natural donde se expresa esa dimensión trascendente del sexo es el matrimonio, el contrato más audaz
7. Y, finalmente, una dimensión teológica. Hombre y mujer están preparados para ser atraídos directamente por Dios en una cuarta y última fase, que comprende a las otras tres (atracción sexual, atracción afectiva, y afirmación del valor de la persona amada) y las integra en un único movimiento cuyo término es el Inventor de ese itinerario. En esa cuarta fase el rosto del Creador se manifiesta en el rostro de la amada. La cosa es acceder al Creador en pareja, descubriéndolo en el otro y con el otro. Lo expresa el propio Karol Wojtyla en su obra de teatro, El taller del orfebre.
8. El contrato más audaz.- El ámbito natural donde se expresa esa dimensión trascendente del sexo es el matrimonio. Recuerda Juan Pablo II que se trata de una vocación al amor, una clase de contrato sin cláusulas de egoísmo: “el contrato más audaz, por el que un hombre y una mujer prometen comunicarse cuanto son y cuanto tienen”. Una maravillosa aventura, con una insospechada riqueza humana y espiritual.
No es casual que el Papa Francisco haya puesto al santo pontífice polaco como referente de recién casados.