Cuando, por algún motivo, no he podido recibir la comunión Eucarística, me queda la comunión espiritual.
LA COMUNION ESPIRITUAL
Hace algunos años descubrí una práctica piadosa que no he dejado hasta el día de hoy. Es la Comunión espiritual. Muchos santos y sacerdotes nos hablaron sobre esta devoción de piedad, alentándonos a practicarla. San Josemaría Escrivá también escribió sobre este admirable misterio que nos confiere las gracias de la comunión Eucarística.
"¡Qué fuente de gracias es la Comunión espiritual! Practícala frecuentemente y tendrás más presencia de Dios y más unión con Él en las obras".
Por el deseo sincero de recibirlo, Jesús te confiere la gracia. Lo da todo por las almas que tanto ama. Basta que lo deseen. Su Misericordia no tiene límites.
Cuando, por algún motivo, no he podido recibir la comunión Eucarística, me queda la comunión espiritual.
Yo la recomiendo mucho, sobre todo a los que no pueden comulgar.
A veces, mientras conduzco el auto, hago un alto y repito la fórmula que me enseñaron un día para hacer la comunión espiritual. También, durante la misa, al momento en que el sacerdote eleva la Hostia consagrada. ¡Qué momento! Jesús sabe encender nuestros corazones y siembra en nuestras almas el deseo fervoroso de recibirlo... ¡dulce huésped del alma!
Es una oración, sencilla en sí misma, pero, ¡cuán eficaz!:
“yo quisiera Señor recibiros
con aquella pureza,
humildad y devoción
con que os recibió
vuestra santísima madre,
y con el espíritu y fervor de los santos”.
Debiéramos repetirla con frecuencia, cada vez que podamos, y vivir más íntimamente unidos a Nuestro Señor.
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