VATICANO, 20 May. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- En sus palabras previas al rezo del Regina Caeli, en la Plaza de San Pedro, junto a miles de fieles, el Papa Benedicto XVI animó a confiar plenamente en la oración al Señor para alcanzar nuestros anhelos.
Benedicto XVI subrayó que “para alcanzar las peticiones que tenemos en nuestro corazón, no hay mejor medio que poner la fuerza de nuestra oración en aquella cosa que agrada más a Dios".
"Entonces, no sólo dará lo que le pedimos, que es la salvación sino que todavía más, lo que Él ve que nos conviene y es bueno aunque no se lo pidamos”.
El Papa señaló que la Ascensión de Jesús a los Cielos, Fiesta que la Iglesia celebra hoy, “proclama no sólo la inmortalidad del alma, sino también aquella de la carne".
"No sólo somos confirmados como poseedores del paraíso, sino que también somos penetrados en Cristo en las alturas de los cielos”.
El Santo Padre explicó que con el misterio de la Ascensión, Dios “nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios, y así, cada vez que oramos, la tierra se une al Cielo. Y como el incienso, quemando, hace subir hacia las alturas su humo de suave aroma, de este modo, cuando elevamos al Señor nuestra ferviente y confiada oración en Cristo, ella atraviesa los cielos y alcanza el Trono de Dios, es escuchada por Él y es respondida”.
“Por eso, cuando los discípulos vieron al Maestro elevarse sobre la tierra y elevarse hacia las alturas, no fueron invadidos por el desconsuelo, sino que por el contrario, experimentaron un gran gozo y se sintieron impulsados a predicar la victoria de Cristo sobre la muerte. El Señor resucitado actuaba en ellos, distribuyó a cada uno un carisma propio, para que la comunidad cristiana, en su conjunto, reflejara la armoniosa riqueza de los Cielos”.
El Papa recordó que Dios depositó en todos un don, a unos el “don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros”, y “organizó en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la plenitud de Cristo”.
Benedicto XVI indicó que la Ascensión de Jesús se cumple cuarenta días después de su Resurrección y marca el cumplimiento de la salvación iniciada por la Encarnación. El Señor, “después de instruir por última vez a sus discípulos, sube al cielo".
"Pero no se separó de nuestra condición; sino que en efecto, en su humanidad, asumió con a los hombres en la intimidad del Padre y así reveló el destino final de nuestro peregrinar terrenal”.
Benedicto XVI subrayó que l Ascensión es el último acto de nuestra liberación del pecado, y así como el Señor “descendió del Cielo por nosotros, y sufrió y murió en la cruz por nosotros, también ha resucitado y a regresado a Dios, por ello no está lejano, sino que es Dios nuestro, Padre nuestro”.
Al concluir el rezo del Regina Caeli, el Papa recordó la celebración de la Jornada de las Comunicaciones Sociales, bajo el tema “Silencio y Palabra: Camino de Evangelización”.
El Santo Padre indicó que el silencio “es parte integrante de la comunicación, es un lugar privilegiado para el encuentro con la Palabra de Dios, y con nuestros hermanos y hermanas”.
Por ello, el Papa invitó a todos “a orar para que la comunicación, en cada una de sus formas, sirva siempre para instaurar con el prójimo, un dialogo autentico, fundado en el respeto reciproco, la escucha y el compartir”.
Benedicto XVI también animó a los fieles de todo el mundo que el próximo 24 de mayo nos unamos en oración ante la Virgen de Sheshan “con todos los católicos que están en China, para que anuncien con humildad y con alegría a Cristo muerto y resucitado, sean fieles a la Iglesia y al Sucesor de Pedro y vivan diariamente de modo coherente con la fe que profesan”.
“María, Virgen fiel, apoya el camino de los católicos chinos, haz una oración cada vez más intensa y preciosa a los ojos de Señor, y haz crecer el afecto y la participación de la Iglesia Universal al camino de la Iglesia que está en China”.
Benedicto XVI subrayó que “para alcanzar las peticiones que tenemos en nuestro corazón, no hay mejor medio que poner la fuerza de nuestra oración en aquella cosa que agrada más a Dios".
"Entonces, no sólo dará lo que le pedimos, que es la salvación sino que todavía más, lo que Él ve que nos conviene y es bueno aunque no se lo pidamos”.
El Papa señaló que la Ascensión de Jesús a los Cielos, Fiesta que la Iglesia celebra hoy, “proclama no sólo la inmortalidad del alma, sino también aquella de la carne".
"No sólo somos confirmados como poseedores del paraíso, sino que también somos penetrados en Cristo en las alturas de los cielos”.
El Santo Padre explicó que con el misterio de la Ascensión, Dios “nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios, y así, cada vez que oramos, la tierra se une al Cielo. Y como el incienso, quemando, hace subir hacia las alturas su humo de suave aroma, de este modo, cuando elevamos al Señor nuestra ferviente y confiada oración en Cristo, ella atraviesa los cielos y alcanza el Trono de Dios, es escuchada por Él y es respondida”.
“Por eso, cuando los discípulos vieron al Maestro elevarse sobre la tierra y elevarse hacia las alturas, no fueron invadidos por el desconsuelo, sino que por el contrario, experimentaron un gran gozo y se sintieron impulsados a predicar la victoria de Cristo sobre la muerte. El Señor resucitado actuaba en ellos, distribuyó a cada uno un carisma propio, para que la comunidad cristiana, en su conjunto, reflejara la armoniosa riqueza de los Cielos”.
El Papa recordó que Dios depositó en todos un don, a unos el “don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros”, y “organizó en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la plenitud de Cristo”.
Benedicto XVI indicó que la Ascensión de Jesús se cumple cuarenta días después de su Resurrección y marca el cumplimiento de la salvación iniciada por la Encarnación. El Señor, “después de instruir por última vez a sus discípulos, sube al cielo".
"Pero no se separó de nuestra condición; sino que en efecto, en su humanidad, asumió con a los hombres en la intimidad del Padre y así reveló el destino final de nuestro peregrinar terrenal”.
Benedicto XVI subrayó que l Ascensión es el último acto de nuestra liberación del pecado, y así como el Señor “descendió del Cielo por nosotros, y sufrió y murió en la cruz por nosotros, también ha resucitado y a regresado a Dios, por ello no está lejano, sino que es Dios nuestro, Padre nuestro”.
Al concluir el rezo del Regina Caeli, el Papa recordó la celebración de la Jornada de las Comunicaciones Sociales, bajo el tema “Silencio y Palabra: Camino de Evangelización”.
El Santo Padre indicó que el silencio “es parte integrante de la comunicación, es un lugar privilegiado para el encuentro con la Palabra de Dios, y con nuestros hermanos y hermanas”.
Por ello, el Papa invitó a todos “a orar para que la comunicación, en cada una de sus formas, sirva siempre para instaurar con el prójimo, un dialogo autentico, fundado en el respeto reciproco, la escucha y el compartir”.
Benedicto XVI también animó a los fieles de todo el mundo que el próximo 24 de mayo nos unamos en oración ante la Virgen de Sheshan “con todos los católicos que están en China, para que anuncien con humildad y con alegría a Cristo muerto y resucitado, sean fieles a la Iglesia y al Sucesor de Pedro y vivan diariamente de modo coherente con la fe que profesan”.
“María, Virgen fiel, apoya el camino de los católicos chinos, haz una oración cada vez más intensa y preciosa a los ojos de Señor, y haz crecer el afecto y la participación de la Iglesia Universal al camino de la Iglesia que está en China”.
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