NO PERMITIRÉ QUE LOS DOLORES, EL MARTIRIO INCRUENTO DE MI SANTA MADRE SE MALOGREN
Hijos Míos, Soy Jesús de Nazaret quien os habla. Hijos de Mi Divino Corazón que Me sois fieles y que vivís pendientes de Mí y de Mi Evangelio, os digo que antes se puede desintegrar el Planeta Tierra, a que Mis palabras dejasen de existir, porque hijos, eso es lo que quisiera Satanás, que unos cuantos rebeldes manipulados y dirigidos por el, hundan toda la doctrina que Yo traje y que el Magisterio de la Iglesia ha guardado celosamente durante siglos. Yo, Jesús de Nazaret, os hablo.
Mis palabras son palabras de Vida Eterna y nadie las vulnerará, ni las extinguirán. Parecerá que sí que Me han vencido, pero no hijos, no, porque todo lo que en el Cielo se pensó para la salvación de las almas no lo va a hundir ningún rebelde de la Tierra, porque Yo Soy el Todopoderoso, pero os pido misericordia para con ellos, os pido oración y penitencia, para que quienes no quieren obedecer a Mi Papa, depongan su actitud. Yo, Jesús, os hablo.
Soy el Dios Altísimo, Hijo de María y de José, y os digo, que los dolores de Mi Santa Madre no se malograran, porque Ella, al pie de la Cruz sufrió por el nacimiento de Mi Iglesia y regó con sus lagrimas y sufrimientos Mi doctrina, lo que os enseñé en Mi paso por la Tierra, y Yo no permitiré que los dolores, el martirio incruento de Mi Santa Madre se malogre porque hayan sacerdotes que se levanten en rebeldía y, pretendan ellos sustituir en unos días el Magisterio de la Iglesia Católica y hacerlo a su antojo y conveniencia.
Quien se alza contra Mí, se alza contra la Verdad y la Justicia y el mal hace mucho ruido pero no vence, mas bien estimula a Mis fieles seguidores a batallar con (más) tesón, y así, sin que los que se alzan en Mi contra se den cuenta, su mal acrecienta el bien en Mis verdaderos y auténticos discípulos, en aquellos que aceptan Mi santa doctrina, porque su actitud les estimula a darme más y a padecer por el bien de la Iglesia Católica. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.
Sed fieles a Mi amor y tened esperaza de que Yo no os dejaré nunca hasta el fin de los siglos. Yo, Jesús, os hablo.
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