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lunes, 8 de julio de 2013

Lecturas Lunes de la 14ª semana del Tiempo Ordinario


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Lunes 08 de Julio del 2013

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (28,10-22a):

En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán. Casualmente llegó a un lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol. Cogió de allí mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada y se echó a dormir en aquel lugar. Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella.
El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo de la tierra, y ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur; y todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré dondequiera que vayas, y te volveré a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido.»
Cuando Jacob despertó, dijo: «Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.»
Y, sobrecogido, añadió: «Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo.»
Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que le había servido de almohada, la levantó como estela y derramó aceite por encima. Y llamó a aquel lugar «Casa de Dios»; antes la ciudad se llamaba Luz.
Jacob hizo un voto, diciendo: «Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he levantado como estela será una casa de Dios.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 90,1-2.3-4.14-15ab

R/.
Dios mío, confío en ti

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R/.

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás. R/.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación.» R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,18-26):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: «¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Palabra del Señor
 

Comentario al Evangelio del Lunes 08 de Julio del 2013

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CR
Queridos amigos y amigas:
El “sueño de Jacob” es el sueño de todo hombre religioso. En nuestra cultura secularizada soñamos con una escalinata que, apoyada firmemente en la tierra, pueda tocar el cielo. Soñamos con reconocer la voz de un Dios escondido en el laberinto de nuestras búsquedas: Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. Desearíamos poder hacer nuestras las palabras de Jacob: Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy haciendo ... entonces el Señor será mi Dios. Soñamos, en definitiva, con unir lo que nuestra cultura parece haber separado: el mundo de Dios y el mundo del hombre.
Este sueño ya se ha cumplido en Jesús. En su persona, Dios ha descendido por esa interminable escalinata que une el cielo con la tierra. Jesús es alguien que se deja tocar (por una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años) y que toca (a una niña que acababa de morir). Tocar a Jesús (aunque sólo sea un borde de su misterio) y dejarse tocar por él es el camino para participar del sueño de Dios.

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