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sábado, 10 de marzo de 2012

¡OH, QUÉ ALEGRÍA TRAERÁ AL PUEBLO DE DIOS LA PRESENCIA DE ENOCH Y ELÍAS!

Amadísimos hijitos de mi corazón, que la paz de Dios esté con todos vosotros.

Vivid en recogimiento y en oración estos días próximos a la semana mayor; haced buenas confesiones, para que estéis preparados para el Aviso y no os coja por sorpresa el llamado de mi Padre.

Elías muy pronto se manifestará y junto con Enoch, del cual ya tenéis referencia, serán los dos candelabros que allanarán conmigo el camino para la próxima venida de mi Hijo. Ellos Destruirán las herejías y doctrinas de mi adversario y sus falsos profetas; tendrán la Sabiduría del Espíritu y profetizarán en la tierra por espacio de 1,290 días; tiempo en el cual los cielos se cerrarán con el fin de que no llueva y así dar cumplimiento a lo que está escrito. Os pido hijitos que le brindéis toda vuestra colaboración a nuestros dos olivos, para que puedan cumplir la misión que el cielo les ha encomendado.

Naciones fieles al Dios de la Vida, aclamad al Señor porque viene delante de sus dos mensajeros a traer la paz y anunciar la salvación a su pueblo; abridle paso porque él irá dejando huellas que harán camino, para que lo sigan son dos olivos. Dichosas las naciones que han sido elegidas con la presencia de los mensajeros del Señor. ¡Oh, qué alegría traerá al pueblo de Dios la presencia de Enoch y Elías!. Ellos serán luz y disiparán las tinieblas, serán paz y consuelo para el pueblo de Dios; ellos son los dos candelabros que el Señor ha puesto para que alumbren la oscuridad de aquellos días.

Enoch y Elías le devolverán la fe a un pueblo de Dios que caminará por el desierto en medio del dolor y el caos; ellos irán regando semilla de esperanza y confianza en Dios; serán la voz del Señor en aquellos días. Y el pueblo que yace en penumbras verá la luz. Y el corazón de los padres volverá a los hijos y el corazón de los hijos volverá a los padres, para que cuando venga el Señor no tenga que exterminar la tierra.

Ya se acercan los días de los mensajeros del Señor, alegraos simientes del Dios de la Vida, porque harán grandes prodigios por la gracia de Dios y mantendrán informado al Rebaño del Señor de la Voluntad del Padre. Despejad los caminos, porque ya vienen los mensajeros del Señor, anunciando la paz, devolviendo la fe y trayendo la esperanza a un pueblo que yace desvalido por su paso por el desierto. La Gloria de Dios estará con ellos y el yugo que mi adversario ha puesto sobre el pueblo de Dios, será roto.

Hijitos míos, acoged pues a los mensajeros del Señor, porque ellos allanarán conmigo, el camino para el regreso triunfal de mi Hijo.

Que la paz de Dios habite en vuestros corazones y mi protección maternal os asista siempre. Vuestra Madre María, Señora de todas las Naciones.

Dad a conocer mis mensajes, hijitos de mi corazón.

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