Así lo dijo el arzobispo Athenágoras, máximo jerarca de la Iglesia Ortodoxa Griega en Latinoamérica.
El arzobispo, que está de visita en Colombia, considera que el cristianismo está en crisis debido, en gran parte, a la rigidez de las grandes iglesias históricas.
Se trata de un hombre sencillo que de entrada hace gala de un buen humor. "Mi español tiene menos errores que mi vida espiritual", dice en un tono jocoso este estadounidense de 70 años, hijo de inmigrantes griegos y radicado en México.
Vino a visitar al redil de este credo en Colombia, conformado por unas 15 mil personas, y a reunirse con los voceros de las diferentes iglesias históricas cristianas del país. También se encontrará con el presidente Juan Manuel Santos y con algunos de sus ministros.
Parte de su misión, que es la misma del patriarca Bartolomé I -primer jerarca de la Iglesia Ortodoxa en el mundo-, consiste en promover un mensaje de unidad entre las diversas confesiones que anuncian a Cristo.
Aunque esta religión de dos mil años conserva intacto su credo y su palabra -la misma que en parte la llevó a distanciarse de la Iglesia Católica hace más de mil años-, es más moderna de lo que se podría pensar.
El arzobispo Athenágoras cree que el cristianismo mundial está en crisis y que las iglesias históricas, como la suya, deben dejar de ser tan estrictas si no quieren que sus fieles sigan huyendo hacia las iglesias evangélicas, que sí se acercan a las necesidades de sus creyentes.
¿Cuál es el mensaje que trae a Colombia?
Somos la continuación de los primeros cristianos, de los discípulos de Cristo desde el día del Pentecostés, sin cambiar nada desde hace dos mil años. Como ortodoxos tenemos un mensaje de la iglesia antigua y original; es un mensaje de amor a Cristo que busca un diálogo con nuestras hermanas iglesias históricas, especialmente con la hermana Iglesia Católica.
¿En qué consiste ese llamado?
En cada sacramento y oración, oramos por la unidad de los cristianos. Y esto qué significa: sabemos que es pecado ante Dios que el cuerpo de Cristo ahora esté dividido. Este es posiblemente el mayor pecado. Estoy seguro de que Jesús llora por este pecado: aquí hay católicos, allí ortodoxos, allá protestantes. Cristo es un sólo cuerpo, Dios es el mismo, la Virgen es la misma para todos, pero todos estamos divididos.
Entonces, ¿la Iglesia Ortodoxa Griega busca la unidad entre los diferentes credos cristianos?
Así es. Soñamos con la unidad, con comulgar con el mismo cáliz. Por ahora no podemos comulgar con los no ortodoxos. Por eso oramos por ese día, por que llegue rápido, para que yo pueda comulgar con mis hermanos obispos y fieles católicos, o luteranos o metodistas o anglicanos; estamos ahora en este diálogo para reunir a la Iglesia de Cristo como un cuerpo, sin divisiones.
¿Cómo unir a tantos credos, si cada uno tiene corrientes o dogmas propios?
Por eso insistimos en el diálogo, que no es fácil; estamos separados de la Iglesia Católica hace mil años. La primera reunión de un Papa con un patriarca nuestro (Pablo VI y Athenógaras), ocurrió en 1964, hace 45 años en Jerusalén. No podemos esperar que en ese tiempo se resuelvan dificultades teológicas e históricas de hace mil años. Pero en este tiempo hemos avanzado mucho. En este viaje me voy a ver con el Arzobispo de Bogotá, luego con el Nuncio Apostólico, con los luteranos y los anglicanos. Hace 50 años no existían esas posibilidades.
Cómo afrontar diferencias con la Iglesia Católica Romana como la del celibato, que ustedes no tienen...
Esas son cosas internas de nuestra hermana Iglesia Católica, sobre las que no podemos discutir. Lo primero es cómo solucionar las cosas de los fieles, no los cánones que llevan más de dos mil años, como que los padres puedan casarse o no. En la Iglesia Ortodoxa el 85 por ciento de los padres son casados. Y sólo el 15 por ciento son célibes. Esa es una decisión de cada uno, antes de su ordenación.
Hablando de los fieles, ¿qué tan fieles son los cristianos de estos días?
La realidad es que cada día menos cristianos viven su fe en su vida real, día a día; vemos que las iglesias no se llenan; esa es una dificultad. Es necesario que nos preguntemos: por qué los fieles no llegan, por qué no creen, por qué preguntan, por qué no respetan a la Iglesia.
¿El problema es con la Iglesia, con los obispos o los padres?
En parte sí, pero gran parte del problema es de la sociedad. Tenemos que mirar cómo solucionar la crisis en la que ha caído el cristianismo.
¿El cristianismo está en crisis?
Sí. Vivimos en una época de tecnología, que avanza diariamente, de pérdida de valores. Cada vez es más difícil vivir. Cada nueva posibilidad es una nueva tumba. Tenemos que ver cómo enfrentar la vida actual, y especialmente la llegada de otros credos. Además, los fieles hoy en día son distintos: hace 50 años nadie cuestionaba al sacerdote o al obispo; los fieles aceptaban todo, ahora cuestionan, preguntan por qué es necesaria una cosa o la otra o qué significa un sacramento.
Eso podría traducirse en una fe más madura...
Claro que sí. Es importante que el fiel se pregunte y que se les respondan sus preguntas. Lo más importante es la responsabilidad del fiel frente a su propia fe, a su propia voz.
¿Cómo debe ser, entonces, la relación con los fieles?
El sacerdocio real no debe ser entre los sacerdotes y los obispos, debe ser con los laicos, que cada vez tienen más inquietudes sobre sus espiritualidades. Las iglesias históricas a veces son muy estrictas frente a la vida de los fieles; eso, pienso, es una de las razones por las cuales la gente se sale de las iglesias históricas y abrazan la fe de los evangelistas.
¿Las iglesias cristianas, incluida la Católica, deben cambiar su trato con los fieles?
Tenemos la fuerza de nuestra historia sin atender las necesidades de nuestros fieles. Estas nuevas iglesias, como las evangelistas y pentecostales, llegan como iglesias más cerca de las necesidades de las personas. Tenemos que plantear opciones más fuertes, participar más en la vida espiritual de los fieles.
¿Qué piensa de las iglesias evangelistas y pentecostales, que también anuncian a Cristo?
Nuestros diálogos sólo los hacemos con las iglesias históricas. En mi concepto de fe, es necesario que la iglesia esté segura de que los fieles pueden recibir el perdón y la salvación que ofrece nuestro Señor; nosotros tenemos esta seguridad por los dos mil años que lleva nuestra iglesia. Creemos que entre la Iglesia Ortodoxa, los fieles tienen la seguridad de la posibilidad de su salvación; en las pequeñas iglesias, que funcionan en garajes o cosas así, Dios sabe; no yo.
Vino a visitar al redil de este credo en Colombia, conformado por unas 15 mil personas, y a reunirse con los voceros de las diferentes iglesias históricas cristianas del país. También se encontrará con el presidente Juan Manuel Santos y con algunos de sus ministros.
Parte de su misión, que es la misma del patriarca Bartolomé I -primer jerarca de la Iglesia Ortodoxa en el mundo-, consiste en promover un mensaje de unidad entre las diversas confesiones que anuncian a Cristo.
Aunque esta religión de dos mil años conserva intacto su credo y su palabra -la misma que en parte la llevó a distanciarse de la Iglesia Católica hace más de mil años-, es más moderna de lo que se podría pensar.
El arzobispo Athenágoras cree que el cristianismo mundial está en crisis y que las iglesias históricas, como la suya, deben dejar de ser tan estrictas si no quieren que sus fieles sigan huyendo hacia las iglesias evangélicas, que sí se acercan a las necesidades de sus creyentes.
¿Cuál es el mensaje que trae a Colombia?
Somos la continuación de los primeros cristianos, de los discípulos de Cristo desde el día del Pentecostés, sin cambiar nada desde hace dos mil años. Como ortodoxos tenemos un mensaje de la iglesia antigua y original; es un mensaje de amor a Cristo que busca un diálogo con nuestras hermanas iglesias históricas, especialmente con la hermana Iglesia Católica.
¿En qué consiste ese llamado?
En cada sacramento y oración, oramos por la unidad de los cristianos. Y esto qué significa: sabemos que es pecado ante Dios que el cuerpo de Cristo ahora esté dividido. Este es posiblemente el mayor pecado. Estoy seguro de que Jesús llora por este pecado: aquí hay católicos, allí ortodoxos, allá protestantes. Cristo es un sólo cuerpo, Dios es el mismo, la Virgen es la misma para todos, pero todos estamos divididos.
Entonces, ¿la Iglesia Ortodoxa Griega busca la unidad entre los diferentes credos cristianos?
Así es. Soñamos con la unidad, con comulgar con el mismo cáliz. Por ahora no podemos comulgar con los no ortodoxos. Por eso oramos por ese día, por que llegue rápido, para que yo pueda comulgar con mis hermanos obispos y fieles católicos, o luteranos o metodistas o anglicanos; estamos ahora en este diálogo para reunir a la Iglesia de Cristo como un cuerpo, sin divisiones.
¿Cómo unir a tantos credos, si cada uno tiene corrientes o dogmas propios?
Por eso insistimos en el diálogo, que no es fácil; estamos separados de la Iglesia Católica hace mil años. La primera reunión de un Papa con un patriarca nuestro (Pablo VI y Athenógaras), ocurrió en 1964, hace 45 años en Jerusalén. No podemos esperar que en ese tiempo se resuelvan dificultades teológicas e históricas de hace mil años. Pero en este tiempo hemos avanzado mucho. En este viaje me voy a ver con el Arzobispo de Bogotá, luego con el Nuncio Apostólico, con los luteranos y los anglicanos. Hace 50 años no existían esas posibilidades.
Cómo afrontar diferencias con la Iglesia Católica Romana como la del celibato, que ustedes no tienen...
Esas son cosas internas de nuestra hermana Iglesia Católica, sobre las que no podemos discutir. Lo primero es cómo solucionar las cosas de los fieles, no los cánones que llevan más de dos mil años, como que los padres puedan casarse o no. En la Iglesia Ortodoxa el 85 por ciento de los padres son casados. Y sólo el 15 por ciento son célibes. Esa es una decisión de cada uno, antes de su ordenación.
Hablando de los fieles, ¿qué tan fieles son los cristianos de estos días?
La realidad es que cada día menos cristianos viven su fe en su vida real, día a día; vemos que las iglesias no se llenan; esa es una dificultad. Es necesario que nos preguntemos: por qué los fieles no llegan, por qué no creen, por qué preguntan, por qué no respetan a la Iglesia.
¿El problema es con la Iglesia, con los obispos o los padres?
En parte sí, pero gran parte del problema es de la sociedad. Tenemos que mirar cómo solucionar la crisis en la que ha caído el cristianismo.
¿El cristianismo está en crisis?
Sí. Vivimos en una época de tecnología, que avanza diariamente, de pérdida de valores. Cada vez es más difícil vivir. Cada nueva posibilidad es una nueva tumba. Tenemos que ver cómo enfrentar la vida actual, y especialmente la llegada de otros credos. Además, los fieles hoy en día son distintos: hace 50 años nadie cuestionaba al sacerdote o al obispo; los fieles aceptaban todo, ahora cuestionan, preguntan por qué es necesaria una cosa o la otra o qué significa un sacramento.
Eso podría traducirse en una fe más madura...
Claro que sí. Es importante que el fiel se pregunte y que se les respondan sus preguntas. Lo más importante es la responsabilidad del fiel frente a su propia fe, a su propia voz.
¿Cómo debe ser, entonces, la relación con los fieles?
El sacerdocio real no debe ser entre los sacerdotes y los obispos, debe ser con los laicos, que cada vez tienen más inquietudes sobre sus espiritualidades. Las iglesias históricas a veces son muy estrictas frente a la vida de los fieles; eso, pienso, es una de las razones por las cuales la gente se sale de las iglesias históricas y abrazan la fe de los evangelistas.
¿Las iglesias cristianas, incluida la Católica, deben cambiar su trato con los fieles?
Tenemos la fuerza de nuestra historia sin atender las necesidades de nuestros fieles. Estas nuevas iglesias, como las evangelistas y pentecostales, llegan como iglesias más cerca de las necesidades de las personas. Tenemos que plantear opciones más fuertes, participar más en la vida espiritual de los fieles.
¿Qué piensa de las iglesias evangelistas y pentecostales, que también anuncian a Cristo?
Nuestros diálogos sólo los hacemos con las iglesias históricas. En mi concepto de fe, es necesario que la iglesia esté segura de que los fieles pueden recibir el perdón y la salvación que ofrece nuestro Señor; nosotros tenemos esta seguridad por los dos mil años que lleva nuestra iglesia. Creemos que entre la Iglesia Ortodoxa, los fieles tienen la seguridad de la posibilidad de su salvación; en las pequeñas iglesias, que funcionan en garajes o cosas así, Dios sabe; no yo.
JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO
REDACTOR DE EL TIEMPO
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