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jueves, 16 de junio de 2011

Mensaje de Dios Padre a Javier Viesca, México Mayo 11_11

Aquellas almas que aprenden a decir “que se haga en mí Tú Voluntad”.


Rosario vespertino
Temas:
Cuando os falte de lo material, buscadMe, Mis pequeños, os daré lo que necesitáis y, además, os llevaré a que logréis alcanzar lo que necesitáis dentro de lo espiritual.
Todo lo Mío es vuestro, Mis pequeños, solamente que tenéis que aprender a pedírMelo.
Recapacitad, Mis pequeños y retomad vuestro camino, pero dejándoos acompañar de Mí, vuestro Dios, vuestro Padre, vuestro Creador.
Cuando todo vuestro ser esté saturado de Mi Amor, es cuando os daréis cuenta de que todo lo demás era superfluo.
No os imagináis, Mis pequeños, el gusto que Me dais, cuando Me salváis a un alma que estaba prácticamente condenada.
Mensaje de Dios Padre a J. V.

Primer Misterio, Habla Dios Padre, 
Sobre: Cuando os falte de lo material, buscadMe, Mis pequeños, os daré lo que necesitáis y, además, os llevaré a que logréis alcanzar lo que necesitáis dentro de lo espiritual.
Hijitos Míos, cuando vosotros tenéis una necesidad imperante, hacéis hasta lo imposible para tratar de obtener lo que necesitáis, acudís a todos los medios posibles para poder obtener ése bien, material o espiritual.
Voy a hablar más del bien material, porque es el que se os está acabando en estos momentos. Hay mucha tensión entre vosotros y Yo ya os había profetizado que se os iba a ir quitando todo aquello de lo material, que tanto buscáis, para que encontrarais lo espiritual, que es lo que necesitáis cada uno de vosotros, y eso es lo que os va a traer la alegría, actual y futura y no lo material que tanto estáis persiguiendo.
Pero a lo que voy, Mis pequeños, con todo esto, es que Yo os dije que el primer Mandamiento es, “amarás a Dios sobre todas las cosas” y el segundo “amaréis a tu prójimo como a ti mismo”. Si vosotros os amáis verdaderamente a vosotros mismos y lucháis tanto por lo que necesitáis, cuando veis a alguno de vuestros hermanos en desgracia, ya sea material o espiritual, debierais hacer hasta lo imposible por ayudarle.
Eso es lo que os estoy pidiendo en este mandamiento. Que cuidéis a vuestros hermanos de la misma forma en que vosotros mismos os cuidáis y que hasta lucháis tanto por lo que necesitáis, éso es verdadero amor, Mis pequeños.
Porque vosotros lucháis por lo que necesitáis para dar a vuestros hijos, a vuestros parientes, a vuestros padres, a los que están bajo de vosotros y que necesitan de vuestra ayuda. Si fuerais verdaderos hermanos, como debéis ser, como Yo os lo pedí, estaríais también haciendo lo imposible porque vuestros hermanos tuvieran lo necesario para vivir bien. Pero, ciertamente, estos son tiempos de purificación, como ya os lo he dicho.
Tendréis lo necesario para que no os quedéis con hambre, pero ya no habrá para cosas superfluas a las que estáis acostumbrados, Mis pequeños. Os daré lo necesario para que no os falte, pero también sentiréis ésa falta, porque estáis acostumbrados a lo superfluo y esa falta os llevará a que vosotros meditéis el que debéis llegar a Mí nuevamente, que no es lo material lo que os va a dar la verdadera alegría, tanto en vuestro interior como dentro de vuestro hogar, sino el alcanzarMe a Mí, el probar de Mi Amor, el vivirlo y el transmitirlo y, a eso os estoy llevando a toda la humanidad, a que nuevamente volváis a Mí y el tiempo que estáis desperdiciando, en buscar con ahínco las cosas del mundo, ahora deberéis utilizarlo para buscar lo que es lo espiritual, que eso sí es lo que os va a dar la alegría eterna, empezando ya desde la Tierra.
Cuando encontréis ésa alegría y la compartáis con vuestros hermanos, entonces os estaréis dando cuenta de que viviréis ya como el pueblo escogido, como el pueblo hermanado, como el pueblo en que se cuidan los unos a los otros, porque debéis ser como verdaderos hermanos que sois.
Todo esto, que se verá como un aparente mal para todos vosotros, tarde o temprano Me lo agradeceréis, porque os llevará a una alegría suprema, que es vuestra hermandad y que es el acercarse a Mí, vuestro Padre y vuestro Dios.
Gozaréis ésos momentos, Mis pequeños, porque lo material nunca os va a dar un gozo tan sublime y tan completo como lo da lo espiritual.
Cuando os falte de lo material, buscadMe, Mis pequeños, os daré lo que necesitáis y, además, os llevaré a que logréis alcanzar lo que necesitáis dentro de lo espiritual. No Me hagáis a un lado y menos Me reprochéis lo que esté sucediendo en vuestro hogar y a vuestro alrededor, porque vosotros atrajisteis ése mal a vosotros mismos cuando os apartasteis de Mis Leyes y de Mi Amor. Habéis hecho vuestras propias leyes, no habéis hecho caso de lo que Yo os pedía, que era para vuestra perfección. Sufriréis tanto como cuanto necesitéis, para que volváis nuevamente a el cumplimiento de Mi Amor y de Mis Leyes y Decretos que os he dado.
Si os arrepentís de corazón, volvéis a Mí, y empezáis una nueva vida en Mí, respetando lo que Yo os he dado, ahí terminará vuestra prueba, porque ya habréis logrado lo que Yo quería.
Vivid pues de acuerdo a como Yo os pido, Mis pequeños y lo antes posible, para que la prueba no sea fuerte ni larga, Mis pequeños. Acortad el tiempo y esto lo lograréis así, volviéndoos a Mí, Mis pequeños.
Gracias, Mis pequeños.

Segundo Misterio, Habla Dios Padre, Sobre: Todo lo Mío es vuestro, Mis pequeños, solamente que tenéis que aprender a pedírMelo.
Hijitos Míos, ciertamente vosotros veis tribulación a vuestro alrededor. La veis en los gobiernos de la Tierra, en Mi propia Iglesia, en vuestra familia, en vuestro trabajo, a todos los lugares a donde vais. Todos vuestros hermanos se quejan de algo y hay peores lugares, en donde la tribulación es más fuerte, pero habéis de saber, Mis pequeños, que toda esta tribulación que veis a vuestro alrededor, ha comenzado en vuestro corazón.
Sí, ciertamente vosotros mismos habéis creado esta tribulación porque, en vuestro corazón, se vive toda esta maldad, todo el error. Todo lo que veis a vuestro alrededor, en lo visible, lo tenéis vosotros, internamente, en lo invisible y sabéis que así es, Mis pequeños, porque os habéis apartado de Mí y así habéis perdido toda ésa espiritualidad que debe guiar vuestra vida.
Mi Hijo a eso vino a la Tierra, Él, como Maestro de Amor, os dejó Sus Enseñanzas, que son Mis Enseñanzas, os dejó Su Vida, que es la Mía, os dejó el gran regalo del Cielo que Yo Le pedí os dejara, para que pudierais vosotros ir gozando de los Bienes Celestiales y, ciertamente, sí, ejercitándoos para obtenerlos.
Vosotros mismos os debéis negar a vosotros mismos, para que no desperdiciéis lo espiritual que cada uno de vosotros debe tener y con lo que vosotros debéis luchar aquí en la Tierra, que es contra las fuerzas de satanás, para poder alcanzar de Mis Bienes.
Yo os voy observando y, hasta que no veo que realmente lucháis por lo Mío, aún a pesar de las caídas, de los dolores, de las preocupaciones, cuando ya veo que verdaderamente habéis luchado por lo que es Mío, os lo concedo. Mis regalos, Mis pequeños, son invaluables, tienen un valor infinito, porque vienen de Mí y, eso es lo que os concedo, Mis pequeños, cuando realmente buscáis lo que es Mío.
Lo que primero os separa de Mí, lo sabéis, es el pecado. Os he dicho tantas veces que Yo quiero derramar abundantemente Mis Bendiciones sobre cada uno de vosotros, pero la gran mayoría de vosotros no Me llamáis para obtenerlos, pero cuando veo que vosotros hacéis sacrificios, penitencias, mucha oración y que realmente Me estáis buscando, Yo Me dejo encontrar.
Muchos os habéis vuelto flojos, no queréis luchar por lo que os pertenece, lo queréis todo fácil y así no valoráis realmente lo que Yo os doy.
Con los bienes de la Tierra sucede lo mismo. Cuando se os da todo fácil, gratuitamente, no valoráis lo que se os da. En la mayoría de los casos, es un ser querido, ya sea el padre, la madre o alguien cercano a vosotros, el que trabaja arduamente por aquello que ve que necesitáis y luego os lo regala, pero como a vosotros no os costó trabajo el obtener ése bien, no lo apreciáis, como aquél hermano vuestro que ha luchado tanto por regalaros ése bien. Por eso os digo, Mis pequeños, que si queréis ganar Mi Reino, el Reino de los Cielos, también debéis luchar fuertemente contra todo aquello que no os permite fácilmente obtener de Mis Bienes y sobre todo, de mantenerlos en vuestro corazón.
Luchad pues, Mis pequeños, por lo que Yo os doy y lo que os puedo dar, porque son tantas, tantas Bendiciones, regalos, amores inimaginables, Bendiciones inmensas que Yo os puedo dar, pero que vosotros no Me pedís, ni tenéis la confianza de pedirlos. Todo lo Mío es vuestro, Mis pequeños, solamente que tenéis que aprender a pedírMelo.
Gracias, Mis pequeños.

Tercer Misterio, Habla Dios Padre, 
Sobre: Recapacitad, Mis pequeños y retomad vuestro camino, pero dejándoos acompañar de Mí, vuestro Dios, vuestro Padre, vuestro Creador.
Hijitos Míos, os he dicho que todo aquél que busca, encuentra. Ciertamente, Mis pequeños, quisiera, Yo, derramarMe completamente sobre cada uno de vosotros, para que tuvierais todo lo que vuestros Primeros Padres tenían en el Paraíso, lugar bellísimo, lugar de consentimiento, lugar de Mi Amor, pero lo perdieron por una tontería y todo eso tiene que ser renovado, Mis pequeños.
Ciertamente ésa tontería que fue el darMe la espalda, Le costó la Vida a Mi Hijo. Se dio por todos vosotros para poder abrir nuevamente las Puertas del Reino.
Vosotros estáis obligados, Mis pequeños, por ése Amor que os dejó Mi Hijo, a caminar por el camino del Bien que Él os mostró. Él caminó primeramente ése camino que Le pedí caminara, para que vosotros aprendierais a ganar nuevamente Mi Reino, ciertamente es un camino de dolor, porque el dolor terminará cuando termine éste mundo y después del Juicio Final, el dolor no volverá a darse.
Ahora es vuestro turno, Mis pequeños, de que empecéis vuestra santificación, que es vuestro amor pleno hacia Mí. Es el aceptar Mi Voluntad en vuestra vida, es el que os dejéis guiar por Mí, como Mi propio Hijo se dejó guiar por Mí y así os lo hizo ver, cuando Él queriendo hacer a un lado Su Cáliz, aceptó Su Misión y Mi Voluntad sobre Él, diciendo “que se haga Tú Voluntad, Padre y no la Mía”. Ojalá pronto aprendierais, Mis pequeños, a repetir ésta frase y la vivierais de corazón, porque entonces aseguraríais ya vuestra santificación, porque al entrar Yo plenamente en un alma, necesariamente se santifica, porque Yo no voy a entrar a un lugar donde está sucio, mal oliente, traicionero. Si Yo entro a un alma, es para impregnarla de Mi Santidad, por eso, aquellas almas que aprenden a decir “que se haga en mí Tú Voluntad”, ya están asegurando su santificación y su regreso al Reino de los Cielos.
Aprended pues, Mis pequeños, de lo que Mi Hijo os dejó y sobre todo, aprended a soltaros plenamente, en totalidad, pero con humildad y con amor, a Mi Voluntad y, entonces, empezaréis a vivir las delicias del Cielo aquí en la Tierra y repetiréis, como san Agustín dijo: “¡qué tarde te conocí!” Estáis desperdiciando, Mis pequeños, mucho, por estar viviendo para el mundo, para la Tierra, para satanás. Recapacitad, Mis pequeños y retomad vuestro camino, pero dejándoos acompañar de Mí, vuestro Dios, vuestro Padre, vuestro Creador.
Gracias, Mis pequeños.

Cuarto Misterio, Habla Dios Padre,
Sobre: Cuando todo vuestro ser esté saturado de Mi Amor, es cuando os daréis cuenta de que todo lo demás era superfluo.
Hijitos Míos, ya os he dicho que vuestro retorno hacia Mí, debiera ser en el Amor, pero como veo que una gran cantidad de vosotros no estáis viviendo en el amor, por eso, las pruebas que se vienen, que serán fuertes, harán que regreséis a Mí, vuestro Dios, ciertamente, por temor a perder vuestras cosas materiales, por temor a perder vuestra vida, por temor a perder lo que vosotros tanto valoráis, que es todo lo tangible a vuestro alrededor y lo que poseéis.
Mis pequeños, debéis regresar a Mí en el amor, porque fuisteis creados en el Amor, pero si por temor empezáis a regresar a Mí, ciertamente os tomaré, pero Yo os llevaré hacia el Amor. Yo no puedo permitir tener ante Mí y Conmigo en el Reino de los Cielos, a un alma temerosa, las almas que lleguen a Mí, tienen que venir consientes de que deben de vivir en el amor.
Cuando las almas, todos vosotros, os deis cuenta de que, cuando os llenéis de Mí, cuando todo vuestro ser esté saturado de Mi Amor, es cuando os daréis cuenta de que todo lo demás era superfluo.
Ciertamente, las almas que Me buscan y por las que Me he dejado encontrar, permito que ellas ya vayan sintiendo Mi Presencia, para que tengan esta experiencia de vida espiritual, y, por ella es así, por como veis a vuestros hermanos que Me han encontrado, en ése momento tienen un cambio fuerte, en donde se dan cuenta de que no era en lo material por lo que debían vivir y luchar, sino en lo espiritual, que Yo tanto les pedía y, muchos, aún a pesar de tener bienes inmensos, lo dejan todo por seguirMe.
Veis a aquél muchacho rico que se le acercó a Mi Hijo, ciertamente tenía buenas intenciones, quería un cambio de vida, estaba buscando su perfección, pero cuando le dijo Mi Hijo que dejara todo y lo repartiera entre los pobres, es cuando realmente brotó, espontáneamente y desde lo más profundo de su corazón lo que realmente él era y lo que buscaba. Se fue abatido; las intenciones que mostró a Mi Hijo, no eran intenciones que vinieran desde lo más profundo de su corazón, eran intenciones superficiales, buenas, pero superficiales, no arraigadas en lo profundo de su corazón, porque cuando vio que tenía que dejar todo lo material, sufrió, sufrió profundamente, porque era rico y no quería verse en la pobreza, en la que Mi Hijo y Sus seguidores vivían.
Por eso, aún vosotros, Mis pequeños, a los que he permitido que tengáis suficiente de los bienes de la Tierra, debéis vivir como pobres, porque primeramente debéis saber que vuestros bienes no son vuestros, he permitido que los tengáis, para que los podáis compartir con vuestros hermanos, para que deis buen ejemplo, ante otros de vuestros hermanos, que vosotros sí compartís de lo que tenéis y, que Yo, siempre os voy a dar más.
Cuando compartáis de lo que teneis, pero con amor y no viendo un posible negocio Conmigo, de que Yo os voy a multiplicar lo vuestro, al treinta, al noventa o al cien por ciento de los bienes que vosotros deis a vuestros hermanos, si pensáis así, nunca tendréis de lo Mío. Dad con amor y también recibiréis, de Mí, con Amor.
Pero os repito, Mis pequeños, que debéis buscar primeramente los Bienes del Reino, de Mi Reino, de vuestro Hogar y que debéis luchar por ellos y, al vivir en ésa pobreza espiritual, aún teniendo abundantes bienes materiales, es cuando obtendréis Mis Bendiciones y ya no valoraréis lo que tanto valorabais de lo material, empezaréis realmente a valorar lo que son los Bienes del Cielo cuando Me encontréis.
PedidMe ésa Gracia, Mis pequeños, éste muchacho rico se entristeció y no quiso luchar por encontrar los Bienes que Mi Hijo le podía dar, simplemente se alejó triste, como dicen las Escrituras. Vosotros no os deis por vencidos, buscad los Bienes del Cielo y éstos llegarán a vosotros.
Gracias, Mis pequeños.

Quinto Misterio, Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Sobre: No os imagináis, Mis pequeños, el gusto que Me dais, cuando Me salváis a un alma que estaba prácticamente condenada.
Hijitos Míos, aunque ya os he dicho que el tiempo ya está sobre vosotros, todavía podéis hacer mucho por vosotros mismos y por vuestros hermanos.
Os he dicho que hasta en el último segundo de vuestra vida, Yo os puedo salvar, si vosotros os arrepentís, pero esto también vale, Mis pequeños, por vuestra intercesión hacia vuestros hermanos. Podéis hacer mucho todavía por la salvación de aquellos que están prácticamente condenados. Vuestra intercesión vale muchísimo, Mis pequeños, y sobre todo, cuando la hacéis como os lo pedí: que orarais como si fuera para vosotros mismos.
Muchas, muchas almas, posiblemente se puedan perder, si vosotros no las asistís con vuestra oración, con vuestra donación, con el ofrecimiento de vuestra vida entera, ofreciéndoMe lo bueno que tenéis, que lográis y también vuestras penas, dolores, sacrificios, penitencias, todo lo que hagáis unidos a los méritos de Mi Hijo para salvar a éstas almas que tanto lo necesitan.
No os imagináis, Mis pequeños, el gusto que Me dais, cuando Me salváis a un alma que estaba prácticamente condenada.
PedidMe, Mis pequeños, que Yo os asista, que ore junto con vosotros, que os enseñe a orar, para que Me regaléis ésas almas tercas, pecaminosas y aún malvadas que no quieren venir a Mí. Ahora, éstas almas están ahogadas en el pecado, están saturadas de maldad y no se dan cuenta de lo que es Mi Gracia, de lo que es Mi Amor, pero cuando vosotros, por vuestra oración y vuestra donación, oráis por ellas y Yo las salvo por vosotros, por vuestra intercesión, es cuando Yo les doy la Gracia de entender en el estado en el que estaban y lo que ganaron y la renovación espiritual que lograrán, para poder entrar al Reino de los Cielos. Pero es vuestra oración y donación lo que produce este milagro de amor, Mis pequeños.
Os vuelvo a pedir y a repetir, no desperdiciéis vuestro tiempo, aunque ya estáis sobre el tiempo y al decir que estáis ya sobre el tiempo, es que las tinieblas ya cubrieron totalmente la Tierra y, es la maldad la que está a vuestro alrededor, no dejándoos a vosotros actuar libremente en el bien, sino que os ataca fuertemente, para que os apartéis del bien que podáis hacer y quizá hagáis un mal que él os propondrá que hagáis y que de esta forma os hará que vosotros os vayáis ahogando más en ésa maldad que ya cubre la Tierra.
Tenéis Mi Luz en vuestro interior, apoyaos en ella, para que podáis hacer el bien a vuestros hermanos. DadMe muchas almas, Mis pequeños y os lo agradeceré inmensamente y vuestros hermanos salvados, también.
Gracias, Mis pequeños

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