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lunes, 22 de agosto de 2011

COMPARTIR LA MESA CON JESUS, EN LA EUCARISTA CRISTO ESTA VIVO PRESENTE EN NOSOTROS

  MENSAJE DEL PADRE CELESTIAL


Te ha sido dado compartir y sentir en ti el calor supremo de quién ha encontrado en la Presencia Real y viva del Santísimo Sacramento del altar la fortaleza necesaria de todo aquél que se coloca a mi lado, la Presencia de tu Maestro y Señor en el pan vivo que se consagra en la mesa del altar.
Tu hermano el que como tú ha recibido de mí las llagas de mi pasión, es un enamorado de mí y es un enamorado de mi Presencia en un pequeño trozo de pan. Los hombres han dado por olvidado mis palabras, aquellas que un día repetí en la última cena juntos “ Haced esto en memoria mía” . Qué se supone hermano mío que significan esas palabras que Yo os hacía una promesa la de estar  presente cada día de vuestras vidas en su ser con tan solo un pedazo de pan.
Creo que recuerdas hermano mío que un día te mandé compartir el pan para que lo compartieras junto a los demás. Ese compartir del pan no fue solo sino que Yo tu Maestro, prometí estar junto a ti en esa noche y así fue como lo prometí hace muchísimos años, tantos que se ve los hombres lo han olvidado.
Tienes junto a ti a tu hermano, mi gran enamorado Pío, era necesario que en ti se renueve la Presencia compartida, en la sagrada eucaristía, pues ya nadie cree simplemente ese pedazo de pan no existe, y si tu supieras hermano mío que aquella noche en la que tu y Yo cenamos, allí frente a ti renovaba mi sacrificio, el de la cruz, moría delante de ti, una vez más, pero moría en el amor que tú supiste darme esa noche que hizo gloriosa mi entrega. Así que cada vez que un cáliz se levanta, cada vez que una Hostia se levanta, allí está la victima que se inmola por vosotros. Dentro de ese pedacito minúsculo de pan está Tu Señor, con todo su cuerpo, toda su alma y toda su Divinidad. Cuando una celebración se realiza en el altar del mundo se hace presente toda la creación, los cielos descienden hasta vosotros, la divina Trinidad os rodea y allí sois partícipe de mi gran amor, os unís a Mi, los cielos se unen a la tierra y renováis la alianza con vuestro Señor y al mismo tiempo os comprometéis delante de Mi a proclamar que hay un cielo nuevo y una tierra nueva, que el mundo nuevo está dentro vuestro y a vuestro alrededor.
Yo Tu Señor preciso de que no solamente compartas mi compañía en tu intimidad, sino que te he mandado realizar una nueva comunidad de amor y es allí donde dos o más se reúnen en Mi Nombre donde Yo estoy presente, es en el lugar donde vuestro Señor os congrega a todos y un día estarás dentro de ese lugar como un forastero, pero estarás a mi lado, me uniré a ti y juntos almorzaremos y te alimentaré con mi cuerpo y con mi sangre y tu con tu amor, con tu infinito amor que has demostrado tener por Mi. Sanarás mis heridas y luego otro día alguien se te acercará y entablará contigo un dialogo, te preguntará ¿porque vas allí?, ¿de donde eres? Y sabrás que es Mi enviado, uno que junto a ti podrá unirse y trabajar juntos en el nuevo reino del amor, como a mis discípulos no te he dado a conocer todo de una sola vez, sino que contigo he ido realizando sucesivas alianzas, te he mostrado mi rostro de a poco, has ido conociendo hermano mío mi intimidad, los misterios han sido desvelados uno por uno y por fin el Gran Misterio aquél que dice que Yo estoy presente por decisión propia en un simple pedazo de pan, compartido en comunidad, como la vez que cenamos juntos, de igual modo ese pequeño pedazo de pan que el mundo desprecia es el centro mismo del universo, foco supremo del amor y fuente inagotable de vida en el mundo. A lo largo de un día vuestro hermano mío, cada minuto tu Maestro se hace presente en la mesa del altar de algún lugar de la tierra, cada minuto me entrego en sacrificio una vez más, por cada uno de vosotros.
¿Qué es lo que mitiga el dolor? El amor que es lo que hace posible que me sostenga del madero, el amor. El amar como vosotros nunca amaréis.
Solo te pido hermano mío que por un momento, tan solo por un instante sientas dentro de ti, mi cruz,
 que sientas uno por uno los golpes de cada clavo en el martillo,
que sientas el no poder respirar y el no sentir ya diferencia alguna en el dolor,
pues llega un momento en que todo es igual,
no existe un dolor menor que otro, es una continua agonía,
y si he pasado cada uno de esos dolores, si he estado suspendido del madero y si os dije que esto que Yo hacía, lo repitierais por Mi. ¿Qué creéis los hombres que eso significa?

No siento, dicen, nada, es un trozo de pan y no siento nada. ¿Cómo no van a sentir que los abrazo en Mi amor? ¿Cómo no vais a sentir que me uno plenamente a vosotros? ¿Cómo no vais a sentir que mi vida es vuestra? Si cuando vosotros ingerís un alimento, ese alimento se hace uno en vosotros, pero cuando estáis en la Presencia de la Eucaristía, cuando Yo soy llevado a vuestro cuerpo, Yo os uno a Mi, no vosotros a Mi, Yo a vosotros, os tomo delicadamente entre mis brazos y os llevo al interior de mi corazón. ¿Y no sentís nada? ¿Cómo puede ser? Que seáis incapaces de sentir dentro vuestro como corre el manantial de amor de mi  Ser entero, vivo y presente, es Mi Cuerpo, es Mi Sangre, es Mi Alma, es Mi Divinidad y toda para vosotros, es tan solo un trozo de pan al alcance de todos, no precisáis llevar mucho para tenerme, solo un pequeño pedazo de pan.
Ahora hermano mío, supongamos que tú, en un acto de amor me invitas a cenar en tu casa. Se que prepararías para Mi el mejor de los manjares, pondrías el mejor mantel, prepararías agua para mis manos, aceite para mis pies, perfume para mi cabeza, dispondrías todo, porque sé que me amas.  Te sientas y aguardas, y aguardas, pasan las horas y Yo Tu Maestro no me hago presente, todo quedo listo para Mi, pero no acudo, me distraje en las maravillas del camino, me quedo conversando con los demás hermanos, olvido que tu me esperas y te lastimo. Lastimo tu interior que todo lo ha preparado para Mi, pues a lo mejor gastaste hasta el último centavo, solo para agradarme, pero no asisto.
Pues bien Yo os pedí, un día para Mí, un solo día para cenar juntos, hago lo mismo que tú harías por Mí y me quedo allí esperando. Hay otros días, lo se, hay otros modos de estar juntos, lo se, hay otros modos de hablar tu y Yo, también lo se,  pero ese para Tu Maestro es especial y te uní a Pío, él te guiará hermano mío, él hace de su cuerpo un altar como deseo que tu hagas del tuyo otro altar, pero para eso debes aprender, nadie aprende lo que es un altar si no lo ve, si no lo estudia, si no lo profundiza y si verdaderamente deseas halagarme ofreciendo tu cuerpo como un altar para Mi Cruz. Entonces es menester que aprendas, solo les pido a mis hermanos que compartan una vez en su vida, Mi Mesa.
Tu esposa siente ahora, el ruido del látigo, siente los golpes, no siente dolor solo escucha, para que sepas que es real, no merece Tu Señor quedarse solo otra vez en el gólgota, Señor ya no más, así fue mi entrega, así fue y así se renueva en cada Eucaristía.
Ahora eres mi sacerdote, participas de mi sacerdocio real, y ese sacerdocio lo ejerces al participar de la Eucaristía cada día de tu vida, la realizarás, no es necesario el templo, no lo es, son solo piedras, pero si debes aprender para realizarla los demás días, allí estaré Yo, Tu Maestro renovando mi sacrificio frente a ti, frente a todos los hombres de igual manera. Pero hermano mío, un solo día te espero allí para que la celebres junto a los demás hermanos, aprenderás y también sentirás como Yo, dolor. Muchos van por amor, otros simplemente por cumplir y otros van a mentir, pero si no lo ves no podrás comprenderme, comprender mis sentimientos, comprender lo que deseo sea cambiado, luchar por aquello que no es correcto, para que brille la verdad. En ese momento te abrazaré hermano mío y tu me abrazarás a Mi, y juntos celebraremos mi Pascua el paso de la muerte a la vida, eso será cada día que tu decidas estar allí, cuando dispongas tu corazón, Yo tu Maestro estaré aguardándote y juntos cenaremos y juntos como Juan estuvo junto a mi Cruz, estarás tu, y cuando el Cáliz sea elevado, sabrás que Yo Tu Maestro estoy allí de pie, diciéndote, aquí estoy para ti, hermano mío, pide lo que deseas, da gracias por lo que te ha sido dado, pide perdón por lo que has olvidado hacer y sobretodo dame tu amor que Yo me entrego a ti en amor puro y total, a quién está presente en el momento de la celebración de mi Pascua, le pido solo que centre su corazón en Mi, que centre sus oídos a mi Voz, que centre su vida en Mi Vida y entonces lograremos una unión perfecta de amor, Eucaristía dice tu hermano Pío,
“Milagro de amor, Eucaristía suprema entrega del Señor, te alabamos Victima Divina de Amor, los Ángeles sienten tus delicias, el hombre siente en ella Tu Fuerza y María es Madre de Amor, presente en el sacrificio de su Hijo”

Te espero hermano para gustar juntos ese momento, deseo escuchar tu hermosa Voz alabando en el templo, canta fuerte, hermano mío,
 Canta al amor de los amores, canta al Redentor, Gloria a Cristo Jesús,
Cielos y Tierras, Alabad al Señor, Honor y Gloria a Ti Rey de la Gloria,
 Amor por siempre a Ti, Rey del Amor
Venid ángeles del  Cielo y conformad a vuestro Señor,
Venid hermanos y gustad junto a nosotros del pan celestial
Venid el universo todo y unidos a Vuestro Dios,
Porque por un solo hombre en el mundo entró el pecado,
Y por un solo hombre nos fue dada la gracia, ese solo hombre nos libró de las garras del pecado,
Y nos llevó junto a El a vivir de su gloria eterna.
Amén.

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