Después de convertido, San Francisco de Asís despreció los sueños de gloria que antes lo habían deslumbrado. Huía de las reuniones mundanas, se retiraba a los bosques para, allí, entregarse largamente a la oración; daba limosnas generosamente. Este cambio desagradó a su padre, que arrastró a su hijo a la autoridad diocesana, acusándole de disipar los bienes. Entonces, en presencia del obispo maravillado, Francisco renuncia a la herencia paterna; deja incluso la ropa que le venía de familia; se despoja de todo. Y vibrando de una felicidad sobrehumana, exclama: "¡Oh, Dios mío! ¡Ahora sí podré llamaros con más verdad que nunca: Padre nuestro que estás en los Cielos!"
He aquí cómo actúan los santos.
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)
Comentario:
Una de las cosas que debemos meditar es nuestra confianza en la Providencia de Dios. Porque muchas veces estamos faltos de esta confianza, que Dios quiere encontrar en nosotros, para actuar en nuestra vida.
Efectivamente Dios quiere encontrar confianza en nuestra alma, para derramar sus dones y gracias en nosotros y nuestros seres queridos.
Si nosotros desconfiamos de Dios, entonces no sólo herimos su Corazón de Padre amoroso y providente, sino que cerramos la entrada a multitud de dones y gracias, incluso materiales, que Dios nos quiere otorgar.
Porque la medida con que recibimos es la medida de nuestra confianza, ya que la confianza que tenemos en Dios es como el recipiente con el cual recibimos las gracias y dones celestiales y materiales de Dios hacia nosotros. Si nuestra confianza es muy grande, es decir, que nuestro recipiente tiene gran capacidad, entonces preparémonos a recibir gracias de tal calibre que quedaremos admirados y maravillados, no sólo nosotros, sino también quienes nos rodean, que verán cuánto nos ama Dios. Y sólo porque hemos confiado en Dios, porque lo amamos y sabemos que Él nos ama, y que quiere lo mejor para nosotros.
Confiemos siempre en Dios, recordando una palabra del Credo: Creo en Dios Padre Todopoderoso.
Porque Dios todo lo puede, pero para actuar necesita nuestra confianza, y Él actúa en la medida de nuestra confianza en Él.
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