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viernes, 7 de octubre de 2011

SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA. 04/10/2011


Cuánto más tengo que aprender, amada Madre, cuánto más me tienes que enseñar para que mi corazón sienta el dolor realmente que padecen mis hermanos. Quiero acompañarlos por el camino, no deseo que ninguno de ellos quede más solo, no quiero que el odio ni el rencor sigan invadiendo las mentes, no deseo sentir más la palabra guerra, odio y rencor, no deseo ver a niños llorando la pérdida de sus padres, no quiero ver a mi pueblo, a mis hermanos, sufrir por culpa de malos gobernantes, aquellos que con promesas engañan y después se olvidan de lo que dicen; quiero que la unidad llegue a través del amor. Sé que no soy nadie, apenas un grano de arena en la inmensidad, sé que mi palabra no es escuchada y no tiene valor, sé que muchos piensan que he enloquecido, pero si eso es verdad es de amor, pero de amor por cada uno de aquellos que están solos, sufriendo, de los niños, de los jóvenes que están perdiéndose entre la droga y el alcohol y nadie hace nada, todos y de todos los lugares nos decimos hermanos y qué hacemos realmente, si vivimos en nuestros propios yo, en el egoísmo, en la codicia, si no miramos, no caminamos, no nos unimos y sólo deseamos tener todo sin importarnos el sufrimiento y el dolor. Cuándo, Madre, pero cuándo mi pobre corazón dejará de llorar y se pondrá en camino a llevar la palabra, cuándo me dejarán estar al lado del que sufre, cuándo me permitirán amar con todas las fuerzas de la Llama que tú me diste de tu amor y por qué no me permiten, desde la pequeñez más grande, enseñar tu palabra y hablarles de tu amor, del amor de JESÚS y de nuestro amado Padre, y por qué no me dejan que mi cuerpo, ya gastado por los años, reciba al Espíritu Santo para que a través de él sane el cuerpo y las heridas del alma de millones de hermanos. Por qué siempre hay un impedimento, por qué siempre hay un “no se puede”, por qué siempre se tiene que guardar silencio, cuando el mundo entero puede saber de tu infinito amor, por qué ocultar la verdad, si nadie se va a desesperar al saber, todo lo contrario, es ahí cuando crecerían las grandes conversiones y el mundo volvería a ser el verdadero paraíso y el REINO DE DIOS.
Yo sé que soy el más pequeño y así quiero serlo, no deseo nada porque todo me lo diste, no pretendo nada porque tengo todo al tener tu amor, qué más puedo pedir, qué más puede desear mi pequeño corazón, no sé, pero quiero que sepan todos mis hermanos la verdad, y la verdad es que quiero vivir en cada uno, estar en cada uno y sufrir cuando ellos sufren y cargar sus cruces, quiero que reciban la voz del amor de CRISTO JESÚS. Yo soy sólo un hombre pequeño, lleno de temores y que también llora igual que todos ustedes, también no he de mentir, he sido un pecador, que lentamente voy cambiando y voy tratando de llevar una vida guiada por el amor. Déjenme ingresar en sus mundos, ayudarlos, déjenme acompañarlos y llámenme en todo momento que necesiten hablar y un hombro donde llorar, yo les aseguro que he de estar allí, junto a cada uno de ustedes siempre, porque más allá de mi persona, se encuentra alguien que hasta yo he descubierto hace muchos años, un hombre que ha venido por decisión de nuestra Madre a entregarles sus palabras y el verdadero amor del PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO. Déjenme ser simplemente la voz, la voz que junto a mis Pastores, a vuestros Pastores, los guíe rumbo al encuentro del más puro, divino y sublime amor.
Madre, hoy he querido hablarte y decirle al mundo entero la verdad. Sé que no te merezco, igual que el perdón, pero tú me elegiste quizás porque viste adentro de mi corazón la luz del amor, y mi palabra fue sí para siempre, hasta el último momento que me quede de vida, el sí a trabajar, a luchar desde la oración, a rescatar las almas y a entregarme en los brazos tuyos, AMADA MADRE MÍA, Y EN LOS BRAZOS DE CRISTO JESÚS. Y te reitero mi eterno amor y mi promesa formal de estar a tu lado y al lado de todos mis hermanos y hermanas con infinito y eterno amor.

Hijo mío, lo que habéis hecho es lo que esperaba, que dijerais e hicierais comprender a todos aquellos que os han injuriado, aquellos que no creen en ti igual que en muchos de vuestros hermanos y hermanas vuestras que llevan mi palabra al mundo, que tienen que creer en aquellos que ven que en sus ojos está la luz del amor, el amor que nosotros os entregamos, que luchan desde la pequeñez, que están siempre donde lo llaméis y nada reciben ni nada quieren. Por eso es importante para todos que comprendan que no os he elegido porque eres un ser superior, sino porque sabíamos desde el mismo momento de tu concepción, que seriáis un verdadero peregrino del amor y os mostramos muchos caminos, os dejamos recorrerlos y que vierais todo para que cuando os fuerais llamados os entregarais desde lo más profundo de vuestro corazón a la unidad de la luz, porque esa luz es el amor, el amor más sublime, más inmenso que viene de vuestro Padre a través del Hijo y del Espíritu Santo.
Seguid caminando, habladle al mundo y llevad mi palabra, amad con todas vuestras fuerzas a cada uno de ellos y no os ocultéis cuando de tus ojos parten lágrimas de dolor, mostradle al mundo que tú eres un hermano como ellos y que frente al dolor también lloráis y que sientes mucho dolor al verlos tristes, al ver a un mundo ensangrentando, a un mundo que no os respetáis, a un mundo que castiga hasta a la propia Madre Tierra, a un mundo perdido y llevado rumbo al dolor, a la inmensa noche. Por eso tenéis que luchar con la palabra y sembrar en toda la tierra la semilla del amor de mi amado HIJO JESÚS, orad junto a ellos, rezad el Santo Rosario, decidles que os confiesen, que reciban a mi Hijo, que lo abracen, que acudan al Sagrario donde lo encontraréis y dadles siempre vuestro amor.
Hijo, caminad siempre, yo a tu lado siempre estoy, caminad por todo lugar y no temáis, sigue el sendero de la luz y que nadie jamás pueda ni intente callar la voz del amor. Recordad que vuestra promesa es con vuestra Madre, con mi Hijo y siempre estaremos unidos por el eterno amor. Amén.

Madre, yo te entregué mi palabra y siempre seguiré cumpliendo con ella hasta que parta de este mundo, de esta vida a la verdadera vida. Y les repito a todos mis hermanos y hermanas y a vos, Madre mía y a CRISTO JESÚS, les pido perdón por el mal que sin darme cuenta he cometido y muchas veces cometo. PERDÓN.


SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.

04/10/2011 15:03 Horas.

AVELLANEDA – PROVINCIA DE BUENOS AIRES – REPÚBLICA ARGENTINA

Para pedidos de oración de los miembros del Cenáculo SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA: www.lavozdesantamaria.com.ar

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