MENU

sábado, 1 de junio de 2013

PARTE PRIMERA CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL (KEMPIS XVIII-XIX)

Capítulo: XVIII
EJEMPLO DE LOS PRIMEROS RELIGIOSOS

1. Mira bien los vivos ejemplos de los santos fundadores
en los que resplandece la verdadera perfección y religión,
y verás qué poco o casi nada es lo que hacemos.
¡Qué viene a ser nuestra vida si la comparamos
con la de ellos...!
Los santos y amigos de Cristo
sirvieron al Señor con hambre y sed, con frío
e indigencia, con trabajo y cansancio,
en vigilias y ayunos, en medio de persecuciones y muchas ofensas.
¡Qué abundantes y graves tribulaciones padecieron los apóstoles, los mártires, los confesores, las vírgenes
y todos los demás que quisieron seguir los pasosde Cristo!
2. En este mundo se dieron menos importancia a sí mismos
para poseer sus vidas plenamente en la eternidad (Jn 12,25).
¡Qué vida tan exigente y desprendida llevaron los Padres del desierto,
qué prolongadas y graves tentaciones soportaron!
¡Con qué frecuencia fueron maltratados por el enemigo,
qué continuas abstinencias cumplieron!
¡Qué gran entusiasmo y fervor tuvieron para el progreso espiritual,
qué fuerte guerra combatieron para dominar los vicios,
qué pura y recta intención tuvieron hacia Dios!
3. Durante el día trabajaban y se pasaban las noches orando
y mientras trabajaban, no cesaban de orar mentalmente.
Empleaban útilmente todo su tiempo y les parecía
poco todo el tiempo que podían estar a solas con Dios
y por gran dulzura que encontraban en la contemplación
hasta llegaban a olvidarse de satisfacer las necesidades básicas de su naturaleza.
Renunciaban a las riquezas, a los títulos y a los honores,
a los amigos y familiares, no deseaban tener nada del mundo, apenas consumían lo necesario
y hasta les molestaba atender sus necesidades vitales.
Eran pobres, pues, en bienes materiales, pero muy ricos en gracia y virtudes.
Externamente eran indigentes pero por dentro
rebosaban de la predilección y
el afecto sensible de Dios.
Para el mundo eran ajenos pero eran muy cercanos
y amigos íntimos de Dios.
A sí mismos se consideraban como sin ningún valor y despreciados del mundo entero pero a los ojos de Dios eran preciosos y queridos.
Eran ciertamente humildes y vivían obedeciendo con sencillez.
En caridad y paciencia caminaban y por eso
cada día progresaba su espíritu y obtenían grandes dones de Dios.
Fueron propuestos como ejemplo para todos los religiosos
y más nos deben animar a obrar bien que la multitud
de los tibios a descuidarnos.
4. ¡Qué entusiasmo tuvieron todos los religiosos al comienzo
de sus santas Instituciones!
Cuánta devoción en la oración, cuánta emulación en la virtud
qué gran cumplimiento de las normas, qué respeto y obediencia
bajo las constituciones de los maestros, en todos florecía.
Todavía quedan vestigios, para testificar que verdaderamente fueron santos y perfectos que supieron
luchar con denuedo para lograr la victoria.
Ahora parece gran cosa si uno no es transgresor
y puede tolerar con paciencia lo que primero aceptó.
¡Qué tibieza y negligencia de nuestra condición
que tan pronto declina nuestro entusiasmo inicial
y nos da tedio vivir por la dejadez y tibieza!
Ojalá no se duerma en ti el interés por la virtud
ya que tienes delante tantos ejemplos de santos.

Capítulo: XIX
LA ACTIVIDAD DEL BUEN RELIGIOSO

1. La vida del buen religioso
debe relucir con toda clase de virtudes para que sea interiormente como aparece por fuera;
y debe ser mejor por dentro
que como se aprecia de fuera
porque nuestro inspector es Dios
a quien debemos el máximo respeto donde sea que estemos
y debemos andar tan puros como ángeles en su presencia.
Cada día tenemos que renovar nuestros propósitos
y animarnos al fervor
como si hoy fuese el primer día de nuestra conversión, y decir: “Ayúdame Señor Dios
en el buen propósito de tu santo servicio
y haz que hoy día empiece perfectamente
porque nada he hecho hasta ahora”.
2. Según nuestro propósito será el camino de nuestro aprovechamiento y debe poner mucho empeño
el que quiere aprovechar bien.
Si el que propone firmemente, con frecuencia decae
¿qué será del que rara vez o con menos firmeza propone?
Sucede que de diversas maneras desertamos de nuestros propósitos
y una pequeña omisión de los ejercicios no pasa sin detrimento.
Los propósitos de los santos penden más de la gracia de Dios que del propio saber y en Dios siempre confían
cuando algo acometen.
Porque el hombre propone pero Dios dispone y no
está en poder del hombre su camino (Jr 10,23).
3. Si por causa de la compasión o por utilidad del prójimo
se suspende de vez en cuando el cumplimiento de los ejercicios acostumbrados,
con posterioridad puede fácilmente recuperarse.
Sin embargo, abandonarlos simplemente por fastidio o negligencia es una actividad muy culpable y se sentirá que hace daño.
Esforcémonos cuanto podamos
porque así y todo fallaremos con facilidad en muchas cosas.
No obstante, siempre debe proponerse algo muy concreto
principalmente contra aquello que más se opone a nuestro progreso.
Debemos escrutar por igual nuestras actividades exteriores
e interiores porque todas tienen que ver con nuestro aprovechamiento.
4. Si no eres capaz de recogerte en ti mismo continuamente
quizás puedas algunas veces en el día, o al menos una vez cada día
ya sea temprano o al atardecer.
Propón por la mañana y al final del día examina tus obras
porque es posible que hayas ofendido muchas veces
a Dios y al prójimo.
Ármate con todas tus fuerzas contra las maldades diabólicas
frena la gula
y podrás frenar con mayor facilidad tus bajas inclinaciones.
Nunca estés del todo ocioso
sino lee, escribe, reza, medita o desarrolla alguna labor útil para la comunidad.
Sin embargo las actividades físicas deben realizarse
con discreción, porque no convienen por igual para todos.
5. Las actividades no comunes, no deben ostentarse públicamente sino ejercerse en privado protegidas por el secreto.
Ten cuidado, no obstante:
No seas mezquino con los intereses comunes
y dispuesto con los tuyos exclusivamente sino que después de cumplir íntegra y fielmente lo que debesy te han encomendado,
si todavía te queda tiempo, vuelve sobre ti mismo
como deseas según tu buena disposición.
No todos podemos llevar a cabo las mismas cosas
unas convienen más a unos y otras a otros.
En concordancia con los distintos tiempos
conviene diversas actividades
porque unas son más propias de los domingos y festividades religiosas
y otras de los días ordinarios.
Unas son necesarias en tiempo de tentación y
otras distintas en tiempo de paz y tranquilidad.
Está bien que pensemos en ciertas cosas
cuando estamos entristecidos
y en otras cuando nos encontremos alegres en el Señor.
6. En las festividades principales debemos renovar
nuestros buenos ejercicios
e implorar con más ahínco
la intercesión de los Santos.
De celebración en celebración debemos hacer propósitos
como si entonces tuviéramos que emigrar de este mundo
y llegar por fin a la eterna fiesta.
De ésta manera, debemos prepararnos con gran solicitud en los tiempos de piedad cristiana y más piadosamente comportarnos
y cumplir más estrictamente nuestros compromisos religiosos
como si fuéramos a recibir de Dios dentro de corto tiempo
el premio de nuestros trabajos.
7. Y si esto se dilata
creamos que no estamos muy bien preparados
y que todavía no somos merecedores de tanta gloria
como se revelará en nosotros al final de nuestras vidas
y esforcémonos por prepararnos mejor para ese suceso.
Feliz el servidor que cuando regrese su Señor le encuentre vigilante;
de verdad les digo que lo pondrá como administrador de todos sus bienes (Lc 12,37)

No hay comentarios:

Publicar un comentario