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martes, 14 de agosto de 2012
MENSAJE AL HERMANO GUSTAVO 5 AGOSTO 2012 Mensaje del Señor a Gustavo
LA SUMA IMPORTANCIA DE LA SANTA MISA
Se aproximaba el momento más esperado y deseado por el alma durante la celebración de la Santa Misa, recibir el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. Momento que la criatura anhela para abrazar al Señor y permanecer en ese estado de paz, amor y éxtasis toda la eternidad, pero todo eso depende la criatura cuanto tiempo desea estar con Jesús, su Dios. En el momento de presentar las ofrendas pedí a mi Ángel de la Guarda, mi fiel amigo, que llevara mi ofrenda al Padre, todas mis acciones y obras, mis intenciones, agradecimientos, pedidos y súplicas, todo fue presentado y entregado en mi pobre y pequeño cofre, mi corazón maltratado por mis pecados y errores. Pequeño cofre corroído y abollado en cuyo interior poseía un contenido de escaso valor pero con la seguridad de que en las manos de Dios, sería invaluable. El Ángel se sumó junto con otros ángeles a presentar las ofrendas y se pusieron en fila detrás de las personas que entregarían el pan y el vino al sacerdote. Mientras sucedía la hermosa y bella escena, en mi diálogo interior con Jesús, le pedía perdón por mis pecados y todas las ofensas que le pudiera haber ocasionado, por mis debilidades y torpezas, mis malas acciones y malos pensamientos, por mi dureza de corazón, falta de caridad, por los pecados confesados y no confesados. Una vez detalladas mis faltas, pedí por las almas más necesitadas de su infinito amor y misericordia, pedí que tuviera compasión de las almas pecadoras, por los no nacidos y por sus padres, por las almas del Purgatorio, por los gobernantes y las naciones, por el mundo entero. Luego, me dispongo a pedir y suplicar por mis seres queridos y familiares, que no pueden asistir a la misa y recibir al Señor, más allá de los diferentes motivos, así fuera por no conocer cuanto Dios los ama, por desgano o rebeldía, por problemas o dificultades que impidieran encontrarse con Él; que tuviera misericordia y que la ofrenda que presentara sea como si fuera de ellos y que las gracias que recibiéramos los presentes en la Misa no fuera solamente para nosotros, sino para las almas desprovistas, que ellas también tuvieran la oportunidad de recibirlas aunque no fuera por sus propios méritos y esfuerzos, sino que el Señor nos permitiera suplantar y ponernos en el lugar de esas almas como ofrendas vivientes. A medida que la presentación y los pedidos se sumaban al sacerdote, el Señor Jesús se presenta diciendo:
“Hijo mío, cuando la criatura se entrega en holocausto junto a las ofrendas presentadas por los participantes y se unen al celebrante, todos se hacen uno con él, haciendo que los pedidos y súplicas, obras y acciones converjan en un solo punto, el sacerdote. Pero no todas las almas se unen al celebrante, porque muchas de mis criaturas vienen a la Santa Misa por costumbre y obligación, otras con desgano y otras para cumplir conmigo, pero que tan grande padecimiento cometen estas almas a su Señor, este tipo de acciones las aborrezco, no me uno a ellas ni siquiera un instante, sino las rechazo, todas Mis gracias y regalos celestiales son canceladas para ellas, ya que el alma no se prepara de manera entregada y arrepentida, humillada para recibir a su Señor, ni siquiera se reconoce pecadora, sino que orgullosamente y egocéntrica, desea que le supla todos sus pesares y la colme de bienes, pero no de los bienes espirituales sino terrenales, porque espera de Mi, un Dios, que la llene riquezas y joyas sin esfuerzo alguno, todo como si fuera por arte de magia. Este tipo de almas, a la hora de recibirme en la Hostia Santa, el dolor de las Pasión se repite en Mi, ocasionada por la misma criatura que me recibe, me trae el momento de la traición y las flagelaciones durante el camino del Calvario. Todas las gracias que estaban preparadas para ellas, salen de Mi Corazón y cuando intentan penetrar el corazón de la criatura, hallan que las puertas de éste están cerradas, las gracias vuelven de donde surgieron, como saetas ardientes hiriéndome profundamente, Mi Corazón vuelve a sangrar por amor. El mismo amor que iba destinado con los regalos celestiales retorna velozmente hiriéndome, porque al ver que lo que estaba preparado para la criatura, ésta lo rechaza sin vergüenza o estremecimiento alguno. Entonces lloro desconsoladamente, siento el abandono de los míos, así como durante mi agonía en el Huerto, al no encontrar ni siquiera a mis apóstoles despiertos, nadie que me consolara o me asistiera con un abrazo, una soledad total me rodeó, del mismo modo me encuentro frente aquellas criaturas que solo vienen a recibirme indecorosamente.
Sucede lo contrario en las almas que esperan ansiosamente a su Señor, que esperan beber el agua fresca luego de una larga sequía, sabiendo que esa agua los colmará y les dará alivio luego de tanta espera. Esas almas son las que me traen consuelo y reparan el daño ocasionado por las almas que me rechazan. Estas criaturas sabiendo y conociendo sus fragilidades y miserias, imploran y confían en Mi, que todo lo puedo, que todo está en Mi y que fuera de Mí no hay nada, para esas almas las gracias no son negadas. Pero, lo que más me agradan de estas almas es saber que no vienen por los regalos y gracias celestiales que recibirán, no vienen por interés sino que vienen a recibirme por amor. Estas almas se parecen a la novia que espera a su novio luego de un largo viaje, cuenta los días de la semana, hace planes, se prepara y embellece para el día más esperado para recibir a su futuro consorte. Se pone las ropas más finas, los calzados más bellos y el perfume más caro, todo para recibir al novio. El alma que corre a mi encuentro solo por amor como la novia enamorada de su pareja, las puertas de Mi Corazón se abren al instante para dejar fluir torrentes de gracias, nada puedo privarle, todo se lo doy y confío. Oh, almas mías que vienen a amarme!. ¿No seré compasivo con ellas si solo vienen a entregarme amor?. Como muestra de Mi infinita compasión les entrego también amor desmedido y desbordado, para que el alma nade en una fuente de amor y una vez que experimente tan incomparable momento, desee repetirlo todo el resto de su vida. Mi amado niño, una cosa más me agrada y suple las faltas de las almas pecadoras, haciendo que la Justicia sea retirada para dar paso a la Misericordia, es cuando el alma por amor se entrega como ofrenda por sus semejantes, se entrega por amor por las almas descarriadas, colocándose junto con el celebrante como pararrayo de la Justicia Divina. Entonces, la Santísima Trinidad se derrite y humilla ante su criatura, su propia creación; al observar la escena magnánima de la criatura que se entrega por amor, silenciosamente como un cordero pascual. Por lo tanto, ya no me encuentro solo a la hora del Sacrificio Perpetuo, sino que siento la dulce compañía de almas que desean escoltarme y unirse a su Señor tan solo por amor, imitándome y poniendo en práctica lo que les he enseñado. El sacerdote comienza ha recitar las palabras de consagración del pan y del vino, las ofrendas de mis fieles ovejas se unen en la ofrenda mayor, desde el Cielo miramos si las ofrendas son agradables a Dios Padre, si estas son apacibles, así hubiera una sola ofrenda de una sola alma de los presentes agradable y el resto desechables, bajo y abrazo al sacerdote, santificando y transformando el pan y el vino en Mi Cuerpo y Sangre. Para el alma cuya ofrenda fue agradable a los ojos del Padre, también la tomo en mis brazos santificándola, haciéndole experimentar portentos celestiales en la tierra como anticipo del Cielo, esta alma reconoce su fragilidad y todo lo espera de Mi, entra en un estado tan íntimo, que la Divina Voluntad continúa su Fiat en toda la Creación, completando la obra por aquellas almas que la rechazaron por causa del pecado. Alma amada mía, he escuchado y visto tus súplicas, ofrendas y pedidos, vi que te entregaste por amor a los tuyos y aquellas personas que no conoces pero que necesitan de Mi Urgente Misericordia. Te entregaste por cuanto dolor, sufrimiento o rechazo debas pasar, tan solo deseas compartir el amor que te he dado y mostrarles que hay un Dios que las amas incondicionalmente como Yo te amo a ti, que aún espera que vuelvan como un niño arrepentido después de haber cometido su travesura. Mi Amor Infinito me lleva a invitar a la criatura que se une a su Señor en sacrificio durante la consagración del pan y el vino, a ser parte del Cordero Pascual que se entrega por amor a los suyos ante el Padre, una vez más el Altísimo retira su mirada de justicia para intercambiarla por una de amor, justicia que pendía sobre las almas obstinadas de recibir el Amor Eterno. Pasada la consagración y llegada la hora de la entrega, repartiendo Mi Cuerpo a los presentes, la criatura que fue abrazada para ser parte de Mi, la invito a entregarse y repartirse conmigo a todas almas presentes durante la Santa Misa, pero no solamente en la misa del lugar, sino en todos los lugares donde en ese instante se celebra el Sacrificio Perpetuo. De este modo, Mi Cuerpo Místico se une en fuerte cadenas e indestructibles, en cadenas de amor para abrazar a toda la humanidad pecadora y rebelde, llamándola a conocer los tesoros de la Voluntad Santa y aceptarla voluntariamente. Mis criaturas amadas, deben saber que todo aquel que pida por sus seres queridos y almas necesitadas de mis rayos tibios de Mi Infinita Misericordia, y se entregue por amor conmigo en la Santa Misa, supliendo, abogando junto a Mi Amada Madre Celestial, las gracias que estaban destinadas para el ama suplicante también estarán destinadas para las almas carentes de ellas. Toda alma que se entregada por amor junto a Mí en la Eucaristía se transforma en abogada e intercesora como María, la Corredentora de todos los bienes y gracias para la humanidad, Ella misma acompaña al alma victima y le enseña de manera correcta como aprovechar todos los beneficios que provienen de la Divina Voluntad y Divino Querer, como hacerle llegar las gracias a las almas sedientas de amor según su estado espiritual. El alma que se entrega junto a su Señor deja de ser esclava para ser hermana del Señor e hija de Dios, el alma que se entrega por amor junto a Mi, se convierte en Mi; en cada misa que me recibe y se da en sacrificio junto Conmigo, la voy moldeando, borrando sus defectos y convirtiéndola cada vez más a Mi imagen y semejanza de acuerdo a la Divina Voluntad. Toda alma que se une a Mí, el Fiat retenido y encarcelado en las criaturas desobedientes, es liberado para continuar amorosamente el Plan Divino y la redención de la humanidad. El alma que se une a mi es presentada por mi Madre y entregada a Mis manos, para que Yo también la haga un instrumento de redención. El alma que se entrega y se une a mi por sus seres queridos, cumplo la promesa que ninguno se perderá sino los preservaré de la perdición eterna y en el día final de sus vidas, vendré junto a Mi Madre a buscarlas para llevarlas al Cielo. ¿Ven hijos míos, cuan importante es la Santa Misa?. ¿Comprenden los que les digo?. Es un misterio tan infinito que ni los Santos han podido detallar en su plenitud, porque es la misma Voluntad Divina que se entrega por amor a los hombres en sacrificio, de la manera más simple y delicada. Si la humanidad comprendiera todo lo que tengo preparado para ella en la Eucaristía, vendría desesperadamente a buscarme para recibir el alimento que colma toda hambre y sacia toda sed. El hombre se vería liberado de las cadenas del pecado y una vez que haya probado el manjar celestial acusaría al opresor de sus vidas, perdiendo poder y control sobre la humanidad. Nuevamente deseo que los habitantes de las naciones entiendan cuanto los amos y con palabras simples les hago llegar un breve resumen de Mi entrega en la Misa. De hacerles saber aunque sea por un instante de lo que el alma se priva por sí misma, del alimento del Cielo que la conduce a la salvación eterna. El Fiat de la Divina Voluntad grita desesperadamente por amor y salvación de las almas y reparación de la Creación, reparación que es necesaria y urgente porque el pecado del hombre cada día la hiere y lacera de muerte, ante inmenso grito nacido de la misma Santísima Trinidad, la Divina Voluntad, que es el Divino Querer y Hacer, se manifestará de dos maneras, a saber mis amadas criaturas, esfuércense por intentar comprender lo que les digo: Una es mediante la manifestación de los milagros, las gracias y regalos celestialesy la segunda por medio de la Justicia. Bienaventurada el alma que ha comprendido y aceptado la primera forma, pero pobre de la criatura que por dureza, egoísmo y amor al mundo se hace merecedora de la Justicia Divina, porque cuando las puertas de los milagros, gracias y dones se cierren y se abran las puertas de la Justicia de Dios, ya no tendrá oportunidad de cambiar de parecer. Si la humanidad no descubre y no aprovecha los grandes designios en la Santa Misa, sin llegar a cubrir la cantidad de amor necesario para salvar a la raza del hombre, entonces el Divino Querer hará temblar los cimientos de los habitantes de la tierra, haciéndose conocer en el Aviso como último recurso para su salvación. El Aviso será la presencia de la Divina Voluntad misma, haciendo tambalear al alma para reconozca quien es su Creador y que todo lo bueno para su bien nace de Dios y de nadie más, que su rechazo la conduce a la muerte. Una vez más, la mano de la Santísima Trinidad se estira a su creatura tan solo por amor, llamándola a despertar del pecado y así salvarla del fuego eterno. Todo depende de la criatura en elegir, si desea por propia voluntad descartar el camino de salvación durante el tiempo que dure el Aviso, entonces la Divina Voluntad dará lugar a su segunda manifestación y será por medio de la Justicia. Vengan mis amados niños a recibirme en la Santa Misa, que vuestro Dios se humilla y se entrega por ustedes tan solo por amor, no importa los pecados si veo en mis ovejas tan solo un destello de amor, será suficiente para cubrir y borrar las faltas cometidas. Si vuestro amor fuera pequeño como un grano de arroz, será suficiente para que Yo lo haga crecer y llene con Amor infinito todo vuestro ser. Vengan mis amadas creaturas, que no Soy un Dios de Castigo, Soy lento para el enojo e inmensamente compasivo. Vengan que los espero para amarlas para toda la eternidad. Vuestro Dios y Hermano, Jesús.
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