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martes, 10 de julio de 2012

Volvió a caminar luego de una misa de sanación del padre Kelly en Madrid



Un año después de la reunión anual de la Renovación Carismática Católica de España, donde se había invitado a predicar al Padre Kelly, la joven Sara da su testimonio de cómo el Señor la sanó y sacó de su silla de ruedas, con oración e imposición de manos.
El evento de hace una año se llamó “En el nombre de Jesús, levántate y anda”. El predicador, el padre James Kelly, es misionero del Sagrado Corazón, un irlandés misionero en Venezuela, muy conocido en los países de habla hispana. 
El viernes pasado, dos mil personas, incluyendo unos cuarenta sacerdotes, escucharon en el Auditorio del Parque de Atracciones de la Casa de Campo de Madrid, cómo la joven Sara Quiroz contaba su milagrosa curación,  sucedida hace un año en el mismo lugar.
Muchos habían sido testigos de los hechos hace un año. Y otros habían visto a Sara en silla de ruedas o muletas durante más de un año y medio, antes de su recuperación repentina y permanente.
SARA ES SANADA
Sara es muy conocida en la Renovación Carismática Católica de Madrid. Es asidua al grupo de jóvenes Elohim y a los encuentros juveniles carismáticos y es hija de Letty Florián, peruana con muchos años en España, una de las principales responsables de la Renovación en la capital. Otros muchos jóvenes de toda España conocían a Sara de un reciente Camino de Santiago en el que ella viajaba en vehículo y, a veces, en brazos de los compañeros. En YouTube hay vídeos de su llegada a Santiago, por ejemplo, donde se aprecia su estado. De alguna manera, la joven Sara era casi “la coja oficial” de la Renovación Carismática madrileña.
El viernes la muchacha subió al escenario del Auditorio a explicar la curación del verano pasado y su dolencia de casi 20 meses antes.
Sara cuenta que: “A los 17 años me ingresaron en un hospital y me hicieron una punción lumbar. Fue un error médico. Me quedé sin fuerzas en la pierna izquierda. Tampoco tenía equilibrio. Caminar con muletas me suponía tanto esfuerzo que iba en silla de ruedas”, explicó Sara ante un auditorio sobrecogido. Muchos asentían, porque muchos la habían visto en su silla y con sus muletas, muchas veces.
“Estuve así más de un año y medio. Fue un tiempo de sufrimiento, pero también de confianza en Dios. Muchos hermanos habían rezado por mí. Lo peor de todo es que no había un diagnóstico, los médicos no sabían exactamente lo que me pasaba. Yo iba a rehabilitación, simplemente para no perder más fuerza en las piernas”, detalló.
Entonces llegó la gran reunión anual de la Renovación Carismática Católica en España. El predicador invitado era el misionero del Sagrado Corazón Jorge Kelly, un irlandés afincado desde hace décadas en Venezuela, con muy buen español. No sólo se trataba de un buen predicador y amigo del difunto Emiliano Tardiff, misionero de la misma congregación y carismático famoso por sus milagros, en vías de beatificación, sino que también Kelly tenía fama de suscitar curaciones cuando rezaba por enfermos.
“¡El padre Kelly contaba tantos testimonios de personas que se curaban! Sentí una llamada a tener esperanza en mi corazón. Dios me había prometido que me iba a sanar”, recuerda Sara.
Así que fue a “una salita ahí atrás donde estaba el Señor expuesto, y otras cinco personas, y el padre Kelly, para que oraran por mí”.
“El padre Kelly oró por mí, imponiéndome las manos”, explicó Sara. “Me preguntó si yo creía que el Señor me podía sanar. Yo le dije: “sí, sin duda”. Me tomó de las manos y me dijo: “Sara, en nombre de Jesús, levántate que vamos a caminar.” Y fue como si yo viese en él la mirada de Jesús, que era Jesús mismo quien me decía: “Confía en Mí, vamos a caminar”. Y supe que estaba sanada. Y entonces di un paso, luego otro, y otro, y caminé. ¡No me caía! ¡Había esperado tanto tiempo! Y el padre Kelly me decía: “bien, poco a poco” pero yo pensaba “no, ¡yo a correr y que no me pare nadie!” y sigo caminando, siempre con el Señor”.
Tres horas después ese sábado por la noche subía al escenario ante el Santísimo expuesto para dar gracias a Dios y dar testimonio de la sanación, para asombro de todos los que la conocían. Y el asombro lo llevó por doquier. “No os imagináis la cara de mi fisioterapeuta, la persona que mejor conoce lo que yo podía y no podía hacer. ¡Y las de mis compañeros de la universidad!”
Sara Quiroz y su familia no son nada difíciles de acceder. Incluso explicaban su espiritualidad familiar en La Razón para apoyar la gran Misa de las Familias de diciembre de 2011 en las calles de Madrid. Cualquiera puede encontrarse a Sara en un encuentro carismático o de jóvenes.
OTROS TESTIMONIOS
No fue la única curación durante la visita del padre Kelly. Así, el viernes contaba en público su testimonio un zaragozano llamado Antonio, que ”de toda la vida sufría dolores de migraña cada 40 días o así, tan fuertes que a veces me hacían vomitar, que me dejaban en la cama quejándome, dolido por la luz o cualquier ruido…
El padre Kelly oró por muchas cosas y oí que había 7 u 8 o 10, no sé cuantos dijo, que se curaban de migrañas. Yo no sentí nada, ni calor, ni una sensación especial, nada. Pero ha pasado un año y en este año no he tenido ya ninguna migraña”.
Y hay más casos. Un matrimonio con un niño que sufría déficit de la hormona del crecimiento, según les diagnosticaron. El niño, un bebé, simplemente, no crecía. Las inyecciones de la hormona iban a ser muy caras y gravosas en su economía ajustada. Acudieron a la reunión de oración del año pasado, el padre Kelly anunció que se iban a curar unos niños… y, efectivamente, sin haber puesto aún inyección alguna, el niño empezó a crecer con normalidad.
EL MILAGRO QUE SIEMPRE RECUERDA EL PADRE KELLY
El padre James Kelly con paciencia infinita atiende en los descansos a personas que le acosan pidiendo que rece por ellos imponiéndoles las manos. “El signo de imponer las manos sobre los enfermos, con fe expectante, es importante”. “Lo usaba Jesús y lo usó San Pablo en Malta. Pero también se puede expresar afecto y compasión tomando de la mano, y yo una vez besé a un niño enfermo y lo bendije y cuando lo vi cinco años después sus padres me dijeron que se había curado del cáncer que tenía”.
Kelly ha visto muchos milagros, pero el que más le impresionó fue el de una señora en silla de ruedas que frecuentaba su misa semanal para enfermos.
“Descubrí que estaba llena de ira contra su marido, que la había engañado con otra mujer tras 15 años de matrimonio», explica el misionero. “Lo echó de casa, y ella dejó de comer, quedó en los huesos y cuando la conocí llevaba 5 años en silla de ruedas sin poder caminar. Llena de ira, se negaba a perdonar, así que le negué la absolución y le dije que no rezaría más por ella si no telefoneaba a su marido. Finalmente, ella le llamó, le perdonó, y vi el cambio en su cara. Recé por ella y se levantó de la silla. En dos semanas caminaba perfectamente. Se reconciliaron y hoy viven juntos”.
Pero no todos los milagros incluyen conversión: “Rezamos por una persona que tras un accidente caminaba sólo con andador, y se curó al momento, pero no quiso cambiar su vida, casarse por la Iglesia ni unirse a un grupo de oración… dos meses después volvió al andador y a la silla de rueda. Hay que tener fe y vida cristiana”, afirma el padre Kelly.
Fuentes: Pablo J. Ginés para Religión en Libertad y La Razón, Signos de estos Tiempos 

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