Matar el error, amar al que yerra Oración y penitencia
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Muchos católicos, y entre ellos no pocos sacerdotes y hasta obispos, buscan nuevos métodos de evangelización, buscan la "novedad". Pero sabemos muy bien que eso de andar buscando cosas nuevas no viene de Dios, sino del demonio.
En cambio los que queremos hacer mella en las filas enemigas, tenemos que echar mano a los mismos métodos que empleó Nuestro Señor, y que claramente están puestos en el Evangelio.
La oración y la penitencia son las únicas armas que darán la victoria, porque son las mismas armas que usó Jesús, y no podemos pensar que Él, siendo Dios, se haya equivocado. O que nosotros, por estar más adelantados en la técnica, podamos tener medios mejores que esos. Sin embargo eso es lo que hoy el demonio hace creer a muchos cristianos, no excluidos sacerdotes y obispos.
¿De qué sirven tantas reuniones y proyectos, charlas y discusiones, si no se reúnen para rezar juntos, para elaborar planes conjuntos de defensa y de ataque contra las fuerzas del mal, que se sienten ya vencedoras porque ven a un enemigo que está desorientado y mal guiado por sus jefes?
Es tiempo de volver a las fuentes, de utilizar los mismos medios de utilizó Nuestro Señor Jesucristo, porque no hay otros, sino el camino de la oración y el sufrimiento. Cristo los usó, usémoslos también quienes nos decimos sus seguidores, quienes nos decimos cristianos.
La penitencia sólo mata lo que tiene que matar. En cambio eso de querer gozarlo todo y pasarlo bien en este mundo y también alcanzar el Cielo, no es de Dios, porque bien sabemos que el camino ancho y espacioso, con flores y toda clase de delicias, no lleva al Cielo, sino al Infierno, y hoy muchos van por allí. No queramos también ir nosotros, sino tomemos el camino estrecho del cumplimiento del deber, y llevemos la cruz de cada día, para nuestra propia salvación y la salvación de muchos hermanos nuestros.
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