Primer Mensaje
(12-10-1999)
Hijitos míos: Estos son tiempos de gran Misericordia y de gran Amor hacia vosotros, Mis pequeños. Son tiempos de purificación y de preparación a la Segunda Venida de Mi Hijo.
Todo nacimiento exige dolor, exige donación, exige dar la vida por el nuevo ser que nacerá. Ahora son tiempos en los cuales nacerá una nueva estirpe de amor, la estirpe real, escogida por Mí, vuestro Padre, desde antes de todos los siglos, estirpe que alabará Mi Santo Nombre, que adorará con grande amor y agradecimiento a su Dios, al Dios Creador, al Dios Redentor y al Dios Amor.
Sí hijitos míos, ahora estáis viviendo la purificación del género humano y de Mi Iglesia, y el resultado dará el pueblo escogido, Mi Pueblo amado, el cual me habrá escogido como a su Dios, como a su Padre, como a su Protector, como a su Pastor, en quien han puesto toda su confianza.
Será el pueblo que recibirá toda la herencia prometida de todos los siglos, en donde Yo seré su Padre y ellos serán Mis Hijos verdaderos; hijos obedientes, hijos dóciles, hijos bondadosos, hijos que formarán el pueblo en la fraternidad Divina, aceptando y siguiendo Mis Leyes y Mandatos con alegría y confianza, reconociendo que Yo, vuestro Dios, sólo puedo ofrecer a Mis Hijos cuidados y amor sin límite, y antes de haceros algún daño, me lo infringiría a Mí Mismo, como ya lo hice en la presencia de Mi Hijo Jesucristo en el pasado.
El maligno, en la libertad que tiene, por ser también creatura mía, quiere destruiros, quiere destruir todo lo que Yo he creado para consentir a Mis Hijos, a todos vosotros. Él ha pedido permiso para probaros en la Fe que Yo os he concedido desde el Bautismo y que he procurado reforzaros a través de la institución de los Sacramentos, legado de la Misión Divina de Mi Hijo sobre la Tierra, y con todos los Mensajes y recordatorios que os he enviado posteriormente, a través de Mi Hija, la siempre Virgen María, y de vuestros hermanos, profetas de vuestro tiempo.
Aquellos que han aceptado y seguido Mis indicaciones dadas por ellos, deberán vivir estos momentos en total paz, confianza y alegría, sabiendo que después del dolor vendrá Mi Reino sobre la tierra, la Nueva Jerusalén Celestial, anunciada desde antiguo y que, por fin, muchos de vosotros veréis y así confirmaréis Mis Promesas en vosotros mismos.
Ciertamente éstos son tiempos de dolor y de aflicción, dolor y alicción que Yo comparto con vosotros, puesto que así como algunos de vosotros me daréis las gracias, aceptando con docilidad, confianza, amor y sacrificio éstos momentos, al ofrecer vuestros dolores y molestias por la salvación de las almas que arrancaré de la Tierra; de otros de vosotros, en cambio, recibiré blasfemias, imprecaciones, abandono y ataque, porque no han sabido aceptar de su Dios, de su Padre, su voluntad.
Recordad que habéis venido a servir, no a ser servidos. En el servir se obtiene la alegría en los que son Míos. En el servir el alma santa encuentra su razón de ser. En el servir el alma se hermana con Mi Hijo Jesucristo. En el servir se crece en el amor. En el servir se prepara el alma para ser servida, cuidada, amada por Mí, vuestro Dios, para toda la eternidad.
Estos son los tiempos en los que Mí gran Misericordia se derramará para la salvación de innumerables almas, gracias a vuestra donación de amor en el dolor. La gran mayoría de vosotros veis sólo las catástrofes físicas y materiales, y no os ponéis a reflexionar que un alma vale muchísimo más que la total destrucción de una ciudad.
Un alma es parte de Mí, vuestro Dios, y si Yo Soy Omnipotente e infinito, vuestra alma también lo es, así que, para Mí, cada uno de vosotros vale más que muchos mundos juntos, por lo tanto, Mí Misericordia se derrama y se derramará en abundancia en estos tiempos, para poderos salvar a cada uno de vosotros.
Yo quiero recuperar lo que Me pertenece, y cada uno de vosotros es valiosísimo para Mí y lucharé contra las fuerzas del mal para poder recuperaros.
Como os he dicho, aquellos que son Mis Hijos verdaderos aceptan con alegría y docilidad estos momentos para ayudarme en la salvación de sus propios hermanos. Aquellos de corazón duro recibirán vida espiritual gracias a ellos, por su intercesión, para su salvación, y Yo proveeré de todo lo necesario para que esas almas duras se ablanden para obtener su salvación, aún en los últimos segundos de su vida.
Os repito lo que ya antes os dije: “Cuando comiencen los acontecimientos a realizarse, agradézcanmelo; cuando estén el los más fuerte, agradézcanmelo; cuando terminen, agradézcanmelo, porque Yo estaré velando por cada uno de vosotros en todo momento.
¿Qué padre o madre de la Tierra se podría apartar del hijo amado en los últimos instantes de su vida o cuando tienen problemas muy graves? Si esto vosotros lo hacéis y vuestro amor es pequeño es imperfecto. ¿Qué no haré Yo por vosotros, Mis pequeños, que Soy vuestro Padre en la Perfección y en el Amor?
Confíad en Mí. Los acontecimientos se tienen que dar para que, por fin, la maldad y la muerte sean vencídas.
Vosotros, los que más sufriréis y vayáis a morir, seréis los Cristos de este tiempo, quienes daréis vuestra vida para que surja la Nueva Vida en plenitud, Mi Vida entre vosotros. Cuando veáis la Luz del Nuevo Día, os daréis cuenta plena de lo valioso que fue vuestro dolor. Ya Mi Hijo os lo dijo: “El discípulo no puede ser más que el Maestro”. Si mi Hijo se dió por vosotros, ahora os toca daros por vuestros hermanos.
Estos son tiempos de Gran Misericordia y de Gran Amor en donde se verá la Caridad Divina actuando en muchos de vosotros, dando la vida propia por la salvación de vuestros hermanos.
Confiad en mi Sabiduría que todo lo ve, que todo lo sabe, que todo lo prepara para el gran Banquete. Todos estáis invitados, TODOS VOSOTROS, porque todos sois mis hijos. Venid a Mí, venid con confianza y alegría, porque el Nuevo Renacer se acerca, el despertar del Nuevo Día está a las puertas. El Amor Infinito pronto se va a manifestar.
Alegraos en medio del dolor, como la madre se alegra en el parto en medio del dolor, porque Yo seré nuevamente vuestro Padre y vosotros Mis hijos consentidos.
- La purificación se tiene que dar para vuestro bien, pero recordad que con vuestra oración, donación, aceptación a la prueba y al dolor, podréis reducir el tiempo y la crueldad con la que el maligno os atacará. De vosotros, de vuestra Fe, de vuestra oración y donación, dependerá el desarrollo de los acontecimientos.
Yo estoy y estaré con vosotros en todo momento, y vuestra Madre Santísima os protege y os guía como Madre amorosa que es, para llevaros por el buen camino, el cual os llevará a la perfección del Amor.
Confiad hijitos míos y no temáis en absoluto, porque el maligno no podrá hacer más allá de lo que tiene permitido. Nada será imposible de soportar para cada uno de vosotros si os apoyáis en Mi Gracia y en Mi Amor.
- La confianza que Me deis os dará la fuerza para resistir esta prueba fuerte, pero pasajera, la cual, en lugar de traeros mal, os llevará al la obtención del Gran Bien, el cual je reservado para cada uno de vosotros en el Reino de los Cielos.
Ninguno de los lugares que os he reservado es igual; cada uno lleva un sello particular, el sello con el cual habréis marcado vuestra vida con la donación de amor que hagáis por servirme, viviendo y aún, muriendo, por vuestros hermanos, buscando su salvación eterna y deseando para ellos el goce del Bien supremo por toda la Eternidad.
Recibid Mis Bendiciones, Mi Amor por entero y Mis Cuidados y, no dudéis, que Yo estaré con vosotros en todo momento, tanto para ayudaros a manteneros fuertes en la prueba, como para ayudaros a dar el paso definitivo para regresar a vuestro Hogar Celestial.
Segundo Mensaje
(29-10-1999)
Hijitos míos: Hoy os quiero hablar sobre el futuro próximo de vuestro Mundo.
La convulsión general se acerca a pasos agigantados, en parte porque se acelerarán los acontecimientos gracias a vuestra oración, y por otra parte, porque el enemigo no se ha de quedar con los brazos cruzados, como decís humanamente.
Los desastres naturales se harán cada vez más intensos, y eso provocará una gran pérdida de vidas humanas, pero lo que más os debe interesar, como hijos míos y viviendo la necesidad de la salvación de las almas de vuestros hermanos, es que el maligno acrecenterá su fuerza destructiva para hacer que vuestra alma vaya perdiendo la Fe en Mí que aún le quede.
Vuestro alrededor se volverá putrefacto. La hediondez de los cuerpos y de los espíritus inmundos os darán nauseas. Querréis morir del horror al ver cómo vuestro Mundo cambia su fisionomía, pero os pido mantengáis la paz y la confianza en Mí, vuestro Dios.
A través de los siglos, habéis de recordar como mi pueblo ha sufrido muchos escarníos. Mi Iglesia ha sufrido muchos ataques. Mi Santo Nombreha sido pisoteado por muchos. La tibieza y la maldad han destruido, en muchas familias del pasado la espiritualidad, y eso ha hecho que vuestro Mundo haya perdido su poder de lucha contra las fuerzas del mal.
La vida se ha degenerado, no tenéis la calidad de vida que debierais, la que Yo he deseado para todos vosotros; pero vuestro olvido al bien y vuestra aceptación al mal, os ha llevado a vivir como ahora estáis.
Yo no He querido, en lo absoluto, que vosotros padecierais lo que ahora estáis viviendo. Os he recordado, a través de los siglos, vuestras obligaciones y, en la gran mayoría de los casos, esos recordatorios de amor fueron pagados con el asesinato de mis mensajeros y, de entre ellos, el más importante, a Mi propio Hijo Jesucristo.
Obviamente sabéis que el príncipe de este mundo no quiere que el Amor Verdadero sea llevado a todos los rincones de la Tierra; él ha luchado y seguirá luchando hasta el final, hasta el tiempo que se le ha permitido, para tratar de destruir Mi Santo Nombre, de las almas de todos vosotros. Él no permitirá, hasta donde pueda, la salvación de vuestra alma para que podáis regresar triunfantes al Reino de los Cielos, a gozar por toda la Eternidad lo que él perdió por su pecado de soberbia, soberbia que aún sigue destilando como veneno mortal entre todos vosotros para separaros de Mí y así, también vosotros, sigáis la misma suerte que él y sus ángeles malos obtuvieron por ponerse en contra mía, en contra del Amor.
Entended, hijitos míos, que Yo, vuestro Dios, siendo todo Amor, Dulzura, Ternura, Delicadeza, me molesta grandemente el hablaros de todos los desastres que se os avecinan; pero recordad las palabras de Mi Hijo Jesucristo: “No temáis a aquel que pueda matar vuestro cuerpo; temedle a aquel que pueda matar vuestra alma”. El maligno sabe el valor de vuestra alma, y sabe perfectamente el daño que Me causa al robarme un alma y llevarla a la perdición eterna.
En estos momentos, hijitos míos, deberéis acrecentar vuestra oración, penitencia, ayuno, obras de caridad para con los que irán perdiendo sus pertenencias materiales; pero, sobre todo, deberéis acrecentar vuestra oración para que Mi Santo Espíritu pueda habitar perfectamente en vuestro corazón, y así Él pueda transmitir Mí Amor y los medios seguros de salvación a través de vuestra presencia y ejemplo entre vuestros hermanos. Ahora es cuando deberéis dar un bello ejemplo de la vida espíritual que lleváis en vuestro corazón y que Yo he preparado por siglos para que ahora seáis verdaderos testigos de la Fe y del amor de vuestro Dios, para la salvación del género humano.
Hijitos míos, vuestra vida del alma, vuestra vida eterna pende de un hilo, el hilo de vuestra donación libre y voluntaria a Mi Voluntad. Es un hilo de oro el que os está sosteniendo; es Mi Vida Misma la que quiere encarnarse en todos vosotros; sólo así, al permitirme usar mi Poder de Salvación, mi Poder de Amor a través vuestro, en cada uno de vosotros, podremos vencer a las huestes infernales.
Deberéis reconocer, con humildad, que vuestras fuerzas y capacidades humanas son muy limitadas, a causa del pecado que os cubre y el cual, en la mayoría de vosotros, os inhibe el crecer en la vida espiritual, porque se os ha hecho muy cómodo el no luchar contra las fuerzas del mal, ya que se han hecho parte y costumbre de vuestra vida diaria. Mientras no racapacitéis, entendáis y contrataquéis con la vida de la Gracia, con Mis Fuerzas de Amor y de Sabiduría Divina, no podréis vencer su fuerza maléfica.
Ved y entended, hijitos míos vuestra pequeñez y la necesidad que tenéis de ayuda Divina para la resolución de los problemas espirituales y mundiales que ahora estáis padeciendo y que se acrecentarán si no ponéis el remedio.
Ya os lo he repetido y no me cansaré de hacerlo, porque sois necios y rebeldes como el pueblo antiguo, pero sabed que soy vuestro Padre, que os amo hasta lo infinito como Soy, y que seguiré insistiéndoos a que reflexionéis y aceptéis vuestra salvación, la cual Me conviene más a Mí que a vosotros, porque el saber que al salvaros os voy a consentir con Mi Amor por toda la Eternidad, ello Me llena de júbilo infinito; os amo, hijitos míos, ¡os amo de verdad!
Voltead a todos lados, ved la realidad que estáis viviendo y reconoced que no podéis vosotros, ni vuestras autoridades mundiales, detener lo que ya se desencadenó. Sólo Yo, vuestro Dios, con vuestra ayuda humilde, podré lograrlo, porque en Mí está todo el poder y toda la Gloria y sólo Yo tengo la faculdad de detener el poder destructivo del maligno, pero Yo no os podré salvar si vosotros así no lo consentís. Hasta que en humildad no os reconzcáis pequeños, indefensos, pecadores y necesitados de Mí Fuerza en el Amor; entonces será cuando venga el Gran Cambio.
Por favor, adelantad el tiempo del triunfo, Mi Triunfo, para poder regalaros con la inmensidad de Mis Regalos de Amor, para todos vosotros. El ansia de amaros profundamente, ya como almas glorificadas y vencedoras, Me quema Mi Corazón con el Fuego de Mi Amor.
Venid todos, venid a los brazos ansiosos de amar de vuestro Padre Celestial. Dad el último paso triunfal en esta carrera de amor, la cual estáis ahora cumpliendo y terminando en la Tierra. La meta se acerca y los que quedéis, gozaréis de grandes, muy grandes bendiciones en vuestro cuerpo y alma; y los que hayáis dado vuestra vida mortal por dar vida espiritual y para que se dé rápidamente Mi Advenimiento de Amor sobre la tierra, vuestro premio en el Reino de los Cielos será tremendo, grandísimo, porque Yo así pago el bien que se me hace.
Hijitos míos, hay suficiente Gloria, hay suficiente Amor para ser derramado sobre cada uno de vostros por toda la Eternidad. Venid TODOS, aún los más agobiados por cargas de pecados pasados. Ahora es el tiempo del Gran Derrame de Amor y Misericordia de Mi Corazón Inmaculado. Arrepentíos de corazón, ved vuestras faltas pasadas y en profunda humildad presentádmelas para que Yo las lave con la Sangre del Cordero y así os dé el regalo de la Salvación eterna. No temáis ni hagáis caso a las insidias del mal que os hará creer que no tenéis salvación por vuestras faltas graves pasadas, el poder de perdón de mi Corazón Misericordioso es INFINITO, y vuestros pecados, por más graves que lo sean, nunca sobrepasarán el Poder de mi Misericordia. Acercaos con confianza y arrepentimiento como lo hacen los pequeños después de haber cometido una travesura. Pero sí: presentando vuestro corazón humilde y arrepentido, y yo os libraré de la carga del mal y de su ataque. Sólo os pido y os insisto: ¡Venid! y os encontraréis con un Padre amoroso que os comprenderá y os hará sentir bien por vuestro arrepentimiento y así no encontraréis al juez severo, que será sólo para aquellos que, aún sabiendo y reconociendo el poder del perdón de mi Misericordia Infinita, se enterquen en seguir pecando y negándome su salvación.
Que Mi Amor, Mi Gracia y Mi Bendición Infinitas os cubran y os llenen de Sabiduría para que os permitan reconocer el valor de Mi Vida de Amor que os habita a cada uno de vosotros.
http://www.comunidadessanpablo.com/
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