No creer en la existencia del Purgatorio es estar en la herejía, pues es una verdad de fe que las almas, después de esta vida terrena, deben estar un tiempo purificándose de las deudas de los pecados que no pudieron reparar en vida.
Incluso a veces dentro de la misma Iglesia Católica algunos fieles y hasta sacerdotes, niegan o minimizan esta verdad de la existencia del Purgatorio, con gran daño para las almas detenidas allí, que sufren terriblemente, y también con grandísimo daño para todos nosotros que peregrinamos en este mundo, porque al no creer en el Purgatorio, no rezamos ni hacemos sacrificios por las Benditas Almas detenidas allí, y nos privamos de innumerables y maravillosos consuelos y gracias, favores y milagros que ellas, las Almas del Purgatorio, harían por nosotros y los nuestros, si creyéramos en esta verdad de fe e hiciéramos operante esa fe, con obras y oraciones, sufragios y sacrificios por ellas.
No escuchemos a los protestantes o sectarios que niegan el Purgatorio, porque la enseñanza de la Iglesia es clara en este punto y quien la niega, está en la herejía.
Recemos mucho por las Almas del Purgatorio y las tendremos como amigas incondicionales en este mundo. ¡Y entonces veremos lo que son milagros!, pues ellas no se dejan ganar en generosidad, y por el bien que les hacemos al acortarle el tiempo de tremenda purificación, ellas nos colman de favores espirituales y materiales de todas clases, hasta el punto de dejarnos estupefactos.
Aprovechémonos de este recurso que nos ha dado el Señor, de la Comunión de los Santos, es decir, de la unión de los que peregrinamos en la tierra, los que sufren en el Purgatorio y los que gozan en el Cielo, porque si vivimos esta estupenda realidad, simplemente nos cambiará la vida a nosotros y a los que amamos. Quien no lo crea así, que haga la prueba.
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