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martes, 17 de abril de 2012

Las 15 Oraciones Reveladas Por Nuestro Señor a Santa Brígida de Suecia

Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuantos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Un cierto día se le apareció Jesucristo, diciendole: "Recibí en Mi Cuerpo, cinco mil, cuatro cientos ochenta latigazos; son 5480 azotes. Si quereis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padrenuestro, también 15 veces el Ave Maria, con las siguientes Oraciones, durante un año completo. Al terminar el año, habreis venerado cada una de Mis Llagas." (Nuestro Señor mismo le dictó las Oraciones a la Santa).
Entonces, Nuestro Señor hizo las siguientes PROMESAS, a las personas que se aplicarán a rezár estas Oraciones, por todo un año. He aqui las PROMESAS:


Libraré del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje.
15 almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en gracia.
15 pecadores de su linaje serán convertidos.
El que rezare estas Oraciones, alcanzará el primer grado de la perfección.
15 días antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo, para que se escape del hambre eterno; y le daré de beber de Mi Preciosísima Sangre, para que no padezca de sed eternamente.
15 días antes de su muerte, sentirá contricción profunda por todos sus pecados; y tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas.
Yo pondré el Signo de Mi Victoriosa Cruz delante de él, para que sea su amparo y defensa contra las asechanzas de sus enemigos.
Antes de su muerte, vendré a él con Mi Carisma y Bienamada Madre.
Benignamente recibiré su alma; y e conduciré a las delicias eternas.
Y habiendo conducido a esta alma hasta las Mansiones Eternas, allí le daré de beber del Manatial de Mi Divinidad; cosa que no haré con los que no hayan recitado Mis Oraciones.
Haz saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aun por 30 años, si rezare devotamente estas Oraciones, ó si hubiere propuesto rezarlas, el Señor le perdonará todos sus pecados.
Yo le defenderé contra graves tentaciones.
Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.
Le preservaré de una muerte repentina.
Su alma será librada de la muerte eterna.
Esta alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.
Si haya vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y si debiera morir al dia siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se confiese bien.
Cada vez que un alma rezare estas Oraciones, ganará 100 días más de indulgencia.
Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Angeles.
Al que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo; y el mérito perdurable por toda la eternidad.
Dondequiera que se rezaren estas Oraciones, ó si se rezan en algún tiempo futuro, allí estará Dios presente con su Gracia.
Santa Brígida de Suecia, 1302-1373.


Primera Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesucristo! ¡Sois la Eterna Dulzura de todos los que Os aman; la Alegria que sobrepasa todo Gozo y Deseo; la Salvación y Esperanza de todos los pecadores!. Habeis manifestado no tenér mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amais hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitúd de los tiempos, por amor a ellos. Acordáos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción; y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; asi como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según el Plan Divino.
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Acordaos, Oh Señor, que durante la Ultima Cena con Vuestros Discípulos les habéis lavado los pies; y después, les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
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Acordaos de la tristeza y amargura que habeis experimentado en Vuestra alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi alma está triste hasta la muerte".
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Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos, e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra Madurez y en la Solemne Estación Pascual.
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Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronandoos de espinas, pusieron en vuestras manos una caña. Finalmente fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes, y agobiado de oprobios y ultrajes.
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En memoria de todas estas penas y dolores que habeis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contricción verdadera, una confesión sincera y completa; adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén.
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Segunda Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, la Verdadera Libertad de los Angeles y Paraiso de Delicias!. Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando, vuestros enemigos como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias, salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo.
En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡Oh mi Salvador y Redentor!, que me libreis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagais que yo alcance la perfección de la Salvación Eterna. Amén.
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Tercera Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar!. Vos lo abarcais todo y todo es sostenido bajo Vuestra Amorosa Potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judios, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viendoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furór, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz, y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
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¡Oh Jesús!, en memoria de este Santo Dolor que habeis soportado con tanto amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.
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Cuarta Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras!. Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habeis sufrido en todos Vuestros Miembros y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros Sufrimientos, no dejásteis de pedir por Vuestros enemigos a Vuestro Padre Celestial, diciendole: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen."
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Por esta inmensa Misericordia, y en memoria de estos Sufrimientos, Os hago esta súplica: Conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contricción, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
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Quinta Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Espejo de Resplendor Eterno!. Acordaos de la tristeza aguda que habeis sentido al contemplar con anticipación las almas que habian de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habeis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente, habeis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y Os habeis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
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Por este abismo de compasión y piedad y principalmente por la bondad que demostrásteis hacia el buen ladrón diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el Paraiso.", hago esta súplica, Dulce Jesús, Os pido que a la hora de mi muerte tengais misericordia de mi. Amén.
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Sexta Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado!. Acordáos del dolor que habeis sufrido, cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos; con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra Agonia, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendásteis a Vuestro fiel discípulo Juan, diciendo a María: "¡Mujer, he aqui a tu hijo!", y a Juan: "¡He aqui a tu Madre!".
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Os suplico, ¡Oh mi Salvador!, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengais compasión de mi. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporal como espirituales, ten piedad de mi. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
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Séptima Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Inagotable Fuente de Compasión, ten compasión de mi!. En un profundo gesto de amor, habeis exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!". Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador!, Os ruego que inflamais nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección en todas nuestras obras. Entinguid en nosotros la concupiscencia carnal, y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
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Octava Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu!. Por el vinagre y la hiel amarga que habeis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oid nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente, Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima, durante nuestra vida; y también a la hora de la muerte, para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
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Novena Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Virtud Real y Gozo del alma!. Acordaos del dolor que habeis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos, clamásteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado?".
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Por esta angustia, Os suplico, ¡Oh mi Salvador!, que no me abandoneis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.
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Décima Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud Plena!. Acordaos que por nuestra causa fuisteis sumergido en un abismo de penas; sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardad por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos, cuyo camino de Vuestra Ley Divina es ámplio y agradable, para aquellos que Os aman. Amén.
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Undécima Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús!, ¡Abismo muy profundo de Misericordia!. En memoria de las Llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartais del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mi. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas; hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
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Duodécima Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad!. Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrrojecidas, ¡Oh dulce Jesús!, por la efusión de Vuestra Adorable Sangre. ¡Oh que dolor tan grande y repleto habeis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne Virginal!, ¡Dulcísimo Jesús!. ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habeis hecho?. Nada falta. ¡Todo lo habeis cumplido!. ¡Oh Amable y Adorable Jesús!, por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el fruto meritorio de Vuestros Sufrimientos sea renovado en mi alma, y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día, hasta que llegue a contemplaros en la Eternidad. ¡Oh Amabilisimo Jesús!, Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.
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Decimo Tercera Oración.


Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Fuerte León, Rey Inmortal e Invencible!. Acordaos del inmenso dolor que habeis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras Fuerzas, tanto morál como física, inclinásteis la Cabeza y digiste: "Todo está consumado".
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Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengais piedad de mí en la hora de mi muerte, cuando mi mente estará tremendamente perturbada, y mi alma sumergida en angustia. Amén.
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Decimo Cuarta Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Único Hijo del Padre Celestial, Esplendor y Semejanda de Su Esencia!. Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis a Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!". Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra Misericordia para redimirnos, habeis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, ¡Oh  Rey de los Santos!, confortadme. Socorredme, para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
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Decimo Quinta Oración.
Padrenuestro - Avemaría.
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¡Oh Jesús, Verdadera y Fecunda Vid!. Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra Preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
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De Vuestro Costado perforado por un soldado con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fué destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada y disecada la Médula de Vuestros Huesos.
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Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra Preciosa Sangre, Os suplico, ¡Oh Dulcisimo Jesús!, que recibais mi alma cuando yo esté sufriendo, en la agonia de mi muerte. Amén.
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Conclusión: ¡Oh Dulce Jesús!, Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan dia y noche. Convertidme enteramente Oh mi Señor a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación Perpétua. Y que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso, y alabaros para siempre en el Cielo, con todos Vuestros Santos. Amén.

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