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sábado, 5 de febrero de 2011

“La clase de Religión, ámbito de edificación de la persona”, carta del arzobispo de Tarragona




Todo el mundo ha quedado admirado de la belleza artística de la basílica de la Sagrada Familia en Barcelona. Benedicto XVI dijo, en la homilía de su dedicación, que Gaudí había sido capaz de crear en esta ciudad «un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma».
Gracias a Dios todas nuestras diócesis están llenas de espacios de belleza, de fe y de esperanza: catedrales, monasterios, iglesias, ermitas… Quienes acuden aprecian la belleza de los retablos y las imágenes, las portadas y los vitrales que reflejan la historia de la salvación desde la creación del mundo hasta nuestros días. Para comprender el tesoro cultural de nuestro pueblo, las nuevas generaciones precisan que alguien les hable de la Biblia, de Jesucristo, de la Iglesia. Y la clase de religión en la escuela es uno de los grandes medios para lograr esta finalidad.
Antoni Gaudí escribió que «la religión es la cosa más elevada en el hombre». La clase de religión en la escuela, contribuye de manera excelente a la humanización de nuestros niños y jóvenes y a proporcionarles auténticos valores, virtudes evangélicas y a abrirles también a la dimensión trascendente.
Benedicto XVI nos señalaba, en la Sagrada Familia, que una gran tarea a realizar era «mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no de discordia». Este es el camino que nuestros maestros y profesores de religión proponen a sus alumnos en una época que, como dice el Papa, «el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle».
Si bien tiene un gran significado que, en medio de nuestras ciudades y pueblos seculares, los campanarios apunten hacia el cielo e inviten a pensar en Dios y a convocar a su Iglesia, es igualmente significativo que en la escuela, la clase de religión sea también el «campanario» que, junto a las otras materias de conocimiento, invite, a aquellos que libremente quieran, a conocer mejor la cultura cristiana, a entender la concepción cristiana del mundo y de la persona, y a descubrir el Evangelio.
Catalunya, tal y como nos decía Benedicto XVI, «tiene una historia de santidad, de creación artística y poética, nacidas de la fe». Invito a todos los padres y madres a dar a conocer mejor esta historia, y por esto os ruego que inscribáis a vuestros hijos e hijas a la clase de religión. En estos primeros días de febrero podéis hacerlo. No os olvidéis. Una buena educación religiosa será para ellos el mejor fundamento para su construcción personal.

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