Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no recibistéis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibistéis el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre!.El mismo Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos: herederos de Dios, coherederos de Cristo; si es que padecemos con él, para ser también glorificados con él.
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