Félix Pimentel es un cantante y predicador católico que comparte su experiencia de salvación
Equipo Portaluz / Televida (Colombia) Rel.
República Dominicana, como otros países del Caribe, tiene en su historia cultural una significativa presencia de emigrantes africanos esclavizados. Las raíces musicales del continente africano marcan no sólo el Merengue, nacido en aquel país, sino también los ritos y creencias de una religiosidad teñida por el vudú, altares familiares a deidades diversas, el culto a los muertos y hechiceríasentre otros.
Félix Pimentel era hijo de esta cultura y como muchos de sus hermanos mulatos del país supo desde pequeño que las posibilidades de alcanzar el bienestar en la vida estaban limitadas para él en una sociedad que aún segrega. “Como hijos, crecimos formados por nuestros padres en ese mundo de rituales e invocaciones de espíritus y asumimos que eso no era malo. Entonces, cada vez que pedíamos algo, no se lo pedíamos a Dios, sino a ese mundo oculto”. Los diversos rostros del tentador Los padres de Félix querían una mejor vida para ellos y sus hijos y así fue como con 12 años, este niño se encontró viviendo con su familia en Nueva York, Estados Unidos. Nuevos ritos, nuevas creencias y la certeza cultural de que todo estaba disponible para ser tomado y disfrutado marcaron la adolescencia y primera juventud del emigrante dominicano. Tenía una buena presencia, voz, ritmo y candela (espíritu alegre), pero esencialmente hambre de fama y dinero. “En esa época –reconoce- era un farandulero, esa ciudad me atrapó con cosas muy atractivas como el éxito. Quería ser un artista internacional y para eso, participaba en diferentes festivales de la voz. No sé si era por lástima, pero siempre ganaba los primeros lugares”. En el vudú sustancias, líquidos, sonidos y movimientos colaboran al objetivo del devoto y también las licencias en el sexo. Quizás por ello para Félix no hubo cuestionamientos… “Pensaba que para estar feliz, había que estar con una mujer por cada día de la semana. Me metí en el mundo perverso y creía que lo único que valía la pena era beber alcohol, el sexo y la discoteca”. Pactando con el demonio Sobrevivir y cumplir los sueños de dinero y fama no era una fruta que se diera en los árboles del Central Park. Félix lo tenía claro, pero no estaba dispuesto a esperar… “Sabía que muchos grandes artistas y en especial quienes por código simbólico se vestían de negro, tenían pactos diabólicos. No tuve temor. Embrutecido, le hablé al diablo. Hice con él un pacto… yo me vestía de negro permanente por él durante tres años para que me regalase la fama” Nada sucedió. El Señor de la Mentira no regaló a Félix lo que anhelaba, sino que se hizo presencia casi tangible en su cuerpo, acechándolo, pidiéndole que ofreciera más… “Algo en mi corazón me dijo que de seguir adelante debía al menos hacer algo bueno con todo esto y me propuse ayudar a los niños pobres de mi pueblo si lograba lo que anhelaba. Con este ánimo visité a un brujo. Me recogieron tres puntos de sangre del dedo de mi mano izquierda y los depositaron en un amuleto. Me dijeron que el día en que rompiera ese pacto de sangre que estaba haciendo con ellos, me iban a matar”. "Se te aparecerá una pantera negra" Los escabrosos detalles de aquella sesión no terminan. “Me dijeron «vete tal día, al mediodía, al campo de tu casa, en República Dominicana. Allí se te aparecerá una pantera negra y le vas a decir el pacto que tú quieres. Si está de acuerdo te cerrará los ojos y si no lo está, te moverá la cabeza. Es el demonio que se te va a presentar». Seguí al pie de la letra todas las indicaciones, y vi al animal que bajaba de entre los árboles de café y cacao. Se levantaron las hojas secas del piso y se armó un remolino. Cierro mis ojos y cuando los vuelvo a abrir, veo un águila grande que vuela sobre mí, y se fue”. Pasaba el tiempo, y nada ocurría así es que no dudó en acudir a reclamar a los brujos esa falta de efectividad… “Quedé paralizado cuando me dijeron algo que sólo yo conocía… «el animal se dio cuenta que tú querías ayudar a los niños pobres de tu pueblo, te engañó, a él no le interesó el pacto». Les respondí que con ellos no me interesaba entonces ningún trato más”. Hastiado y abatido Félix dejó de soñar en ser un famoso y adinerado artista y se trasladó a Miami. Instaló una tintorería, ¡quería hacer bien las cosas!, pero el negocio no prosperaba. Las raíces culturales de su amada tierra retornaron y sucumbió de nuevo… “Creía que sólo un hechicero podía darme una «luz» de esperanza. Sin embargo tras todas las sesiones y sahumerios, mi emprendimiento empeoró”. Hablando con Dios... Él responde Derrotado, arruinado económicamente una tarde llorando por vez primera en años comenzó a dialogar con Dios. “De la nada dije «Señor, ¿por qué las cosas salen mal?». Y de pronto escuché una voz en mi interior que me dijo: «bota lo que tienes en tu casa y sígueme para que te sanes». Encontré lo que me indicaba en el closet de casa… un muñeco clavado con alfileres y frutas”. Luego de esto, “siendo el Jubileo del año 2000”, recuerda que acudió a la Parroquia San Isidro para inscribirse en catequesis y allí Dios le mostró su rostro de Padre una vez más... Liberación con Siervos de Cristo Vivo “Me hablaron de la escuela de evangelización del padre Emiliano Tardif, en Miami, llamadaSiervos de Cristo Vivo. Una fuerza como brisa fresca, buena me llevó a participar en esa comunidad y nada más iniciar el curso aquél primer día, cuando dio inició la oración de liberación… mi corazón reventó y no recuerdo que pasó luego. Pero después no podía parar de hablar diciendo a los presentes que pedía perdón a Dios. Me sentía quebrantado y sentí que algo había entrado por la boca y que me había tomado el corazón.¡Sentí que me sacaron toda la basura!”. Félix hoy es un católico que predica y canta su testimonio; ha erigido proyectos sociales para los más desvalidos y lanzado siete discos con diversos géneros musicales. “Soy un hombre eucarístico y del Santo Rosario. Mi vida dio un giro total, me he apartado de todas las cosas que el mundo me ofrece. Al principio fue difícil, pero Dios me llamó y tengo un corazón agradecido, porque sé de donde me sacó. A pesar de que yo era nada, él quiso hacer algo conmigo”. A partir de su experiencia y testimonio, Félix puede animar a muchos a dejarse cambiar por Dios, como hace en el siguiente vídeo. Y Félix Pimentel sigue cantando y bailando con los ritmos alegres y calientes del Caribe, pero ahora lo hace para evangelizar y proclamar el amor y la alegría que da Dios. |
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