Al entrar en el templo, haz devotamente la señal de la cruz y una genuflexión, Después, arrodillado en la banca, con los ojos dirigidos al sagrario, saluda al Señor con tus propias palabras. Dile que lo amas; y a su vez que estás seguro que Él te ama. También exprésale cuan feliz y privilegiado te sientes de visitarlo. Durante tu visita no sólo tengas presentes tus propias necesidades temporales y espirituales, sino también la de los otros. Ora por el Santo Padre, por tu obispo, por tu párroco, por el seminario, por la paz, por la conversión de los pecadores, por los moribundos, las almas del purgatorio, tu familia, amigos y compañeros de trabajo. Háblale al Señor, no solamente de ti mismo, sino también de Aquellos que no pueden o no quieren visitarlo. Sé su Intérprete y así usa tu alma y tu cuerpo, para que a través tuyo, Jesús sea honrado por todos los hombres. AL CONCLUIR TU VISITA Antes de partir, no te olvides de agradecer a Jesús por haberte recibido y por haber escuchado tus plegarias, y pídele que perdone tus distracciones con esta jaculatoria: ¡Oh, Dios!, ten misericordia de mi, que soy pecador. Si tienes una jaculatoria favorita, sólo conocida por Jesús y por ti, úsala ahora, y también lejos, cuando te encuentres distante del templo. Nunca el Señor te dejará sin recibir de Él una especial bendición y una gracia o favor particular,
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