Encontrarse de repente entre las carteleras publicitarias que ambientan nuestras ciudades, con un mensaje “firmado” por Dios, es como para dejar atónito a cualquiera. Nadie esperaría toparse, entre los anuncios de autos, bebidas, cigarrillos y otros productos, un “aviso de Dios”. Pero, ya ven, en este mundo uno ya puede esperarse de todo.
Porque resulta que efectivamente, en algunas ciudades de los Estados Unidos, están apareciendo "mensajes divinos". Ocupando un lugar en las principales carreteras, avenidas y vecindarios han sido colocados gigantescos avisos con frases como: "¿Necesitas instrucciones? – Dios", "Ven y trae a los niños – Dios", "¿Tienes alguna idea de hacia dónde vas? – Dios".
Y no es ninguna broma. La cosa está muy pensada y va en serio.
La campaña, denominada “Necesitamos conversar”, fue lanzada inicialmente en Florida y parece que ahora tomará dimensiones nacionales. En estos momentos ya cuenta con el apoyo de más de 800 empresas publicitarias que han decidido donar esfuerzo humano y medios para extender la “plática con Dios”, mediante enormes paneles, a lo largo y ancho el país. Piensan elaborar más de diez mil avisos publicitarios y llevarlos a más de 200 ciudades. Entre todas las empresas participantes han logrado una inversión de 15 millones de dólares para promover a Dios.
Más de alguno podría pensar: ¿y qué tiene que andar haciendo Dios en medio de realidades tan mundanas? Pues sí tiene que hacer y mucho. Puesto que Dios no se ha olvidado de los hombres, mientras muchos de ellos sí se han olvidado de Él. Y a mí me parece algo extraordinario y me encanta que ahora sean precisamente empresas publicitarias las que se hayan puesto a meter a Dios en la vida de los hombres y de las sociedades. Ya que siempre me había dado la impresión de que se proponían todo lo contrario.
Sinceramente, es para felicitar, alentar e imitar a los que apoyan y realizan esa iniciativa. Y con más razón si conocemos el origen y los motivos que la han suscitado. Surgió en la mente de un buen hombre que además donó personalmente los fondos para el comienzo de la campaña. Dije bueno y lo repito. Pues doblemente bueno ha de ser en verdad quien no sólo concibe tal proyecto y lo financia del propio bolsillo; sino que incluso ha querido mantenerse en el anonimato. El bien como que es más puro y sabe a más cuando se hace de oculto y con desinterés.
Es de admirar, por otra parte, lo que movió a este anónimo personaje a hacer lo que hizo. Él mismo lo expresó diciendo que mucha gente ha decidido aparentemente que sus reglas son las apropiadas, y que las de Dios no cuentan. Y por eso nuestro mundo se ve agredido con abusos, divorcios, inmoralidades sexuales, asesinatos, asaltos, drogas, alcohol. Aún así, Dios nos sigue queriendo ayudar, pero la gente lo deja fuera, lo excluye de la posible solución. Además aseguró que sentía estar haciendo lo que mucha gente que tiene a Dios como el centro de sus vidas, quisiera ver.
Y así es. Muchos queremos verlo. Deseamos ver a Dios promovido no sólo desde los púlpitos por los sacerdotes; no sólo en las parroquias por los catequistas; no sólo en las familias por fervorosos padres de familia. Queremos también ver a Dios -¿por qué no?- entre los carteles publicitarios.
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