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lunes, 4 de abril de 2011

Cristo es la única Luz para el alma



Domingo 3 de Abril de 2011 |
Con la curación del ciego de nacimiento que nos narra el Evangelio de hoy, recordamos que Cristo es quien tiene que abrir los ojos de nuestra alma a la luz de la fe. El Señor es el único capaz de dar claridad a nuestra vida, ordenar nuestra mente para que juzguemos con rectitud, solucionar nuestros problemas desde una perspectiva sobrenatural, hacernos caminar por la vida con una fe capaz de trasladar montañas. Cristo es la única solución del hombre que se encuentra agobiado por un mundo desorientado, porque ha perdido los valores espirituales. El Señor es la verdadera solución para la humanidad: "Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; quien me sigue tendrá la luz de la vida" (Jn.8,12).

Cuando se tiene un espíritu de fe, se adquiere un sentido cristiano que nos hace reaccionar siempre, de un modo instintivo, con un estilo evangélico, ante las distintas circunstancias de la vida.

El sentido cristiano brota de una fe arraigada en el corazón del hombre, y que modela su personalidad de manera tal que hace de él lo que se suele llamar un cristiano de verdad, auténtico. Los que tienen ese sentido cristiano saben captar sin vacilación donde está la verdad y donde se esconde el error. Es como un sexto sentido muy afinado que nos hace ver detrás de las apariencias y nos capacita para reaccionar con prontitud en una dirección bien determinada. Cuando gozamos de ese sentido cristiano podemos decir tranquilamente con el salmista: "Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo,: tu vara y tu cayado me sosiegan".

La certeza que tenemos con la luz de Cristo que preside nuestra vida, nos obliga a vivir valientemente, sin ningún tipo de complejos, nuestra condición de cristianos..

Lo que nos debe avergonzar es despreciar la luz de la fe para escoger las tinieblas del pecado. Como nos dice hoy San Pablo: "Caminad como hijos de la luz buscando lo que agrada al Señor, " (2ª lect.). Somos cristianos y vivimos a pleno día para que el que vea nuestras buenas obras pueda glorificar a Dios, pues éste es el fin de todas las criaturas.

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