MENU

miércoles, 8 de febrero de 2012

LA IMPORTANCIA DE LA ARMADURA ESPIRITUAL

de Senderos de Paz de la Santísima Trinidad, el Martes, 6 de diciembre de 2011 a la(s) 22:45 ·
Un Soldado Completo de Dios


Un viejo hombre de Dios le preguntó un día a un estudiante de un seminario bíblico qué era lo que le pasaba que no lo veía bien. "Estoy un poco deprimido", fue la respuesta. "¿Te colocaste completa la armadura de Dios?", le preguntó el hombre. "Ah... (dijo el muchacho), usted se refiere a esa hermosa metáfora paulina del capítulo 6 de la carta de Pablo a los Efesios. Sí señor; me aprendí cada uno de sus verbos, sustantivos y participios. Hasta hice una exégesis completa de ese libro en griego"...
El hombre lo miró con enorme misericordia. "Escúchame, (le dijo), yo no te estoy preguntando si conoces acerca de la armadura de Dios; lo que te estoy preguntando es si te la pones todos los días". "¿La verdad?, no, (dijo el muchacho) ...no lo hago. Y le digo más: no tengo ni la menor idea de como debería hacerlo". "Bueno, está bien, -sonrió el hombre-, es hora de que lo aprendas porque ese es el motivo por el cual andas deprimido..."

Vamos a ver con detenimiento el pasaje de la carta a los Efesios, capítulo 10, versos 10 al 18:

Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza, dice el primer párrafo. Resulta obvio: cualquier creyente que se prepara para un conflicto necesita contar con el poder de Dios. Aunque tenga toda esa armadura colocada, si no tiene el poder, no va a pasar al frente. Ahora bien: primera consulta: ¿Cómo obtenemos ese poder? Pues a través de la comunión con el Señor, y en respuesta a la oración.


Vestíos de toda la armadura de Dios. Como obediente soldado, el cristiano debe ponerse la armadura que se le provee, sin restarle valor a ninguno de sus elementos, sin olvidar ninguno, porque: ¿Cómo puede saber qué punto indefenso podrá atacar el enemigo? Para que podáis estar firmes. Pablo explica que el soldado se coloca toda la armadura para poder resistir. Yo quiero recordarle a usted, aquí, que el término resistir en idioma bélico, no es aguantar, quedarse quieto recibiendo todo lo que le tiren, soportar, resignarse. Resistir en términos guerreros, es combatir hasta las últimas consecuencias.
Contra las asechanzas del diablo. Acá está bien claro contra qué debe resistir el soldado: contra los engaños, las estratagemas, las triquiñuelas, las trampas, las sutilezas y las mentiras bien armadas que elabora el diablo y sus secuaces.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Esto le dice que no estamos luchando contra adversarios físicos visibles, sino contra principados, contra las fuerzas organizadas de los poderes malignos. Luchamos contra huestes espirituales de maldad en todas las esferas y relaciones, y en la atmósfera que nos rodea.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo. Aquí está el criterio bien claro y explícito: no debemos confiar únicamente en precauciones y defensas humanas, sino que debemos tomar toda la armadura de Dios para que podamos resistir en el día de la tentación, ese tiempo especial o esa circunstancia espiritual o moral de prueba que puede aparecer en cualquier momento, y para la cual es siempre necesario estar preparado.
Y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes. Cuando se termina todo, cuando todo parece que está bajo control y la confianza humana comienza a ganarnos y hacernos confiar, ahí es donde recibimos esta advertencia. Cuidado, estén firmes, miren que no caigan, cuídense.


Ceñidos vuestros lomos con la verdad. Los lomos son esa parte del cuerpo que está entre las costillas y la cadera. El aparato digestivo, los órganos reproductores y los intestinos (que eliminan los residuos), están contenidos en este sector.
La faja de cuero o prenda de protección que cubría los lomos del soldado romano era la parte primera y más necesaria de su armadura. No sólo servía para conservar la armadura en su lugar, sino para sostener la espada.
Pablo enseña que nuestros lomos deben ser cubiertos con la verdad, la verdad interior, la autenticidad, y la determinación de propósito. El salmista dijo, en el Salmo 51:6: He aquí, tu amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Como creyente, tiene usted que estar saturado de la verdad de Dios; tiene que ser una persona de total integridad y rectitud moral. Tiene que saber quién es Dios y quién es Dios en usted. Usted se cubre sus lomos con la verdad, reafirmando la verdad respecto de usted mismo y respecto de Dios, y luego actuando según esa verdad, en lugar de actuar según sus emociones.


Y vestidos con la coraza de justicia. La coraza era una parte de la armadura que se usaba sobre el pecho. Los órganos vitales quedaban protegidos por la coraza: el esófago (lugar por donde pasa la comida al estómago), la faringe, el corazón y los pulmones.
¿Qué es la coraza de justicia en el creyente? Es la justificación de Dios por medio de la fe. Es la justificación por la sangre de la cruz. Esta justificación es el resultado de la renovación del corazón por medio del Espíritu Santo.
La coraza era una parte sumamente importante de la armadura defensiva del soldado. El nuevo hombre justificado que está en el creyente, resiste, se defiende, y se niega a fomentar sugerencias malignas. La coraza de justicia cuida con diligencia el corazón del creyente, porque del corazón nacen las decisiones de la vida.


Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. En la lucha cuerpo a cuerpo, la habilidad para estar de pie, para dar un paso al costado, para caminar y para correr, eran absolutamente esenciales. Puesto que la lucha del soldado romano era mayormente cuerpo a cuerpo, era de extrema importancia un calzado firme. Sus sandalias eran no sólo ajustadas con firmeza a sus pies y tobillos, sino que las suelas se tachonaban con clavos de cabeza grande, para impedir que el soldado resbalara.
Como participantes de una guerra, (una guerra espiritual), debemos calzarnos con la preparación (o sea: la disposición, la capacitación, la estabilidad que da el estar bien parado) que encontramos en el evangelio de la paz. Al caminar diariamente en la voluntad revelada de Dios y ordenar nuestra conducta y nuestra conversación de acuerdo con su Palabra, experimentamos un sentido de unidad con Dios y una seguridad de contar con la ayuda de Dios ante cualquier problema. Como creyentes, tenemos que caminar en la voluntad de Dios y dejar "huellas de paz" donde quiera que andemos.
ESCUDO DE FE


Sobre todo, tomad el escudo de la fe. El escudo era una parte de la armadura que se cargaba sobre el brazo o en la mano, para protegerse y cubrir el cuerpo en su totalidad durante la batalla. Sin embargo, las palabras "sobre todo" en este versículo no significan que el escudo de la fe fuese la parte más importante del equipo del soldado; era simplemente una parte de su armamento, que podía ser levantada y colocada sobre todas las partes del cuerpo, según se lo necesitara.
Como creyentes en Cristo, la fe nos presta el mismo servicio que el escudo al soldado, pero ¿cómo procuramos la fe? Efesios 2:8 dice que la fe es un don. Romanos 10:17 dice: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra (rema) de Dios. Gálatas 5:22 dice que la fe es un fruto del Espíritu Santo. Gálatas 2:20 dice que vivimos por la fe en el Hijo de Dios, que nos amó y se entregó por nosotros. Esa fe es el escudo del creyente.
Con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. El maligno no se refiere a una fuerza impersonal, sino a Satanás y a los enemigos malignos descriptos en el versículo 12.


El enorme escudo de los antiguos soldados se hacía de madera (para que fueran livianos), y cubiertos de cuero. Los cueros se empapaban en agua, para apagar las flechas encendidas, que eran los proyectiles más peligrosos del enemigo, disparados para destruir y para herir mortalmente. Pablo asegura que el escudo de la fe previene contra los más peligrosos ataques de Satanás.
El creyente toma el escudo de la fe y declara: "Estoy confiado en ti, Señor, para que me protejas. Puesto que estoy refugiado en ti, nada puede tocarme hoy si tú no lo permites.


Y tomad el yelmo de la salvación. El yelmo, que era la parte más costosa de la armadura, se usaba para proteger la cabeza. El yelmo de la salvación protege la mente y el pensamiento del creyente.
La palabra "tomar" en este versículo, significa literalmente "recibir", tomar en las manos el yelmo de la salvación que es don de Dios. Por lo tanto, el creyente debe pedir y recibir activamente la mente de Cristo y la paz de Dios, para proteger y montar guardia sobre sus pensamientos.


Y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. La espada era un arma ofensiva con una hoja de filo adosada a una empuñadura. Se usaba para herir o matar, y era símbolo de poder o autoridad, especialmente para juzgar y dictar sentencia.
El poder y la autoridad del cristiano lo constituye la Palabra de Dios. Al hablar de la espada del Espíritu o de la Palabra de Dios, la referencia aquí no apunta al Logos o a la Biblia entera como tal, sino al rema, la escritura particular, la afirmación, mandamiento o instrucción que el Espíritu dirige a nuestro espíritu o nos trae a la memoria en momentos de necesidad. Para que podamos manejar la espada del Espíritu con eficacia, debemos llenar nuestra mente de las Escrituras.
En el idioma griego se señala que el creyente debe recibir esta palabra específica de parte de Dios para una situación concreta. La revelación especial puede ser usada entonces como una afilada espada contra el enemigo y sus ataques.
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. La última y poderosa pieza de la armadura de Dios es la oración en el Espíritu. Esto significa orar en y con el espíritu en su lenguaje personal de oración, inspirado por el Espíritu Santo.
Al no orar con la mente sino con el espíritu, es posible obedecer el mandamiento de Pablo de "orar siempre". La única manera en que se puede orar siempre, o sin cesar, es orando con el Espíritu. Porque la mente tiene limitaciones; nos obstaculiza para orar como debiéramos. Pero el espíritu, redimido por la sangre de Jesús, y lleno del Espíritu Santo de Dios, no tiene limitaciones. Al orar, el Espíritu viene en su ayuda. Une sus fuertes ruegos a los suyos, e intercede ante Dios por usted y por el bienestar de otros creyentes. Cuando el Espíritu Santo lo capacita a orar de acuerdo con la perfecta voluntad de Dios, sus súplicas llegan a la presencia de Dios.
Piense en lo siguiente: su espíritu tiene acceso directo a sus cuerdas vocales, lo mismo que su mente. Por lo tanto, usted puede hacer voluntariamente una oración nacida en su espíritu. Si tiene don de lenguas puede hacerlo usando este don, ya que, -dice la Biblia-, el que ora en lenguas, a sí mismo se edifica. Esto, que a veces es dejado de lado porque parece muy egoísta, tiene absoluta validez cuando se trata de una comunicación a solas con el Señor. Cuando su oración pasa de lado su mente y hasta su lengua, la respuesta de Dios suele ser registrada por su mente y, entonces sí, queda capacitado para orar con entendimiento, tal como se señala en 1 Corintios 14:13-15.
Ahora bien: ¿Cómo se supone que se tiene que colocar la armadura de Dios? En oración, no hay otro modo. A riesgo de que lo calque como con carbónico y lo transforme en una especie de letanía tipo rezo, la colocación de la armadura de Dios que muestra Efesios 6 se hace efectiva en una oración más o menos así:

"En el nombre de Jesús, ahora me coloco toda tu armadura, Dios mío; en Cristo Jesús, calzo mis pies con el apresto del evangelio de la paz; en Cristo Jesús me coloco la coraza de justicia; en Cristo Jesús pongo en mi cabeza el yelmo de la salvación; en Cristo Jesús ajusto todo con el cinturón de la verdad; en Cristo Jesús tomo el escudo de la fe y en Cristo Jesús empuño la espada del Espíritu que es la Palabra.

¿Ya está? Una parte mayoritaria, sí: Lo que para nosotros parece nada más que palabras, para los demonios son realidades. Conozco un testimonio de alguien que en plena crisis ante una persona agresiva y violenta por influencia satánica, dijo en voz alta: Tomo tu escudo ahora Señor... Naturalmente ni él ni nadie vio absolutamente nada más que un calmarse por parte del hombre agresivo, pero nada sobrenatural ni fuera de lo común. Ese hombre, un día se entregó a Cristo y cuando lo hicieron recordar de ese incidente, él juró a quienes quisieran oírlo que él VIO con sus propios ojos el escudo que cubría a quien lo había colocado y que impidió, dijo, que pudiera atacarlo. Funciona.
Sin embargo, hay un punto que todavía, pese a la armadura colocada, parecería vulnerable. La oración que yo aprendí termina diciendo: ...Y te doy gracias Señor porque tu gloria protege mis espaldas. Yo la aprendí así y la repetí muchísimo tiempo. No siempre funcionó. ¿Sabe por qué? Porque nunca, hasta ahora, me había preocupado por escudriñar debidamente cuáles son los requisitos que pone Dios para que su gloria proteja, realmente, nuestras espaldas.
(Isaías 58: 1)= Clama a voz en cuello, no te detengas; (No es cuestión de hacer una rutina de orar a los gritos, pero aquí te dice que si tiene que clamar, lo haga a voz en cuello, o sea a los gritos y sin detenerse. Aunque eso pueda producir cierto escándalo en la clase religiosa de nuestro tiempo)
Es indudable que uno de los puntos más sobresalientes de todo esto, -si no el más sobresaliente-, es la oración. La palabra, en el mismo contexto inicial, dice que debemos velar en ello, (la oración) con toda perseverancia y súplica por todos los santos. De allí que vemos con claridad que este pasaje de Efesios 6 no fue escrito simplemente como una bella metáfora. Fue escrito para que lo obedezcamos y lo apliquemos todos los días de nuestra vida.
Pero cómo puede un creyente colocarse una armadura que él o ella no puede ver, tocar o percibir? Por fe, haciéndonos una representación visual de cada una de sus partes. Nos ponemos la armadura al creer y confesar las promesas de Dios. Cada día, el creyente debiera orar Efesios 6:14-17 y por fe colocarse la armadura completa de Dios parte por parte. Tómese un minuto para aprender cómo colocarse la armadura de luz, el Señor Jesucristo.
Los lomos ceñidos con la verdad. JESUS ES MI VERDAD. Yo soy el camino, la verdad, y la vida, (Juan 14:6); En lo secreto me has hecho comprender sabiduría, (Salmo 51:6) He aquí, en perfecto orden, la armadura en sí misma, una declaración de fe y una promesa de Dios a través de su palabra escrita. Sigue:
La coraza de justicia. JESÚS, TÚ ERES MI JUSTICIA. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hecho justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21). Y vosotros estáis completos en él (Colosenses 2:10)
Preparación del evangelio de la paz. JESÚS, TÚ ERES MI PREPARACIÓN. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13)
El escudo de la fe. JESÚS, TÚ ERES MI FE. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20) La fe es por el oír, y el oír por la palabra (rema) de Dios, (Romanos 10:17)
El yelmo de la salvación. JESÚS, TÚ ERES MI SALVACIÓN. Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen (Hebreos 5:9) Jehová Señor, potente salvador mío, tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla. (Salmo 140:7)
La espada del Espíritu que es la palabra (rema) de Dios. JESÚS, TÚ ERES MI PALABRA VIVIENTE. ...él os bautizará en Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11) Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
¿Qué pasa con usted? Seguramente no se le ocurriría ir a trabajar o a la iglesia sin estar correctamente vestido, pero: ¿Camina día a día con su vestimenta espiritual? Si no lo hace, el diablo lo ve andar espiritualmente desnudo, y se ríe porque sabe que está indefenso ante sus ataques.
Aprenda a colocarse la armadura completa de Dios, y hágalo todos los días. Niéguese a dejar que Satanás obstaculice o impida los propósitos de Dios para su vida! Ore construyendo un cerco de protección alrededor de usted mismo y de sus seres queridos. Eso es lo que vamos a poner en marcha a partir de ahora mismo, si es que realmente deseamos no padecer bajo las influencias "climáticas" del mundo espiritual, invisible, pero más que real, intangible, pero efectivamente cierto. Sobrenatural, pero unidos de un poder que viene del Cielo, que es totalmente gratuito y por gracia, y que además tiene total y absoluta victoria sobre otro poder sobrenatural, infinitamente menor sustentado por Satanás; ese poder por el que muchos cristianos, hoy día, en su peligrosísima ignorancia, hasta pagan entrada en teatros para ver, oír y, ¡obviamente!, compartir.

Fuente: Michael Luzardo Sulbarán
http://www.youtube.com/watch?v=8XLXHa8nTP0&feature=player_embedded

· · Compartir

No hay comentarios:

Publicar un comentario