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martes, 9 de julio de 2013

Lecturas Martes de la 14ª semana del Tiempo Ordinario

Martes 09 de Julio del 2013

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (32,22-32):

En aquellos días, todavía de noche se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos siervas y los once hijos y cruzó el vado de Yaboc; pasó con ellos el torrente e hizo pasar sus posesiones. Y él quedó solo. Un hombre luchó con él hasta la aurora; y, viendo que no le podía, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa, mientras peleaba con él.
Dijo: «Suéltame, que llega la aurora.»
Respondió: «No te soltaré hasta que me bendigas.»
Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?»
Contestó: «Jacob.»
Le replicó: «Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y con hombres y has podido.»
Jacob, a su vez, preguntó: «Dime tu nombre.»
Respondió: «¿Por qué me preguntas mi nombre?»
Y le bendijo. Jacob llamó aquel lugar Penuel, diciendo: «He visto a Dios cara a cara y he quedado vivo.»
Mientras atravesaba Penuel salía el sol, y él iba cojeando. Por eso los israelitas, hasta hoy, no comen el tendón de la articulación del muslo, porque Jacob fue herido en dicho tendón del muslo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 16,1.2-3.6-7.8.15

R/.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia, Señor

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.

Emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí. R/.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios,
a quien se refugia a tu derecha. R/.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,32-38):

En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló.
La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual.»
En cambio, los fariseos decían: «Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.»
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»

Palabra del Señor
  
Comentario al Evangelio del Martes 09 de Julio del 2013
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CR
Queridos amigos y amigas:
Cada relato del Génesis, elaborado al detalle, nos ofrece claves para entender y vivir la relación con Dios. La lucha de Jacob con un personaje anónimo hasta la aurora simboliza la lucha con Dios.
Los nuestros no son tiempos de lucha. Los sociólogos de la religión hablan de que hemos pasado de una etapa de tensión (entre teísmo y ateísmo) a otra de indiferencia (en la que es posible ser cualquier cosa, pero sin empeñarse demasiado en ello). Uno puede autodefinirse creyente, agnóstico (raramente ateo), religioso ... sin que nada de esto consiga atraparlo por entero. Hemos perdido el sentido agónico de la fe. Cansados de luchar, preferimos que la fe advenga como una lluvia suave, no como un trofeo conquistado.
Mateo resume la actividad de Jesús con cuatro verbos: caminar, enseñar, anunciar y curar. Los cuatro están en función de la vida de las personas: Al ver a las gentes, se compadecía de ellas porque estaban extenuadas y abandonadas.
Ayer como hoy, los dedicados a caminar, enseñar, anunciar y curar son pocos. No abunda la actitud que pone en marcha este programa de vida: la compasión. Si resulta igual que una persona sea feliz o no, si da lo mismo creer que no creer, servir que medrar, ¿por qué voy a sentirme llamado por Jesús a hacer lo mismo que él?
La vocación de servicio por el Reino exige tres condiciones: oración (Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies), compasión (Se compadecía de ellas porque estaban como ovejas que no tienen pastor) y lucha.

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