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martes, 14 de mayo de 2013

Lecturas San Matías, apóstol



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Martes 14 de Mayo del 2013
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,15-17.20-26):

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): «Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho en la Escritura acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartía el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella," y también: "Que su cargo lo ocupe otro." Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» 
Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. 
Y rezaron así: «Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 112,1-2.3-4.5-6.7-8

R/.
 El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo

Alabad, siervos del Señor, 
alabad el nombre del Señor. 
Bendito sea el nombre del Señor, 
ahora y por siempre. R/. 

De la salida del sol hasta su ocaso, 
alabado sea el nombre del Señor. 
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, 
su gloria sobre los cielos. R/.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, 
que se eleva en su trono 
y se abaja para mirar 
al cielo y a la tierra? R/.

Levanta del polvo al desvalido, 
alza de la basura al pobre, 
para sentarlo con los príncipes, 
los príncipes de su pueblo. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Martes 14 de Mayo del 2013

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Pablo Largo, cmf
Queridos amigos:
Vamos a seguir con el evangelio de Juan durante toda la semana. Ya sabéis que, como no tiene asignado un año propio en el ciclo litúrgico, se desquita en las semanas anteriores a Semana Santa y durante el tiempo de Pascua. Como es un evangelio especial, que en ocasiones, como hoy mismo, parece estar construido con piezas yuxtapuestas, podemos adoptar un método también especial: leemos el pasaje, nos quedamos con la música de fondo y nos detenemos en una frase cualquiera, volviendo una y otra vez sobre ella, apurándola, o haciéndola resonar indefinidamente.
Nos quedamos con la frase inicial del evangelio de hoy. Jesús nos revela la conciencia viva que tiene de haberlo recibido todo de su Padre. Sabe hasta qué punto lo ha amado el Padre: hasta el extremo. Y cómo lo ha amado: volcándose en él. (Hay teólogos que hablan de una kénosis intratrinitaria del Padre.) Sabe que el Padre no se ha reservado nada para sí. Todo lo comparte con el Hijo. (De nuevo dirían los teólogos: salvo la diferencia personal, plasmación de la reciprocidad, todo les es absolutamente común. Y absolutamente todo lo recibe el Hijo del Padre.)
Desde ese misterio se nos revela el otro misterio: el amor de Jesús por nosotros. También él nos ha amado, y nos ha amado hasta el extremo, con el "amor más grande". Y todo lo que le ha oído a su Padre nos lo ha dado a conocer. Tampoco él se reserva nada. No se pregunta con hastío: "pero ¡bueno!, ¿se merece mi amor esta gente? ¿Vale la pena un amor a fondo perdido?". Donde pone toda su atención es en el amor que él ha recibido, en la calidad de ese amor, en su intensidad, en su eternidad. Y en esto es en lo que descubrimos cómo es el vivo retrato de su Padre: repite vividamente la lección aprendida de su Padre, reproduce en nuestra historia humana el gesto de entrega intradivina, replica el éxtasis eterno del Padre en su éxtasis temporal.
Y viene el tercer misterio: "este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado". ¿Qué tal vamos aprendiendo la lección? ¿Cómo reproducimos su gesto de entrega? ¿Qué alcance tienen nuestros "éxtasis", nuestras salidas de nosotros mismos? Que él nos conceda ir caminando desde la conciencia viva de ser amados al ejercicio concreto del amor, sin demasiadas recaídas en la pregunta traidora: "pero ¡bueno! ¿Se merece este tipo mi amor?". Él sabe también lo necesitados que andamos de su perdón.
Vuestro amigo.
Pablo Largo

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