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J. Ramón es un español, nacido en 1973, que nos ha hecho llegar a ReligionEnLibertad un detallado testimonio explicando su itinerario espiritual. Tuvo épocas de ateísmo, de esoterismo y de sectarismo anticatólico antes de acercarse a Cristo con un alma abierta.
Publicamos por su interés extractos de él, centrándonos en los pasajes más directamente ligados a su experiencia religiosa.
TESTIMONIO DE J. RAMÓN
Toda mi vida, desde bastante pequeño, sentí una gran atracción y curiosidad por los temas de religión, astronomía y ya entrado en la adolescencia por las llamadas ciencias ocultas. En buena medida supongo que influyó notoriamente el hecho de haber experimentado vivencias paranormales siendo niño.
El ateismo de mi padre así como la pasividad de mi madre y el bajo nivel cultural de ambos no fueron una buena ayuda. Siempre que recurría a ellos hallaba desgana, desprecio por toda ayuda.
Crecí en un ambiente familiar insano, dominado por el despotismo de mi padre. Él nunca tenía tiempo, ni paciencia, ni comprensión para nada que no fuera él mismo y sus defectos. Era aficionado a la caza, un hobby que me repugna, y asiduo espectador de cine violento. Los insultos, disputas y estallidos de violencia verbal eran la tónica desde que recuerdo hasta que me hice adulto. Nunca fue alcohólico ni drogadicto, más bien ahora creemos que su forma de ser se debió a algún tipo de trastorno o tara mental por una enfermedad mal curada.
Una secta apocalíptica
No es de extrañar que en 1985, a los 12 años, sin cariño familiar en mis progenitores, yo cayera en manos de una secta cristiana norteamericana de tinte neo-protestante, famosos por ir de casa en casa predicando ideas apocalípticas y paradisíacas, en pareja. Yo buscaba en extraños el amor y la comprensión que no había en mi hogar.
Se gestó en mi mente la idea de que quizá existía algo parecido a un mensaje oculto de Dios. Mi vida se dedicaría a buscar ese mensaje, destino o misión.
De mano de la secta donde me empecé a asociar y las charlas con el amigo de la escuela que me metió en ello, creí entender parte de ese mensaje divino: mi vida era un tormento, pensé, porque vivía en una familia católica, una religión falsa y satánicagobernada por ritos y costumbres paganas como el uso de la cruz e imágenes idolátricas.
En cierta ocasión, me dijeron que los vampiros no existían pero que si alguna vez hubieran existido si alguien les acercarse una cruz les refortalecería. Aquel comentario hizo mella en mí. En una serie de enseñanzas señalaban a la Iglesia Católica como la Gran Ramera del Apocalipsis, y la Apostasía predicha en el Evangelio de San Mateo.
Hoy creo que al renunciar a la Iglesia fue cuando comenzó mi descenso al infierno.
Mudanzas y desarraigos
En 1987 nos trasladamos de Madrid, de donde soy natural, a Elche. Fue un cambio gravoso y turbador, propicio para perder la fe, la paciencia y la esperanza. Mi padre, persona sin moral y sin valores cristianos ni de ninguna clase, nos sometía a cambios de domicilio constantes por razones que nunca jamás nos ha explicado. ¡Nada menos que 18 cambios de casa en 40 años!
Ello generó sin duda un desarraigo notable en mí y mis hermanas así como a mi madre, depresiva y tendente al histerismo desde la adolescencia.Era una vida dantesca que giraba en torno a peleas y disputas absurdas, día sí y día no, durante años.Otros parientes, abuelos y tíos, no se metían en problemas ajenos y vivieron siempre bastante al margen de todo lo que pasaba en mi casa pensando que “cada uno en su casa y mejor no meterse donde a uno no lo llaman”.
Hoy en España hay conciencia sobre el problema de la violencia de género y el maltrato a los niños, pero hace 30 ó 40 años esto en España era impensable, y cada hogar era un reino feudal donde cada propietario podía hacer lo que le diera la real gana siempre que no fuera un crimen.
Revistas de esoterismo...y a la radio
En 1989 mis preguntas sobre lo oculto, los poderes de la mente, el futuro, un posible Apocalipsis, los extraterrestres y la vida de ultratumba llegaron a mi mente como un furor implacable. Di rienda suelta a su estudio cuando se empezaron a publicar en España una serie de revistas de esoterismo y fenómenos extraños desde febrero de 1989. También escuchaba programas de radio especializados en estas cuestiones. Tenía una voracidad desmedida y desordenada por estos temas, y leía varios libros y revistas al mes. En 2 años llegué a ser prácticamente un erudito en estas materias.
Una emisora de radio local me dio permiso para hacer unos programas de radio divulgando estos temas. Para mi perdición, pude entrevistar a escritores famosos, contactados con los extraterrestres, espiritistas y otros testigos de hechos extraños.
Noté enseguida que cuanto más leía menos sabia y más preguntas nuevas tenía. La práctica del ocultismo, ufología y parapsicología se convirtió en una droga. Cuanto más consumía, más vacío me sentía, y aumentaban mis dudas y mi necesidad de más información.
Creando un grupo espiritista
En 1994 realicé una prueba con médium espiritista en el pueblo donde resido, y formé un grupo de espiritismo en 2003. Me ayudaba un amigo que tenía problemas sentimentales. El grupo nunca pasó de 3 ó 4 personas, pero esas sesiones de espiritismo fueron mi “Rubicón”. Al fin tenía acceso al mundo espiritual de "primera mano". Ya era un adicto. Manteníamos sesiones de 2, 3 y hasta 4 y más horas, cuando todos los "expertos" aconsejan no más de 1 hora u hora y media.
Las entidades "contactadas" vaticinaban cosas, y se cumplían. Accidentes, robos a mi casa y hasta una experiencia de tipo "aparición celestial" en octubre de 2003, me convirtieron en un esclavo del contacto.
Algunos de mis colaboradores dejaron aquellas sesiones al notar que poco a poco nos estaban cambiado, que nos embrutecían. Todos experimentamos el síndrome de abstinencia que se produce cuando no haces espiritismo. Mi personalidad se amargó, se hizo más introvertida. Me enfurecía hasta la desesperación con los del grupo si no se sometían a la experiencia para pedir más y más información. En mi error, llegué a creer algún tiempo que si hacíamos las preguntas clave, llegaríamos a tener un conocimiento excelso que nos convertiría en semidioses.
Otros estudios: la ciencia y el trabajo
Tras años practicando el espiritismo directamente, tuvimos algunas experiencias que nos hicieron dudar de la “Causa Paranormal” que se esconde tras el fenómeno. Tras terminar mi servicio militar en 1992, ingresé en un instituto de Formación Profesional y obtuve mi título. Y años más tarde estudié bachillerato de la Logse, con filosofía y psicología. Esto lo compaginé con otros cursos profesionales que me ayudaron a adquirir competencias profesionales necesarias para mi vida laboral y ciertamente como persona.
A veces sentía la llamada de la Fe y de Jesús… pero mi mente aún estaba empañada por años de lecturas y creencias advenedizas.
Me llegué a diplomar como hipnólogo, maestro de Reiki y ufólogo.
Conocí a muchísimos contactados en persona y por carta, con prédicas absolutamente desquiciantes.
Para ponerse en armonía con los hermanos del espacio -decían- hay que elevar la vibración. Hacer espiritismo, creer en la reencarnación... Todas las religiones son perfectas y provenientes de la Fuerza Omnipresente del Cosmos, lo Profundo. El mal y el pecado no existen como tales -decían- sino como pasos en el camino semieterno hacia la Perfección.
La redención de Cristo -añadían- es un concepto malentendido por los creyentes. En realidad nunca existió algo llamado pecado, sino que el mensaje fue adulterado por los Apóstoles. Situaban a Cristo como un avatar más, igual que a Buda o Krishna. Quizá la prédica más extraña era la creencia de que un dia cercano los extraterrestres harán posible aquí en la Tierra un Gobierno Mundial único, lleno de perfección y sabiduría.
Una película que lo cambió todo
En 2004 vi la película "Jesús de Nazareth". Recordé aquel pasaje bíblico que dice: “Un árbol malo no produce frutos buenos”. No pude escapar al seductor poder de Cristo.
Paulatinamente, en unos años, fui abandonando mis caminos erróneos, transmutándolos por una lectura responsable de la Biblia.
En la Biblia hallé un conocimiento claro y preciso de la personalidad de Dios:cómo actúa, qué hace Él para llegar a quienes lo buscan.
Tras años de haber abandonado toda aquella basura falaz y artera descubrí que tras la oración sincera, puedo hallar respuesta a mis preguntas. Trato de estar en comunión con Dios. Al cabo de unos dias, llegan a mi mente ideas nuevas, reconfortantes, aliviantes y que sin duda son inspiradas por Dios.
La maravilla de la Creación de Dios
Mi estudio de la astronomía, de la biología, del cerebro, de física (a niveles, por supuesto, de amateur) me han hecho creer aún más en Dios y en su reino de poder. Creo que si uno investiga los principios físicos del Cosmos ello lo empuja a uno aun más a darse cuenta que saber de estas cosas acerca a Dios, no lo aleja.
Y así: uno descubre todas esas cosas que lo acercan a Dios. Por ejemplo:
- Saber que la interrelación de las 4 grandes fuerzas del Universo, las Fuerzas Unificadas, están calibradas de tal forma que cualquier mínima variación imposibilitaría la existencia de átomos, haciendo inviable la existencia de los elementos de la tabla periódica o la cohesión de las estrellas que se debate entre la repulsión electrónica y el peso gravitatorio…
- conocer que para que se genere una sola célula viva deben estar conectados una serie de aminoácidos al tiempo que reciben una descarga eléctrica… la información contenida en las cadenas espirales de ADN, cuyos nucleótidos son aceptados o rechazados por una enzima “montadora” en un proceso constante llamado “corrección de pruebas” que se realiza cada segundo en el núcleo de cada célula…
- el diseño inteligente de los árboles, frutas y una suerte de “propósito benévolo divino” en las cosas; como el que existan caballos, burros o camellos, que tienen el tamaño exacto para poder ser montados por un hombre. O las frutas, que al ser desprendidas del árbol hasta tienen el tamaño ideal para ser agarradas por una mano humana y comidas; su sabor…
- la riqueza de las relaciones interpersonales, la amistad, el sexo sano, que le permiten a uno sentir una plenitud divina con ese otro ser humano…
- el amor hacia la vida, hacia los animales, seres que considero criaturas benditas pues no están sometidos al Pecado Adámico, y pueden ser amaestrados, podemos compartir cariño ilimitado con ellos, incluso con criaturas no tan hábiles como perros, gatos o delfines, sino hasta con criaturas más pequeñas como conejos, hamsters, pájaros, tortugas…
- La bondad y altruismo de religiosos que dieron su vida en misiones o en asesinatos como aquel de El Salvador de 1985.
Un camino para el hijo pródigo
Años después de mi flirteo con fuerzas ocultas, poderes mentales, contactos extraterrestres, espiritismo, Reiki, hipnosis… puedo decir de mí lo que el poeta:
“Yace aquí un entendimiento
que ayer todo lo entendió
y hoy que vio lo que ayer no
vió que que cuanto vio era viento".
Finalmente se cumplió la máxima bíblica de que Dios puede llegar a uno por muchos caminos, aún de perdición. La Parábola del hijo pródigo. Un mensaje de amor, comprensión y tolerancia hicieron que mi mente cambiara y admitiera la grandeza de Dios. Creo que al final mi destino fue bajar a lo más hondo de la perdición para un creyente y como el hijo pródigo, regresar de allí y traer una experiencia que podrá ayudar a romper las cadenas del mal a quienes accedan a ella.
J. Ramón
(Bajo estas líneas, las Bienaventuranzas, en la película "Jesús de Nazareth", de Franco Zeffirelli, que llamó la atención de J. Ramón)
Publicamos por su interés extractos de él, centrándonos en los pasajes más directamente ligados a su experiencia religiosa.
TESTIMONIO DE J. RAMÓN
Toda mi vida, desde bastante pequeño, sentí una gran atracción y curiosidad por los temas de religión, astronomía y ya entrado en la adolescencia por las llamadas ciencias ocultas. En buena medida supongo que influyó notoriamente el hecho de haber experimentado vivencias paranormales siendo niño.
El ateismo de mi padre así como la pasividad de mi madre y el bajo nivel cultural de ambos no fueron una buena ayuda. Siempre que recurría a ellos hallaba desgana, desprecio por toda ayuda.
Crecí en un ambiente familiar insano, dominado por el despotismo de mi padre. Él nunca tenía tiempo, ni paciencia, ni comprensión para nada que no fuera él mismo y sus defectos. Era aficionado a la caza, un hobby que me repugna, y asiduo espectador de cine violento. Los insultos, disputas y estallidos de violencia verbal eran la tónica desde que recuerdo hasta que me hice adulto. Nunca fue alcohólico ni drogadicto, más bien ahora creemos que su forma de ser se debió a algún tipo de trastorno o tara mental por una enfermedad mal curada.
Una secta apocalíptica
No es de extrañar que en 1985, a los 12 años, sin cariño familiar en mis progenitores, yo cayera en manos de una secta cristiana norteamericana de tinte neo-protestante, famosos por ir de casa en casa predicando ideas apocalípticas y paradisíacas, en pareja. Yo buscaba en extraños el amor y la comprensión que no había en mi hogar.
Se gestó en mi mente la idea de que quizá existía algo parecido a un mensaje oculto de Dios. Mi vida se dedicaría a buscar ese mensaje, destino o misión.
De mano de la secta donde me empecé a asociar y las charlas con el amigo de la escuela que me metió en ello, creí entender parte de ese mensaje divino: mi vida era un tormento, pensé, porque vivía en una familia católica, una religión falsa y satánicagobernada por ritos y costumbres paganas como el uso de la cruz e imágenes idolátricas.
En cierta ocasión, me dijeron que los vampiros no existían pero que si alguna vez hubieran existido si alguien les acercarse una cruz les refortalecería. Aquel comentario hizo mella en mí. En una serie de enseñanzas señalaban a la Iglesia Católica como la Gran Ramera del Apocalipsis, y la Apostasía predicha en el Evangelio de San Mateo.
Hoy creo que al renunciar a la Iglesia fue cuando comenzó mi descenso al infierno.
Mudanzas y desarraigos
En 1987 nos trasladamos de Madrid, de donde soy natural, a Elche. Fue un cambio gravoso y turbador, propicio para perder la fe, la paciencia y la esperanza. Mi padre, persona sin moral y sin valores cristianos ni de ninguna clase, nos sometía a cambios de domicilio constantes por razones que nunca jamás nos ha explicado. ¡Nada menos que 18 cambios de casa en 40 años!
Ello generó sin duda un desarraigo notable en mí y mis hermanas así como a mi madre, depresiva y tendente al histerismo desde la adolescencia.Era una vida dantesca que giraba en torno a peleas y disputas absurdas, día sí y día no, durante años.Otros parientes, abuelos y tíos, no se metían en problemas ajenos y vivieron siempre bastante al margen de todo lo que pasaba en mi casa pensando que “cada uno en su casa y mejor no meterse donde a uno no lo llaman”.
Hoy en España hay conciencia sobre el problema de la violencia de género y el maltrato a los niños, pero hace 30 ó 40 años esto en España era impensable, y cada hogar era un reino feudal donde cada propietario podía hacer lo que le diera la real gana siempre que no fuera un crimen.
Revistas de esoterismo...y a la radio
En 1989 mis preguntas sobre lo oculto, los poderes de la mente, el futuro, un posible Apocalipsis, los extraterrestres y la vida de ultratumba llegaron a mi mente como un furor implacable. Di rienda suelta a su estudio cuando se empezaron a publicar en España una serie de revistas de esoterismo y fenómenos extraños desde febrero de 1989. También escuchaba programas de radio especializados en estas cuestiones. Tenía una voracidad desmedida y desordenada por estos temas, y leía varios libros y revistas al mes. En 2 años llegué a ser prácticamente un erudito en estas materias.
Una emisora de radio local me dio permiso para hacer unos programas de radio divulgando estos temas. Para mi perdición, pude entrevistar a escritores famosos, contactados con los extraterrestres, espiritistas y otros testigos de hechos extraños.
Noté enseguida que cuanto más leía menos sabia y más preguntas nuevas tenía. La práctica del ocultismo, ufología y parapsicología se convirtió en una droga. Cuanto más consumía, más vacío me sentía, y aumentaban mis dudas y mi necesidad de más información.
Creando un grupo espiritista
En 1994 realicé una prueba con médium espiritista en el pueblo donde resido, y formé un grupo de espiritismo en 2003. Me ayudaba un amigo que tenía problemas sentimentales. El grupo nunca pasó de 3 ó 4 personas, pero esas sesiones de espiritismo fueron mi “Rubicón”. Al fin tenía acceso al mundo espiritual de "primera mano". Ya era un adicto. Manteníamos sesiones de 2, 3 y hasta 4 y más horas, cuando todos los "expertos" aconsejan no más de 1 hora u hora y media.
Las entidades "contactadas" vaticinaban cosas, y se cumplían. Accidentes, robos a mi casa y hasta una experiencia de tipo "aparición celestial" en octubre de 2003, me convirtieron en un esclavo del contacto.
Algunos de mis colaboradores dejaron aquellas sesiones al notar que poco a poco nos estaban cambiado, que nos embrutecían. Todos experimentamos el síndrome de abstinencia que se produce cuando no haces espiritismo. Mi personalidad se amargó, se hizo más introvertida. Me enfurecía hasta la desesperación con los del grupo si no se sometían a la experiencia para pedir más y más información. En mi error, llegué a creer algún tiempo que si hacíamos las preguntas clave, llegaríamos a tener un conocimiento excelso que nos convertiría en semidioses.
Otros estudios: la ciencia y el trabajo
Tras años practicando el espiritismo directamente, tuvimos algunas experiencias que nos hicieron dudar de la “Causa Paranormal” que se esconde tras el fenómeno. Tras terminar mi servicio militar en 1992, ingresé en un instituto de Formación Profesional y obtuve mi título. Y años más tarde estudié bachillerato de la Logse, con filosofía y psicología. Esto lo compaginé con otros cursos profesionales que me ayudaron a adquirir competencias profesionales necesarias para mi vida laboral y ciertamente como persona.
A veces sentía la llamada de la Fe y de Jesús… pero mi mente aún estaba empañada por años de lecturas y creencias advenedizas.
Me llegué a diplomar como hipnólogo, maestro de Reiki y ufólogo.
Conocí a muchísimos contactados en persona y por carta, con prédicas absolutamente desquiciantes.
Para ponerse en armonía con los hermanos del espacio -decían- hay que elevar la vibración. Hacer espiritismo, creer en la reencarnación... Todas las religiones son perfectas y provenientes de la Fuerza Omnipresente del Cosmos, lo Profundo. El mal y el pecado no existen como tales -decían- sino como pasos en el camino semieterno hacia la Perfección.
La redención de Cristo -añadían- es un concepto malentendido por los creyentes. En realidad nunca existió algo llamado pecado, sino que el mensaje fue adulterado por los Apóstoles. Situaban a Cristo como un avatar más, igual que a Buda o Krishna. Quizá la prédica más extraña era la creencia de que un dia cercano los extraterrestres harán posible aquí en la Tierra un Gobierno Mundial único, lleno de perfección y sabiduría.
Una película que lo cambió todo
En 2004 vi la película "Jesús de Nazareth". Recordé aquel pasaje bíblico que dice: “Un árbol malo no produce frutos buenos”. No pude escapar al seductor poder de Cristo.
Paulatinamente, en unos años, fui abandonando mis caminos erróneos, transmutándolos por una lectura responsable de la Biblia.
En la Biblia hallé un conocimiento claro y preciso de la personalidad de Dios:cómo actúa, qué hace Él para llegar a quienes lo buscan.
Tras años de haber abandonado toda aquella basura falaz y artera descubrí que tras la oración sincera, puedo hallar respuesta a mis preguntas. Trato de estar en comunión con Dios. Al cabo de unos dias, llegan a mi mente ideas nuevas, reconfortantes, aliviantes y que sin duda son inspiradas por Dios.
La maravilla de la Creación de Dios
Mi estudio de la astronomía, de la biología, del cerebro, de física (a niveles, por supuesto, de amateur) me han hecho creer aún más en Dios y en su reino de poder. Creo que si uno investiga los principios físicos del Cosmos ello lo empuja a uno aun más a darse cuenta que saber de estas cosas acerca a Dios, no lo aleja.
Y así: uno descubre todas esas cosas que lo acercan a Dios. Por ejemplo:
- Saber que la interrelación de las 4 grandes fuerzas del Universo, las Fuerzas Unificadas, están calibradas de tal forma que cualquier mínima variación imposibilitaría la existencia de átomos, haciendo inviable la existencia de los elementos de la tabla periódica o la cohesión de las estrellas que se debate entre la repulsión electrónica y el peso gravitatorio…
- conocer que para que se genere una sola célula viva deben estar conectados una serie de aminoácidos al tiempo que reciben una descarga eléctrica… la información contenida en las cadenas espirales de ADN, cuyos nucleótidos son aceptados o rechazados por una enzima “montadora” en un proceso constante llamado “corrección de pruebas” que se realiza cada segundo en el núcleo de cada célula…
- el diseño inteligente de los árboles, frutas y una suerte de “propósito benévolo divino” en las cosas; como el que existan caballos, burros o camellos, que tienen el tamaño exacto para poder ser montados por un hombre. O las frutas, que al ser desprendidas del árbol hasta tienen el tamaño ideal para ser agarradas por una mano humana y comidas; su sabor…
- la riqueza de las relaciones interpersonales, la amistad, el sexo sano, que le permiten a uno sentir una plenitud divina con ese otro ser humano…
- el amor hacia la vida, hacia los animales, seres que considero criaturas benditas pues no están sometidos al Pecado Adámico, y pueden ser amaestrados, podemos compartir cariño ilimitado con ellos, incluso con criaturas no tan hábiles como perros, gatos o delfines, sino hasta con criaturas más pequeñas como conejos, hamsters, pájaros, tortugas…
- La bondad y altruismo de religiosos que dieron su vida en misiones o en asesinatos como aquel de El Salvador de 1985.
Un camino para el hijo pródigo
Años después de mi flirteo con fuerzas ocultas, poderes mentales, contactos extraterrestres, espiritismo, Reiki, hipnosis… puedo decir de mí lo que el poeta:
“Yace aquí un entendimiento
que ayer todo lo entendió
y hoy que vio lo que ayer no
vió que que cuanto vio era viento".
Finalmente se cumplió la máxima bíblica de que Dios puede llegar a uno por muchos caminos, aún de perdición. La Parábola del hijo pródigo. Un mensaje de amor, comprensión y tolerancia hicieron que mi mente cambiara y admitiera la grandeza de Dios. Creo que al final mi destino fue bajar a lo más hondo de la perdición para un creyente y como el hijo pródigo, regresar de allí y traer una experiencia que podrá ayudar a romper las cadenas del mal a quienes accedan a ella.
J. Ramón
(Bajo estas líneas, las Bienaventuranzas, en la película "Jesús de Nazareth", de Franco Zeffirelli, que llamó la atención de J. Ramón)
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