No estamos llamados los cristianos a juzgar y a condenar a nuestro mundo sino a despertar en él nuevas esperanzas, profundizando la adhesión personal a la figura de Jesús. Es muy posible que la credibilidad de la Iglesia como institución vaya bajando en los próximos años, pero el atractivo y la admiración hacia Jesús vemos que va creciendo. Jesús es, ante todo, una “Buena Noticia” para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Es Él mismo quien busca encontrarse con las personas y viene hasta nosotros en la medida que le abramos nuestro corazón. La práctica del culto tradicional, que tranquiliza la conciencia religiosa, no ha logrado entusiasmar a los cristianos en el amor y en el seguimiento de Jesús. Muchas de las normas morales de la Iglesia no abren los corazones a laexperiencia de Dios, de ese Dios quees amigo de la vida. Cada vez será más difícil en una sociedad laica la adhesión disciplinada a la Iglesia-institución. Para ser auténtico cristiano se requerirá una adhesión personal a Jesucristo y en una identificación con su estilo de vida, con su proyecto del Reino y con los valores de su evangelio. Con los años, esa gran masa de “cristianos sociológicos” y de mera tradición, deberán pasar a ser verdaderos seguidores de Jesús, de ese Jesús que tiene fuerza para transformar a las personas, a la sociedad y a su propia Iglesia. No son pocos los cristianos que, a pesar de pertenecer a la Iglesia y practicar su religión, sin embargo, no llegan a vivir en contacto personal, constante y vital con Jesús. En la catequesis, en las prácticas sacramentales y en el culto litúrgico no han llegado a percibir que Jesús es nuestro modelo de vida y la causa de nuestra salvación. Hay que acercarse a los Evangelios que nos invitan a vivir nuestra fe como conversión, como cambio profundo en nuestra vida y como identificación plena con el proyecto de Jesús. En la imitación de Jesús está nuestraverdadera identidad de cristianos. Los Obispos de América Latina en el Documento de Aparecida nos dicen: “Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo, seguirlo es una gracia y transmitir ese tesoro a los demás en un encargo que el Señor nos ha confiado” (D.Ap.n.18). El cambio fundamental de la Iglesia consistirá en los próximos años en vivir nuestra fe, no como una confesión doctrinal, sino como seguimiento apasionado de Jesús, con un estilo de vida alegre, liberadora y llena de esperanza, capaz deadaptarse a otras culturas y a loscambios de nuestro tiempo.
Por: P. GREGORIO IRIARTE o.m.i Sacerdote y profesor universitario. gregorioiriarte@gmail.com | 16/02/2011 |Ed. Imp. Opinion.com.bo
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