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lunes, 31 de diciembre de 2012

María Madre de Dios, solemnidad Universal ( 1º de enero)



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La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma…
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La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.

LA LITURGIA DE LA FIESTA
Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1º de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.
De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.
De hecho, la liturgia de este día tuvo siempre un marcado carácter mariano, de manera que el cambio de título sirve casi exclusivamente para explicar lo que estaba implícito en la misa y en el oficio de la octava de navidad.
Las antífonas, que exaltan la maternidad divina de María, están tomadas del oficio antiguo y han sido utilizadas durante varios siglos. He aquí un bello ejemplo, tomado de Laudes:
La madre ha dado a luz al rey, cuyo nombre es eterno; la que lo ha engendrado tiene al mismo tiempo el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca, ni se verá de nuevo. Aleluya.
En palabras del papa Pablo VI, “el tiempo de navidad es una conmemoración prolongada de la maternidad divina, virginal y salvífica de aquella cuya virginidad inviolada dio el Salvador al mundo”. La fiesta del 1º de enero es un resumen y una exaltación de este misterio. Tiene por finalidad exaltar la singular dignidad que este misterio reporta a la santa Madre a través de la cual recibimos al Autor de la vida.
En la liturgia percibimos la preocupación por destacar con más claridad la relación entre María y la Iglesia. En la fiesta del 1º de enero hay una referencia explícita, en la oración de la poscomunión, a la función maternal de María respecto del pueblo de Dios: “Padre, cuando proclamamos que la virgen María es madre de Cristo y madre de la Iglesia, haz que nuestra comunión con su Hijo nos traiga la salvación”. Esto pone de manifiesto que ella es la madre de la Cabeza y de los miembros, la “santa Madre de Dios y, por consiguiente, la Madre providente de la Iglesia” (Marialis cultus 11).

LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARÍA
Además de su función como “Portadora de Dios”, está su maternidad espiritual respecto de la humanidad. Como Eva fue la “madre de todos los hombres” en el orden natural, María es madre de todos los hombres en el orden de la gracia. Al dar a luz a su primogénito, parió también espiritualmente a aquellos que pertenecerían a él, a los que serían incorporados a él y se convertirían así en miembros suyos. Él es el “primogénito entre muchos hermanos”, la Cabeza de la humanidad redimida, el representante de la humanidad que une todas las cosas en él.

En la propia vida de María se dio una conciencia creciente de su maternidad espiritual. Incluso en la anunciación debió de tener algún presentimiento de su función como madre del Mesías.
 Ella sabía que Dios tenía grandes proyectos para su Hijo, y esto debió animarla a la renuncia y al sufrimiento en favor de su pueblo. Ella debía de dar a luz a un salvador de su pueblo, a un hombre para otros. La función de ella debía de subordinarse por completo a la de él. Ella aceptaba de manera implícita participar en la misión de él; y, en la medida en que el destino de su Hijo la afectaba también a ella, continuaba afirmando y reafirmando su asentimiento. Fue así cuando ella presentó a su primogénito en el templo. Ella renunció a todos sus derechos sobre su hijo y lo ofreció a Dios y a su pueblo. Esta maternidad espiritual alcanzó su cota más alta a los pies de la cruz; y comenzó una nueva fase en pentecostés.
La virgen María continúa desempeñando su función maternal en el cielo: “Pues, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna” (Lumen gentium, 62).
Por eso los fieles la invocaron como madre desde los tiempos más remotos de la Iglesia -Mater Christi, mater gratiae et misericordiae- y ahora mater ecclesiae, madre de la Iglesia. Esta confianza en las oraciones de la madre de Jesús no es sólo un puro sentimiento piadoso, sino el efecto de una profunda convicción de que ella tiene amor de madre y solicitud por todos los hermanos de Cristo, y de que las oraciones de ella tienen una eficacia superior. En palabras de un teólogo, “María, en su estado glorificado en el cielo, tiene que seguir siendo un misterio de intercesión y de mediación maternal” (E. Schillebeeckx).

LA VERDAD FUNDAMENTAL DE LA MATERNIDAD DIVINA
La fiesta del 1º de enero no sólo es la fiesta mariana más antigua en la liturgia romana, sino que, además, tiene importancia excepcional y merece la prominencia que se le ha otorgado ahora.
Efectivamente, el misterio de la maternidad divina es realmente la verdad fundamental acerca de la Virgen María. Otras fiestas ocupan lugares más elevados en el orden jerárquico, pero es preciso recordar que las dos más importantes tienen una relación directa con la fiesta del 1º de enero. La Inmaculada Concepción tiene presente la función de María como madre de la palabra encarnada. Esa fue la manera que Dios escogió para preparar una morada digna para su Hijo. La mayor de todas las fiestas marianas, la Asunción, no es sino la consecuencia de su maternidad divina, pues no era conveniente que el “Tabernáculo de Dios” sufriera la corrupción.
La doctrina de la maternidad divina no es sólo un dogma católico, sino que es una creencia que compartimos con muchos cristianos de otras denominaciones. Y esto es importante, porque, hablando en general, los protestantes tienen dificultades con la Inmaculada Concepción e incluso con la Asunción de María a los cielos. Aquí pisamos, al menos, una base común, como dijo un portavoz de ellos: “Cuando dices que María es la madre de Dios, lo has dicho todo”.
En uno de los himnos latinos a Nuestra Señora encontramos el verso Monstra te esse matrem, “Demuestra que eres una verdadera madre para nosotros”.
Pero no basta con que creamos en su función intercesora; es imprescindible que también la experimentemos. Deberíamos tener un sentido permanente de su presencia en nuestras vidas, cerca de su Hijo y cerca de nosotros. Este es el secreto de la devoción católica a Nuestra Señora, y ésa es la gracia que pedimos en la oración final de la fiesta: “Concédenos que podamos sentir el poder de su intercesión cuando ella implora por nosotros con Jesucristo tu Hijo, el autor de la vida”.

EL DÍA MUNDIAL DE LA PAZ
El papa Pablo VI hizo de esta fecha un día especial de oración por la paz universal. Tras hablar de su significación litúrgica como octava de navidad y solemnidad de la madre de Dios, continúa diciendo:
Es también una ocasión apta para renovar la adoración al recién nacido príncipe de la paz, para escuchar una vez más las alegres noticias del ángel; y para implorar a Dios, a través de la Reina de la Paz, el don supremo de la paz. Por esta razón, en la feliz concurrencia de la octava de navidad y del primer día del nuevo año, hemos instituido El día mundial de la paz. Una ocasión que gana constantemente nuevos adeptos y que comienza a producir ya frutos de paz en los corazones de muchos (Marialis cultus, 5).
Todo el mensaje de navidad puede resumirse en la palabra “paz”, y la Iglesia trata de dar al mundo esa paz. En palabras de san León Magno, “el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz”. Y dice que es el don de Dios a nosotros y también nuestro regalo a él, pues nada más agradable a Dios que los hermanos conviviendo en paz (Sermón 6 para la navidad; Oficio de lecturas para el 31 de diciembre, Liturgia de las horas, I, 406).

SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
(San Francisco de Asís)
Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María,
que eres virgen hecha iglesia
y elegida por el santísimo Padre del cielo,
a la cual consagró Él
con su santísimo amado Hijo
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la cual estuvo y está
toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo;
salve, tabernáculo suyo;
salve, casa suya.
Salve, vestidura suya;
salve, esclava suya;
salve, Madre suya
y todas vosotras, santas virtudes,
que sois infundidas por la gracia
e iluminación del Espíritu Santo
en los corazones de los fieles,
para que de infieles hagáis fieles a Dios.
VIDEO
 

Mensaje de María Reina de la Paz a Jakov Colo


Ultimo Mensaje, 25 de diciembre de 2012 - Aparición anual a Jakov 


121225a

En la última aparición diaria del 12 de setiembre de 1998, la Virgen le dijo a Jakov Colo que tendría una aparición cada año, el 25 de Diciembre. Así ha ocurrido también este año. La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos. La aparición comenzó a las 14:15, y duró 10 minutos, luego dio el siguiente mensaje:

Queridos hijos, entréguenme su vida y abandónense completamente a mí para que pueda ayudarlos a comprender mi amor materno y el amor de mi Hijo hacia ustedes. Hijos míos, yo los amo inmensamente y en particular hoy, en el día de la Natividad de mi Hijo, deseo recibir a cada uno de ustedes en mi Corazón y entregar sus vidas a mi Hijo. Hijos míos, Jesús los ama y les concede la gracia de vivir en Su misericordia, pero muchos de sus corazones han sido aprisionados por el pecado y viven en las tinieblas. Por tanto, hijos míos, no esperen más, digan no al pecado y entreguen sus corazones a mi Hijo, porque solamente así podrán vivir la misericordia de Dios y, con Jesús en sus corazones, emprender el camino de la salvación.  


Ultimo Mensaje, 25 de diciembre de 2012 

Marija during an apparition
La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos y no dio ningún mensaje, pero el Niño Jesús comenzó a hablar y dijo:
Yo soy vuestra paz, vivan mis mandamientos. 
Con la señal de la Cruz, la Virgen y el Niño Jesús, juntos, nos bendijeron.

¿Tienes dos horas a la semana? Ya puedes ser voluntario en dos nuevos proyectos de Cáritas


Campañas nuevas que empiezan este año

Acompañar a familias deshauciadas para tramitar una vivienda o ayudar a chicos en sus estudios, evitando que estén en la calle y en pandillas requiere gente que dedique una tarde semanal.


Pablo J. Ginés/ReL  
 La Comunidad de Madrid cede 1.000 viviendas a Cáritas para las familias desahuciadas
 A pesar de la crisis, las donaciones privadas a Cáritas han aumentado un 37% desde 2007
 Las diócesis españolas más pequeñas y rurales son las que suscitan más voluntarios de Cáritas
 Parroquia pobre y despoblada, pero sin que falte su Cáritas, su despensa y la Divina Misericordia
 Mucha gente piensa que hay que ser jubilado, o tener mucho tiempo libre para poder ser útil como voluntario en Cáritas, pero Pablo González Díaz, delegado episcopal de Cáritas Madrid, explica que no es así y anima a cualquier cristiano con 2 horas libres a la semana a consultar con su Cáritas diocesana.

"Nosotros en Cáritas Madrid tenemos al menos dos programas nuevos donde con sólo dos horas a la semana una persona ya puede apoyar, ser voluntaria y prestar una gran ayuda", plantea este sacerdote que conoce bien las necesidades sociales en la capital.

Ayuda a 4 familias al mesUno de los nuevos programas consiste enacompañar a personas deshauciadas de sus hogares o con problemas de vivienda a examinar y tramitar la posibilidad de alojarse en alguna de las más de 500 viviendas que la Comunidad Autónoma de Madrid va a poner a disposición del servicio de vivienda de Cáritas.

"Nosotros no somos una gestora de vivienda", explica el padre González Díaz. "Necesitamos gente real, voluntarios, que acompañen a los necesitados en estos trámites. Si puedes dedicar una tarde de dos horas a la semana, puedes ayudar a 4 familias al mes. Si se apuntan muchos, atendemos a muchas familias. Así, aunque dediques sólo una tarde semanal, ya es una gran ayuda", afirma.

Esta es una campaña específica y novedosa que empezará ya en enero y necesita nuevos voluntarios.

Repaso escolar, prevenir las bandasOtra forma de ser muy útil dedicando una tarde a la semana es acompañando a niños y jóvenes con fracaso escolar, especialmente inmigrantes.

"Dedicando una tarde a la semana, puedes impedir que un chaval que ahora tiene 9 o 12 años o 14 años ingrese en una banda a los 15 años. Simplemente, dedicas esa tarde a acompañar al niño, ayudarle en sus tareas escolares, estar ahí porque sus padres no pueden estar. Este es un servicio que pueden hacer muy bien universitarios y jóvenes, por ejemplo. Queremos crear grupos de acompañantes para el estudio en las parroquias: unos acompañan un día, otros otro... y así esos chicos, a menudo hijos de inmigrantes, mejoran, son atendidos y no quedan en la calle y en las pandillas", explica el padre Pablo, que conoce bien la realidad de los barrios complicados de Madrid.

Además de estos programas coordinados desde Cáritas Diocesana de Madrid (contactable en www.caritasmadrid.es) cualquier persona puede acercarse a su parroquia en cualquier rincón del mundo y preguntar cómo puede apoyar a su Cáritas parroquial.

Padres ocupados dan ejemploPablo González señala que aunque un padre o madre de familia puede estar bastante ocupado, siendo voluntario también educa a sus hijos. "No cabe duda de que el ejemplo en la familia se contagia: los que han sido voluntarios lo suelen pasar a sus hijos".

En Cáritas notan que mucha gente está despertando a la generosidad contra la crisis. Las colectas en las parroquias y en las diócesis para Cáritas aumentan cada año, y también se crean colectas extra en todo tipo de actividades en colegios o asociaciones. También se nota en las empresas. "Hay muchos donativos de empresas medianas y pequeñas y la inmensa mayoría no son públicos, se hacen sin anunciarlo", detalla el vicario de Cáritas Madrid.

Corazón con corazón"Hoy se valora muy bien la acción de Cáritas, que es el trabajo de muchos voluntarios con una red en contacto directo con la realidad que son las parroquias, la puerta de entrada donde se ayuda a buscar empleo y promover a la persona para que el pobre deje de ser pobre. Para muchos, es como una terapia de autoestima, de servicios transversales que ayudan a la persona, de acompañar corazón con corazón. Este año intentamos transmitir la idea de que hemos de vivir de una forma más sencilla: el Niño Dios nace en un pesebre: Él vive de forma humilde, porque lo importante de la vida es el corazón. No el tener cosas, sino saberse amados por Dios", concluye.

EL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO (MARIA VALTORTA) XXVI


507.    El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías.
30 de septiembre de 1946.

1Jesús entra otra vez en el Templo con apóstoles y discípulos. Y algunos apóstoles, y no sólo apóstoles, le hacen la observación de que es imprudente entrar. Pero Él responde: «¿Con qué derecho podrían negármelo? ¿Estoy condenado acaso? No, por ahora todavía no lo estoy Subo, pues, al altar de Dios como todo israelita que teme al Señor».
«Pero tienes intención de hablar...».
«¿Y no es éste el lugar donde habitualmente se reúnen los rabíes para hablar? Estar fuera de aquí para hablar y adoctrinar es la excepción, y puede representar un descanso que se ha tomado un rabí, o una necesidad personal. Pero el lugar en que todos apetecen enseñar a los discípulos es éste. ¿No veis en torno a los rabíes gente de todas las nacionalidades, que se acercan a oír al menos una vez a los célebres rabíes? Al menos para poder decir al regresar a su tierra natal: "Hemos oído a un maestro, a un filósofo hablar según el modo de Israel". Maestro para los que ya son o tienden a ser hebreos; filósofo para los que son gentiles en  el  verdadero  sentido
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* de la Ley, como en Levítico 24, 15‑16.
de la palabra. Y los rabíes no se desdeñan de ser escuchados por éstos, porque esperan hacer de ellos prosélitos. Sin esta esperanza, que si fuera humilde sería santa, no estarían en el Patio de los Paganos, sino que exigirían hablar en el de los Hebreos, y, si fuera posible, en el Santo mismo, porque, según su juicio sobre sí mismos, son tan santos que sólo Dios es superior a ellos... Y Yo, Maestro, hablo donde hablan los maestros. Pero ¡no temáis! No es todavía su momento. Cuando sea su momento os lo diré, para que fortalezcáis vuestro corazón».
«No lo dirás» dice Judas Iscariote.
«¿Por qué?».
«Porque no lo podrás saber. Ninguna señal te lo indicará. No hay señal. Hace casi tres años que estoy contigo y siempre te he visto amenazado y perseguido. Es más, antes estabas solo, mientras que ahora tienes detrás de ti al pueblo que te ama y que es temido por los fariseos. Así que eres más fuerte. ¿Por qué cosa esperas comprender el momento?».
«Por lo que veo en el corazón de los hombres.
Judas se queda un momento desorientado, luego dice: «Y tampoco lo dirás porque... al dudar de nuestro valor, nos eximirás de ello».
«Por no afligirnos, calla» dice Santiago de Zebedeo.
«También. Pero seguro que no lo dirás».
«Os lo diré. Y hasta que no os lo diga, cualquiera que fuese la violencia y el odio que vierais contra mí, no os asustéis. Son cosas sin consecuencias. 2Seguid adelante. Yo me quedo aquí a esperar a Manahén y a Margziam».
A regañadientes, los doce y quien está con ellos se adelantan.
Jesús vuelve hacia la puerta para esperar a los dos; es más, sale a la calle y tuerce hacia la Antonia.
Unos legionarios, parados al pie de la fortaleza, le señalan - unos a otros se lo señalan ‑ y hablan entre sí. Parece que hay un poco de discusión, luego uno dice más fuerte: «Yo se lo pregunto», y se separa yendo hacia Jesús. «¡Salve, Maestro! ¿Vas a hablar también hoy ahí dentro?».
«Que la Luz te ilumine. Sí. Hablaré» .
«Entonces... ten cuidado. Uno que sabe nos ha advertido. Y una que te admira ha ordenado vigilar. Estaremos cabe el subterráneo de oriente. ¿Sabes dónde está la entrada?».
«No lo ignoro. Pero está cerrada por las dos partes».
«¿Tú crees?». El legionario ríe con una breve sonrisa, y en la sombra de su yelmo los ojos y dientes brillan haciéndole más joven. Luego, cuadrándose, saluda: «¡Salve, Maestro? Acuérdate de Quinto Félix».
«Me acordaré. Que la Luz te ilumine».
Jesús se echa a andar de nuevo y el legionario regresa al sitio de antes y habla con sus conmilitones.
«¿Maestro, hemos tardado? ¡Eran muchos los leprosos!» dicen juntos Manahén ‑ vestido sencillamente de marrón obscuro ‑ y Margziam.
«No. Habéis tardado poco. De todas formas, vamos; los otros nos esperan. ¿Manahén, has sido tú el que ha avisado a los romanos?».
«¿De qué, Señor? No he hablado con nadie. Y no sabría... Las romanas no están en Jerusalén».
De nuevo están junto a la puerta de la muralla y, como si estuviera por azar, está allí cerca el levita Zacarías.
«La paz a ti, Maestro. Quiero decirte... Trataré de estar siempre donde ti aquí dentro. Y no me pierdas de vista. Y, si hay tumulto y ves que me marcho, trata de seguirme siempre. ¡Te odian mucho! No puedo hacer más... Compréndeme...».
«Que Dios te lo pague y te bendiga por la piedad que tienes por su Verbo. Haré lo que dices. Y no temas, que ninguno sabrá de tu amor por mí».
Se separan.
«Quizás ha sido él el que se lo ha dicho a los romanos. Estando ahí dentro, habrá sabido...» susurra Manahén.
3Van a orar, pasando entre la gente, que los mira con diferentes sentimientos, y que se reúne luego detrás de Jesús cuando, terminada la oración, Él vuelve del patio de los Hebreos.
Fuera ya de la segunda muralla, Jesús hace ademán de pararse, pero un grupo mixto de escribas, fariseos y sacerdotes, le rodea. Uno de los magistrados del Templo habla por todos.
«¿Estás todavía aquí? ¿No comprendes que no te aceptamos? ¿No temes siquiera el peligro que te amenaza? Vete. Ya es mucho si te dejamos orar. No te permitimos ya más que enseñes tus doctrinas».
«Sí. Vete. ¡Vete, blasfemo!».
«Sí, me voy, como queréis. Y no sólo fuera de estos muros. Me voy a marchar, estoy ya marchándome, más lejos, a donde ya no podréis ir. Y llegarán horas en que me buscaréis también vosotros, y ya no sólo para perseguirme, sino también por un supersticioso terror de una acción contra vosotros por haberme echado; por una ansia supersticiosa de ser perdonados de vuestro pecado para obtener misericordia. Pero os digo que ésta es la hora de la misericordia, la hora de hacerse amigos del Altísimo. Pasada esta hora, será inútil todo remedio. Ya no me tendréis, y moriréis en vuestro pecado. Aunque recorrierais toda la Tierra y lograrais alcanzar astros y planetas, no me encontraríais, porque a donde Yo voy vosotros no podéis ir. Ya os lo he dicho. Dios viene y pasa. El sabio le acoge con sus dones cuando pasa. El necio le deja marcharse y ya no vuelve a encontrarle. Vosotros soy de abajo, Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso, una vez que Yo haya regresado a la morada de mi Padre, fuera de este mundo vuestro, ya no me encontraréis y moriréis en vuestros pecados, porque ni siquiera sabréis alcanzarme espiritualmente con la fe».
«¿Te quieres matar, demoniado? Claro que, entonces, en el Infierno donde bajan los violentos nosotros no podremos alcanzarte, porque el Infierno es de los condenados, de los malditos, y nosotros somos los benditos hijos del Altísimo» dicen algunos.
Y otros aprueban, diciendo: «Seguro que se quiere matar, porque dice que a donde Él va nosotros no podemos ir. Comprende que ha sido descubierto y que ha fallado el intento, y se quita la vida sin esperar a que se la quiten, como al otro galileo* falso Cristo».
Y otros, benévolos: «¿Y si fuera realmente el Cristo y realmente volviera a Aquel que le ha enviado?».
«¿A dónde? ¿Al Cielo? ¿No está allí Abraham y piensas que va a ir Él? Antes tiene que venir el Mesías».
«Pero Elías fue raptado al Cielo en un carro de fuego».
«En un carro, sí. Pero al Cielo... ¿quién lo asegura?».
Y el contraste continúa mientras fariseos, escribas, magistrados, sacerdotes, judíos al servicio de sacerdotes, escribas y fariseos, van siguiendo a Cristo por los amplios pórticos como una jauría de perros acosa a la salvajina levantada.
4Pero algunos, los buenos de la masa hostil, aquellos a quienes verdaderamente mueve un deseo honesto, se abren paso hasta llegar a Jesús y le hacen esa ansiosa pregunta que tantas veces se ha oído hacer, o con amor o con odio: «¿Quién eres Tú? Dínoslo, para que sepamos obrar en consecuencia. ¡Di la verdad en nombre del Altísimo!».
«Yo soy la Verdad misma y no uso nunca la mentira. Yo soy el que siempre os he dicho que soy, desde el primer día que he hablado a las muchedumbres, en todo lugar de Palestina; el que aquí he dicho que soy, varias veces, cerca del Santo de los Santos, cuyos rayos no temo porque digo la verdad. Todavía me quedan de decir muchas cosas, y de juzgar en mi día y respecto a este pueblo, y, aunque parezca para mí cercano ya el atardecer, sé que las diré y que juzgaré a todos, porque así me lo ha prometido el que me ha enviado, que es veraz. Él ha hablado conmigo en un eterno abrazo de amor, diciéndome todo su Pensamiento, para que Yo lo pudiera expresar con mi Palabra al mundo, y no podré callar, ni nadie podrá hacerme callar hasta que haya anunciado al mundo todo aquello que he oído al Padre mío».
«¿Y todavía blasfemas? ¿Sigues llamándote Hijo de Dios? ¿Y quién piensas que te va a creer? ¿Quién crees que va a ver en ti al Hijo de Dios?» le dicen los enemigos, gesticulando casi con los puños delante de la cara, pareciendo, a causa del odio, personas trastornadas.
Apóstoles, discípulos y la gente bienintencionada los rechazan, formando como una barrera de protección para el Maestro. El levita Zacarías, lentamente, con movimientos atentos para no llamar la atención de los energúmenos, se acerca a Jesús, a Manahén y a los dos hijos de Alfeo.
5Ya están en el final del pórtico de los Paganos, porque la marcha es lenta entre las corrientes contrarias, y Jesús se detiene en su sitio habitual, en la última columna del lado oriental. Se para. Del lugar donde hasta los paganos están no pueden expulsar a un verdadero israelita, so pena de soliviantar a la muchedumbre,
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* el otro galileo podría ser el personaje que será recordado en Hechos 5, 37.
cosa que los farsantes evitan hacer. Y allí empieza a hablar otra vez, respondiendo a sus ofensores y con ellos a todos: «Cuando elevéis al Hijo del hombre...».
Gritan los fariseos y escribas: «¿Quién crees que te va a elevar? Mísero es el país que tiene por rey a un charlatán desquiciado y a un blasfemo aborrecido por Dios. Ninguno de nosotros te alzará, puedes estar seguro. El resto de luz que te queda te lo hizo comprender a tiempo, cuando fuiste tentado*. ¡Sabes que nunca podremos hacerte nuestro rey!».
«Lo sé. No me elevaréis a un trono, pero me elevaréis. Y, alzándome, creeréis que me estáis bajando. Pero precisamente cuando creáis que me habéis bajado, seré alzado. No sólo en Palestina, no sólo en todo el Israel esparcido por el mundo, sino en todo el mundo, incluso en las naciones paganas, incluso en los lugares todavía ignorados por los doctos del mundo. Y seré elevado no durante una vida de hombre, sino durante toda la vida de la Tierra, y la sombra del dosel de mi trono se irá extendiendo cada vez más sobre la Tierra hasta cubrirla por entero. Sólo entonces volveré y me veréis. ¡Me veréis!».
«¿Pero estáis oyendo que forma demente de hablar? ¡Le elevaremos bajándole y le bajaremos alzándole! ¡Un loco! ¡Un loco! ¡Y la sombra de su trono sobre toda la Tierra! ¡Más grande que Ciro! ¡Más que Alejandro! ¡Más que César! ¿Dónde pones a César? ¿Crees que te va a dejar tomar el imperio de Roma? ¡Y permanecerá en el trono durante todo el tiempo del mundo! ¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!». Con su ironía dan bofetadas, más: latigazos, peor que con un flagelo.
6Pero Jesús deja que hablen. Alza la voz para ser oído en medio del clamor de quien se ríe y de quien defiende, y que llena el lugar con rumor de mar agitado.
«Cuando levantéis al Hijo del hombre, comprenderéis quién soy y que no hago por mí mismo nada, sino que digo aquello que mi Padre me ha enseñado y hago lo que Él quiere. Y el que me ha enviado, ciertamente, no me deja solo, sino que está conmigo. De la misma manera que la sombra sigue al cuerpo, lo mismo está el Padre detrás de mí, vigilante y, aunque invisible, presente. Está detrás de mí y me conforta y ayuda y no se aleja, porque hago siempre lo que a Él le agrada. Dios, por el contrario, se aleja cuando sus hijos no obedecen sus leyes e inspiraciones. Entonces se marcha y los deja solos. Por eso muchos en Israel pecan. Porque el hombre, abandonado a sí mismo, difícilmente se conserva justo y fácilmente cae en las espiras de la Serpiente. Y en verdad, en verdad os digo que por vuestro pecado de resistencia a su Luz y Misericordia Dios se aleja de vosotros y dejará vacío de sí este lugar y vuestros corazones; y lo que con llanto dijo Jeremías en sus profecías y lamentaciones se cumplirá exactamente. Meditad esas palabras proféticas, y temblad. Temblad y entrad otra vez en vosotros mismos con espíritu bueno. Oíd no las amenazas, sino aún la bondad del Padre que advierte a sus hijos mientras todavía les es concedido reparar y salvarse. Oíd a Dios en las palabras y en los hechos y, si no queréis creer en mis palabras, porque el viejo Israel os ahoga, creed al menos en el viejo Israel. En él gritan los profetas los peligros y  las  calamidades
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* fuiste tentado, como se explica en 464.19.
de la Ciudad Santa y de toda nuestra Patria, si no se convierte al Señor su Dios y no sigue al Salvador. Ya pesó sobre este pueblo la mano de Dios en los siglos pasados. Pero el pasado y el presente no serán nada respecto al tremendo futuro que le espera por no haber querido acoger a Aquel al que Dios ha enviado. Ni en rigor ni en duración es comparable lo que espera al Israel que repudia al Cristo. Yo os lo digo, adelantando la mirada a través de los siglos: como árbol tronchado y arrojado a un vortiginoso río, así será la raza hebraica alcanzada por el anatema divino. Tenaz, tratará de detenerse en las orillas en uno a otro punto; siendo exuberante, brotarán de él vástagos y raíces. Pero, cuando ya crea que ha arraigado, volverá contra él la violencia de la riada y ésta volverá a arrancarlo, romperá sus raíces y vástagos y el árbol irá más allá, a sufrir, para arraigar y ser de nuevo arrancado y vagar de nuevo. Y nada podrá darle paz, porque la riada que hostigará será la ira de Dios y el desprecio de los pueblos. Sólo arrojándose a un mar de Sangre viva y santificante podría hallar paz. Mas evitará esa Sangre, porque, a pesar de las palabras de solicitación que ésta le dirigirá, le parecerá ‑ Caín del Abel celeste ‑ oír la voz de la sangre de Abel».
Otro amplio rumor que se propaga por el vasto recinto como rumor de olas. Pero en este rumor faltan las voces ásperas de los fariseos y escribas, y de los judíos a ellos subyugados. Jesús aprovecha para tratar de marcharse.
7Pero algunos que estaban lejos se acercan a Él y le dicen: «Maestro, escúchanos. No todos somos como ellos (y señalan a los enemigos), pero nos es costoso seguirte, incluso porque tu voz está sola contra una gran abundancia de voces que dicen lo contrario de lo que dices Tú. Y las cosas que dicen ellos son las que hemos oído a nuestros padres desde que éramos niños. Pero tus palabras nos inducen a creer. ¿Cómo lograremos, pues, creer completamente y tener vida? Estamos como atados por el pensamiento del pasado...».
«Si os establecéis en mi Palabra como si renacierais ahora, creeréis completamente y seréis mis discípulos. Pero es necesario que os despojéis del pasado y aceptéis mi doctrina, que no borra todo el pasado, sino que mantiene y vigoriza lo santo y sobrenatural del pasado y quita lo superfluo humano, y coloca la perfección de mi doctrina donde ahora están las doctrinas humanas, que siempre son imperfectas. Si venís a mí, conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres».
«Maestro, es verdad que te hemos dicho que estamos como atados por el pasado. Pero este vínculo no es cautiverio ni esclavitud. Nosotros somos descendencia de Abraham. En las cosas del espíritu. Porque con "descendencia de Abraham", si no nos equivocamos, se quiere significar descendencia espiritual contrapuesta a la de Agar, que es descendencia de esclavos. ¿Cómo es que dices, entonces, que seremos libres?».
«Os hago la observación de que también era descendencia de Abraham* Ismael y los hijos de él. Porque Abraham fue padre de Isaac y de Ismael».
«Pero impura, porque era hijo de una mujer esclava y egipcia».
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* descendencia de Abraham, como en Génesis 16; 17.
«En verdad, en verdad os digo que no hay más que una esclavitud, la del pecado. Sólo el que comete pecado es un esclavo, y esta esclavitud ninguna moneda la rescata. Hacia un amo implacable y cruel. Una esclavitud que incluye la pérdida de todos los derechos a la libre soberanía en el Reino de los Cielos. El esclavo, el hombre hecho esclavo por una guerra o por desgracias, puede caer en manos de un buen amo. Pero siempre es precaria su buena posición, porque el amo puede venderle a otro amo, cruel. El esclavo es una mercancía y nada más. A veces sirve como moneda para saldar una deuda. Y ni siquiera tiene el derecho a llorar. El criado, sin embargo, vive en la casa de su señor, si bien sólo mientras éste no le despide. Pero el hijo se queda siempre en la casa de su padre y el padre no piensa en echarle. Sólo por su libre voluntad puede salir. Y en esto está la diferencia entre esclavitud y servidumbre y entre servidumbre y filiación. La esclavitud encadena al hombre, la servidumbre le pone a servicio de un señor, la filiación le coloca para siempre, y con igualdad de vida, en la casa del padre. La esclavitud aniquila al hombre, la servidumbre lo somete, la filiación le hace libre y feliz. El pecado hace al hombre esclavo del amo más cruel y sin término: Satanás. La servidumbre, en este caso la antigua Ley, hace al hombre temeroso de Dios, como de un Ser intransigente. La filiación, o sea, el ir a Dios junto con su Primogénito, conmigo, hace del hombre un ser libre y feliz, que conoce la caridad de su Padre y en ella confía. Aceptar mi doctrina es ir a Dios junto conmigo, Primogénito de muchos hijos preferidos. Yo romperé vuestras cadenas ‑ basta con que vengáis a mí para que las rompa ‑, y seréis verdaderamente libres y coherederos conmigo del Reino de los Cielos. 8Sé que sois descendencia de Abraham. Pero aquel de vosotros que trate de hacerme morir ya no honra a Abraham sino a Satanás, y sirve a éste como fiel esclavo. ¿Por qué? Porque rechaza mi palabra; de forma que mi palabra no puede penetrar en muchos de vosotros. Dios no fuerza al hombre a creer, no le fuerza a aceptarme; pero me envía para que os indique cuál es su voluntad. Y Yo os refiero lo que he visto y oído al lado de mi Padre. Y hago lo que Él quiere. Pero aquellos de vosotros que me persiguen hacen lo que han aprendido de su padre y lo que él sugiere».
Como paroxismo que resurge después de una pausa del mal, la ira de los judíos, fariseos y escribas, que parecía muy calmada, se despierta violenta. Se van introduciendo como una cuña en el círculo compacto que aprieta a Jesús, y tratan de llegarse a Él. La masa de gente se mueve con vaivén de fuertes y contrarias ondas, como contrarios son los sentimientos de los corazones. Gritan los judíos, lívidos de ira y de odio: «El padre nuestro es Abraham. No tenemos ningún otro padre».
«El Padre de los hombres es Dios. El mismo Abraham es hijo del Padre universal. Pero muchos repudian al Padre verdadero a cambio de uno que no es padre, pero que lo eligen como tal porque parece más poderoso y dispuesto a contentarlos en sus deseos desordenados. Los hijos hacen las obras que ven hacer a su padre. Si sois hijos de Abraham, ¿por qué no hacéis las obras de Abraham?  ¿No
las conocéis? ¿Os las debo enumerar* como naturaleza y como símbolo? Abraham obedeció yendo al país que le fue indicado por Dios, y es figura del hombre que debe estar preparado para dejar todo e ir a donde Dios le envíe. Abraham fue condescendiente con el hijo de su hermano y le dejó elegir la región preferida, y es figura del respeto a la libertad de acción y de la caridad que debemos tener para con nuestro prójimo. Abraham fue humilde después de la predilección de Dios y le honró en Mambré, y se sintió siempre nada respecto al Altísimo, que le había hablado; es figura de la postura de amor reverencial que el hombre debe tener siempre hacia su Dios. Abraham creyó en Dios y le obedeció incluso en las cosas más difíciles de creer y penosas de cumplir, y por el hecho de sentirse seguro no se hizo egoísta, sino que oró por los de Sodoma. Abraham no buscó un pacto con el Señor queriendo un premio por sus muchas obediencias, sino que, al contrario, para honrarle hasta el fin, hasta el máximo límite, le sacrificó su amadísimo hijo...».
«No lo sacrificó».
«Le sacrificó su amadísimo hijo, porque verdaderamente su corazón ya había sacrificado durante el trayecto, con su voluntad de obedecer, que fue detenida por el ángel cuando ya el corazón del padre se partía estando para partir el corazón de su hijo. Mataba al hijo por honrar a Dios. Vosotros le matáis a Dios el Hijo por honrar a Satanás. ¿Hacéis, pues, vosotros las obras de aquel a quien llamáis padre? No, no las hacéis. Tratáis de matarme a mí porque os digo la verdad tal y como la he oído de Dios. Abraham no hacía eso. No trataba de matar la voz que venía del Cielo, sino que la obedecía. No, vosotros no hacéis las obras de Abraham, sino las que os indica vuestro padre».
9«No hemos nacido de una prostituta. No somos espurios. Has dicho, Tú mismo lo has dicho, que el Padre de los hombres es Dios, y nosotros además somos del Pueblo elegido, y pertenecemos a las castas distinguidas de este Pueblo. Por tanto, tenemos a Dios como único Padre».
«Si reconocierais a Dios como Padre en espíritu y en verdad, me amaríais, porque Yo procedo y vengo de Dios; ciertamente no vengo de mí mismo, sino que es Él el que me ha enviado. Por eso, si verdaderamente conocierais al Padre, me conoceríais también a mí como Hijo suyo y hermano y Salvador vuestro. ¿Pueden los hermanos no reconocerse? ¿Pueden los hijos de Uno solo no conocer el lenguaje que se habla en la Casa del único Padre? ¿Por qué, entonces, no comprendéis mi lenguaje y no toleráis mis palabras? Porque Yo vengo de Dios y vosotros no. Vosotros habéis abandonado el hogar paterno y habéis olvidado el rostro y el lenguaje de Aquel que lo habita. Habéis ido voluntariamente a otras regiones, a otras moradas, donde reina otro, que no es Dios, y donde se habla otro idioma. Y quien allí reina impone que, para entrar, uno se haga hijo suyo y le obedezca. Y vosotros lo habéis hecho y seguís haciéndolo. Vosotros abjuráis, renegáis del Padre Dios para elegiros otro padre. Y éste es Satanás. Vosotros tenéis
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* las debo enumerar, con referencia a lo que se lee en Génesis 12; 13; 15; 18; 22.
como padre al demonio y queréis llevar a cabo lo que él os sugiere. Y los deseos del demonio son de pecado y violencia, y vosotros los acogéis. Desde el principio era homicida, y no perseveró en la verdad porque él, que se rebeló contra la Verdad, no puede tener en sí amor a la verdad. Cuando habla, habla como lo que es, o sea, como mentiroso y tenebroso, porque verdaderamente es mentiroso y ha engendrado y ha dado nacimiento a la mentira tras haberse fecundado con la soberbia y nutrido con la rebelión. Toda la concupiscencia está en su seno, y la escupe a inocula para envenenar a las criaturas. Es el tenebroso, el menospreciador, el rastrero reptil maldito, es el Oprobio y el Horror. Desde hace muchos siglos sus obras atormentan al hombre, y las señales y frutos de ellas están ante las mentes de los hombres. Y, no obstante, a él, que miente y destruye, le prestáis oídos, mientras que si hablo Yo y digo lo que es verdad y es bueno no me créis y me llamáis pecador. ¿Pero quién de entre los muchos que me han conocido, con odio o amor, puede decir que me ha visto pecar? ¿Quién puede decirlo con verdad? ¿Dónde, las pruebas para convencernos a mí y a los que creen en mí de que soy pecador? ¿Contra cuál de los diez mandamientos he faltado? ¿Quién, ante el altar de Dios, puede jurar que me ha visto violar la Ley y las costumbres, los preceptos, las tradiciones, las oraciones? ¿Quién de entre todos los hombres podrá hacerme mudar el rostro por haber sido convencido, con pruebas seguras, de pecado? Ninguno puede hacerlo. Ningún hombre y ningún ángel. Dios grita en el corazón de los hombres: "Es el Inocente". De esto estáis todos convencidos, y, vosotros que me acusáis, más todavía que estos otros, que vacilan acerca de quién entre Yo y vosotros tiene razón. Mas sólo el que es de Dios escucha las palabras de Dios. Vosotros no las aceptáis a pesar de que resuenen en vuestras almas día y noche, y no las escucháis porque no sois de Dios».
10«¿Nosotros, nosotros que vivimos para la Ley y en la más minuciosa observancia de los preceptos para honrar al Altísimo, no somos de Dios? ¿Y Tú osas decir esto? ¡¡¡Ah!!!». Parecen ahogarse del horror, como si fuera un dogal. «¿Y no hemos de decir que eres un endemoniado y un samaritano?».
«No soy ni lo uno ni lo otro, sino que honro a mi Padre, aunque vosotros lo neguéis para vilipendiarme. Pero vuestro vilipendio no me aflige. No busco mi gloria. Hay quien se preocupa de ella y juzga. Esto os digo a vosotros que me queréis denigrar. Pero a los que tienen buena voluntad les digo que quien acoja mi palabra, o ya la haya acogido, y la sepa custodiar, no verá la muerte por los siglos de los siglos».
«¡Ah! ¡Ahora vemos claro que por tus labios habla el demonio que te posee! Tú mismo lo has dicho: "Habla como mentiroso". Lo que acabas de decir es palabra mentirosa, por tanto es palabra demoniaca. Abraham murió y murieron los profetas. Y dices que el que guarde tu palabra no verá la muerte por los siglos de los siglos. ¿Entonces Tú no vas a morir?».
«Moriré sólo como Hombre, para resucitar en el tiempo de Gracia, pero como Verbo no moriré. La Palabra es Vida y no muere. Y quien acoge en sí la Palabra tiene en sí la Vida y no muere para siempre, sino que resucita en Dios porque Yo le resucitaré».
«¡Blasfemo! ¡Loco! ¡Demonio! ¿Eres más que nuestro padre Abraham, que murió, y que los profetas? ¿Quién te crees ser?».
«El Principio que os habla».
Se produce un pandemónium. Y, mientras esto sucede, el levita Zacarías empuja a Jesús insensiblemente hacia un ángulo del pórtico, ayudado en ello por los hijos de Alfeo y por otros que quizás colaboran, sin quizás saber siquiera bien lo que hacen.
11Cuando Jesús está bien arrimado al muro y tiene delante de sí la protección de los más fieles, y un poco se calma el tumulto también en el patio, dice con su voz incisiva y hermosa, tranquila incluso en los momentos más agitados: «Si me glorifico a mí mismo, no tiene valor mi gloria. Todos pueden decir de sí lo que quieran. Pero el que me glorifica es mi Padre, el que decís que es vuestro Dios, si bien es tan poco vuestro que no le conocéis y no le habéis conocido nunca ni le queréis conocer a través de mí, que os hablo de Él porque le conozco. Y si dijera que no le conozco para calmar vuestro odio hacia mí, sería un embustero como lo sois vosotros diciendo que le conocéis. Yo sé que no debo mentir por ningún motivo. El Hijo del hombre no debe mentir, si bien el decir la verdad será causa de su muerte. Porque si el Hijo del hombre mintiera, ya no sería verdaderamente Hijo de la Verdad y la Verdad le alejaría de sí. Yo conozco a Dios, como Dios y como Hombre. Y como Dios y como Hombre conservo sus palabras y las acato. ¡Israel, reflexiona! Aquí se cumple la Promesa. En mí se cumple. ¡Reconóceme en lo que soy! Vuestro padre Abraham suspiró por ver mi día. Lo vio proféticamente por una gracia de Dios, y exultó. Y vosotros en verdad lo vivís...».
«¡Cállate! ¿No tienes todavía cincuenta años y pretendes decir que Abraham te ha visto y que Tú le has visto?», y su carcajada de burla se propaga como una ola de veneno o de ácido corrosivo.
«En verdad, en verdad os lo digo: antes de que Abraham naciera, Yo soy».
«¿"Yo soy"? Sólo Dios puede decir que es, porque es eterno. ¡No Tú! ¡Blasfemo! ¡"Yo soy"! ¡Anatema! ¿Eres, acaso, Dios para decirlo?», le grita uno que debe ser un alto personaje porque acaba de llegar y ya está cerca de Jesús, dado que todos se han apartado con terror cuando ha venido.
«Tú lo has dicho» responde Jesús con voz de trueno.
Todo se hace arma en las manos de los que odian. Mientras el último que ha preguntado al Maestro se entrega a toda una mímica de escandalizado horror y se quita violentamente la prenda que cubre su cabeza, y se alborota el pelo y la barba y se desata las hebillas que sujetan la túnica al cuello, como si se sintiera desfallecer del horror, puñados de tierra, y piedras (usadas por los vendedores de palomas y otros animales para tener tensas las cuerdas de los cercados, y por los cambistas para... prudente custodia de sus arquetas, de las que se muestran más celosos que de la propia vida) vuelan contra el Maestro, y naturalmente caen sobre la propia gente, porque Jesús está demasiado dentro, bajo el pórtico, como para ser alcanzado, y la gente impreca y se queja...
12Zacarías, el levita, da ‑ único medio para hacerle llegar hasta una puertecita baja, escondida en el muro del pórtico y ya preparada para abrirse ‑ un fuerte empujón a Jesús; le empuja hacia la puerta a la par que a los dos hijos de Alfeo, Juan, Manahén y Tomás. Los otros se quedan afuera, en el tumulto... Y el rumor de éste llega debilitado a la galería que está entre unos poderosos muros de piedra que no sé cómo se llaman en arquitectura. Están construidos con técnica de ensamblaje, diría yo, o sea, con piedras anchas y piedras más pequeñas, y encima de éstas, sobre las pequeñas, las anchas, y viceversa. No sé si me explico bien. Oscuras, fuertes, talladas toscamente, apenas visibles en la penumbra producida por estrechas aspilleras puestas arriba a distancias uniformes, para ventilar y para que no sea completamente tenebroso este lugar, que es una angosta galería que no sé para lo que sirve, pero que me da la impresión de que da la vuelta por todo el patio. Quizás había sido hecha como protección, como refugio, para hacer dobles y, por tanto, más resistentes los muros de los pórticos, que forman como cinturones de protección para el Templo propiamente dicho, para el Santo de los Santos. En fin, no sé. Digo lo que veo. Olor de humedad, de esa humedad que no se sabe decir si es frío o no, como en ciertas bodegas.
«¿Y qué hacemos aquí?» pregunta Tomás.
«¡Calla! Me ha dicho Zacarías que vendrá, y que estemos callados y parados» responde Judas Tadeo.
«¿Pero... podemos fiarnos?».
«Eso espero».
«No temáis. Ese hombre es bueno» consuela Jesús.
Afuera, el tumulto se aleja. Pasa tiempo. Luego, un rumor sordo de pasos y una pequeña luz trémula que se acerca desde profundidades obscuras.
«¿Estás ahí, Maestro?» dice una voz que quiere ser oída pero teme que la oigan.
«Sí, Zacarías».
«¡Alabado sea Yeohveh! ¿He tardado? He tenido que esperar a que corrieran todos hacia las otras salidas. Ven, Maestro... Tus apóstoles... He podido decirle a Simón que vayan todos hacia Betesda y que esperen. Por aquí se baja... Poca luz. Pero camino seguro. Se baja a las cisternas... y se sale hacia el Cedrón. Camino antiguo. No siempre destinado a buen uso, pero esta vez sí... y esto lo santifica...».
Bajan continuamente en medio de sombras quebradas sólo por la llamita tembleteante de la lámpara, hasta que un claror distinto se vislumbra en el fondo... y detrás el claror del verde, que parece lejano... Una verja ‑ tan maciza y apretada que es casi puerta ‑ termina la galería.
«Maestro, te he salvado. Puedes marcharte. Pero, escúchame: no vuelvas durante un tiempo. No podría servirte siempre sin ser notado; y... olvida, olvidad todos este camino, y a mí que os he guiado aquí» dice Zacarías, moviendo unos artificios que hay en la pesada verja, y entreabriendo ésta lo indispensable para dejar salir a las personas. Y repite: «Olvidad, por piedad hacia mí».
«No temas. Ninguno de nosotros hablará. Dios esté contigo por tu caridad». Jesús alza la mano y la pone encima de la cabeza agachada del joven.
Sale, seguido de sus primos y de los otros. Se encuentra en un pequeño espacio llano ‑ casi no caben todos ‑, agreste, con zarzas, frente al Monte de los Olivos. Un senderito de cabras baja entre las zarzas hacia el torrente.
«Vamos. Subiremos luego a la altura de la puerta de los Ovejas y Yo con mis hermanos iré a casa de José, mientras vosotros vais a Betesda por los otros y venís. Iremos a Nob mañana al anochecer después del ocaso».