Querido amigo:
Te escribo esta carta para contarte una cosa que me sucedió…
El otro día me puse a leer la Biblia. El pasaje que está en los evangelios, cuando arrestaron y crucificaron a Jesús. Entonces tuve una visión… y fue horrible.
Cuando Jesús fue arrestando en el monte de los olivos, entre la multitud que venía con las antorchas en mano… ahí estaba “yo”.
Cuando fue llevado ante Caifas, y el Sanedrín, y acusaban a Jesús de impostor… ahí estaba “yo”, acusándole.
Cuando fue llevado ante Pilatos y sin hallarle culpa, mandó azotarle…el soldado quien azotaba era “yo”.
Cuando trajeron la corona de espinas… fui “yo” quien se la puso.
Cuando Pilatos lo puso frente al pueblo, éste gritaba: ¡crucifícalo!… ahí estaba “yo” gritando: ¡crucifícale!.
Cuando el pueblo escogió a Barrabás antes que a Jesús… “yo” también pedía por Barrabás.
Cuando Jesús llevaba el madero por las calles… “yo” le escupía, y me burlaba de él.
Con martillo en mano… “yo” le clavaba los clavos.
“Yo” alcé la cruz a la vista de todos…
“Yo” jugaba con sus ropajes a sus pies…
“Yo” le clavé la lanza en su costado…
Sí amigo mío; fue una visión tan terrible que lloré… pero algo hermoso ocurrió luego…
Cuando “yo” le acusaba… su mirada me decía que me amaba.
Cuando “yo” le azotaba… cada latigazo que le daban me amaba más.
Cuando “yo” le puse la corona de espinos, cada gota de sangre que corría por su rostro… era inmenso amor hacia mí.
Cuando “yo” le gritaba:! Crucifícale!… Su amor era grande hacia mí.
Cuando “yo” escogí a Barrabás antes que a él… Su amor me abrazaba.
Cuando Jesús llevaba el madero por las calles… me miraba y me decía “Te Amo”.
Con “yo” tome el martillo en mano y clavé los clavos… sus gritos eran de amor hacia mi.
Cuando “yo” alcé la cruz a la vista de todos… él me decía que me amaba más.
Cuando “yo” jugaba con sus ropajes… su sangre derramada quemaba en mí ser por su amor tan intenso hacia mí.
Cuando “yo” le clavé la lanza en su costado… me dijo que por amor hacia mi, él moría en la cruz.
Comprendí Sus palabras, comprendí Su muerte y comprendí Su amor. Clavé mis rodillas ante la cruz; mi corazón y mis ojos no podían mirarle; arrepentido y quebrantado lloré… abrí mi corazón y acepte a Jesús como mi único Salvador, pues murió en la cruz por mis pecados, los cargó y perdonó con su preciosa sangre, y me lavó, me limpió… y ahora vivo para él.
Querido amigo, esta fue mi visión tan terrible y hermosa cuando leía la Biblia. Pero hay una cosa que no te he contado todavía…
Tú también estabas ahí…
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