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viernes, 25 de octubre de 2013

LA SANTA BIBLIA (VERSIÓN BIBLIA DE JERUSALÉN, 1976) GÉNESIS 31 Y 32

Génesis 31
1 Oyó Jacob que los hijos de Labán decían: «Jacob se ha apoderado de
todo lo de nuestro padre, y con lo de nuestro padre ha hecho toda esa
fortuna.»
2 Jacob observó el rostro de Labán y vio que ya no era para con él
como hasta entonces.
3 Entonces Yahveh dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, a
tu patria, y yo estaré contigo.»
4 Jacob envió a llamar a Raquel y a Lía al campo, donde estaba su
rebaño,
5 y les dijo: «Vengo observando que vuestro padre ya no me mira
como antes; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo.
6 Vosotras sabéis que he servido a vuestro padre con todas mis
fuerzas;
7 pero vuestro padre ha trapaceado conmigo y ha cambiado mi
retribución una docena de veces, si bien Dios no le ha dejado perjudicarme.
8 Si él decía: Tu paga serán las reses pintas, entonces todas las ovejas
parían pintas. Y si decía: Tu paga será lo listado, entonces todas las ovejas
parían listado.
9 De esta suerte Dios ha quitado el ganado a vuestro padre y me lo ha
dado a mí.
10 Pues bien: en la época de calentarse el rebaño, alcé los ojos y vi en
un sueño cómo los machos que montaban al rebaño eran listados, pintos y
salpicados.
11 Y me dijo el Ángel de Dios en aquel sueño: “¡Jacob!” Yo respondí:
“Aquí estoy.”
12 Y dijo: Alza los ojos, y verás que todos los machos que montan al
rebaño son listados, pintos y salpicados. Es que he visto todo lo que Labán
te ha hecho.
13 Yo soy el Dios que se te apareció en Betel, donde ungiste una
estela y donde me hiciste aquel voto. Ahora, levántate, sal de esta tierra y
vuelve a tu país natal.»
14 Respondieron Raquel y Lía y le dijeron: «¿Es que tenemos aún
parte o herencia en la casa de nuestro padre?
15 ¿No hemos sido consideradas como extrañas para él, puesto que
nos vendió y, por comerse, incluso se comió nuestra plata?
16 Así que toda la riqueza que ha quitado Dios a nuestro padre nuestra
es y de nuestros hijos. Con que todo lo que te ha dicho Dios, hazlo.»
17 Levantóse Jacob, montó a sus hijos y a sus mujeres en los
camellos,
18 y se llevó todo su ganado y toda la hacienda que había adquirido, el
ganado de su propiedad, que había adquirido en Paddán Aram, para irse a
donde su padre Isaac a Canaán.
19 Como Labán había ido a esquilar sus ovejas, Raquel robó los
ídolos familiares que tenía su padre, 20 y Jacob actuó a hurtadillas de Labán el arameo, no dándole ningún
indicio de que se fugaba.
21 En efecto, se fugó con todo lo suyo; se levantó, pasó el Río y
enderezó hacia la montaña de Galaad.
22 Al tercer día recibió Labán la noticia de que Jacob se había fugado.
23 Entonces tomó a sus hermanos consigo y tras siete jornadas de
persecución a su zaga le dio alcance en la montaña de Galaad.
24 Pero aquella noche vino Dios en sueños a Labán el arameo y le
dijo: «Guárdate de hablar nada con Jacob, ni bueno ni malo.»
25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob. Este había plantado su tienda en la
montaña y Labán plantó la suya con sus hermanos en la misma montaña de
Galaad.
26 Y dijo Labán a Jacob: «¿Qué has hecho? Has actuado a hurtadillas
de mí y te has llevado a mis hijas cual cautivas de guerra.
27 ¿Por qué te has fugado con disimulo y a hurtadillas de mí, en vez
de advertírmelo? Yo te habría despedido con alegría y con cantares, con
adufes y arpas.
28 Ni siquiera me has permitido besar a mis hijos e hijas. O sea, que
has obrado como un necio.
29 Hay poder en mi mano para hacerte mal: pero el Dios de tu padre
me dijo ayer noche: “Guárdate de hablar a Jacob absolutamente nada, ni
bueno ni malo.”
30 Así pues, tú te has marchado porque añorabas la casa paterna, pero
¿por qué robaste mis dioses?»
31 Respondió Jacob a Labán: «Es que tuve miedo, pensando que
acaso ibas a quitarme a tus hijas.
32 Pero eso sí, que aquel a quien le encuentres tus dioses no quede con
vida. Delante de nuestros hermanos reconoce lo tuyo que yo tenga y
tómatelo.» En efecto, Jacob ignoraba que Raquel los había robado.
33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la de Lía y en la de las dos
criadas, y no halló nada. Salió de la tienda de Lía, y entró en la de Raquel.
34 Pero Raquel había tomada los ídolos familiares y, poniéndolos en
la albarda del camello, se había sentado encima. Labán registró toda la
tienda sin hallar nada.
35 Ella dijo a su padre: «No le dé enojo a mi señor de que no pueda
levantarme en tu presencia, porque estoy con las reglas.» El siguió
rebuscando por toda la tienda sin dar con los ídolos.
36 Entonces Jacob, montando en cólera recriminó a Labán, y
encarándose con él le dijo: «¿Cual es mi delito? ¿Cuál mi pecado, que me
persigues con saña?
37 Al registrar todos mis enseres, ¿qué has hallado de todos los
enseres de tu casa? Ponlo aquí, ante mis hermanos y los tuyos, y juzguen
ellos entre nosotros dos.
38 En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y tus cabras nunca han
malparido, y los machos de tu rebaño nunca me los he comido. 39 Ganado destrozado por fieras nunca te llevé: yo pagaba el daño, de
lo mío te cobrabas tanto si era yo robado de día como si lo era de noche.
40 Estaba yo que de día me devoraba el resistero, y de noche la
helada, mientras huía el sueño de mis ojos.
41 Estos fueron mis veinte años en tu casa. Catorce años te serví por
tus dos hijas, y seis por tus ovejas, y tú has cambiado mi paga diez veces.
42 Si el Dios de mi Padre, el Dios de Abraham y el Padrino de Isaac
no hubiese estado por mí, a fe que ahora me despacharas de vacío. Mi cuita
y la fatiga de mis manos las ha visto Dios y ha dado su fallo ayer noche.»
43 Respondió Labán y dijo a Jacob: «Estas hijas son mías, estos hijos
son mis hijos, y estas ovejas mis ovejas, todo cuanto ves, mío es. Y, ¿qué
voy a hacerles hoy a estas mis hijas?, ¿o a los hijos que me dieron?
44 Ea, pues, ven y hagamos un pacto entre los dos..., y sirva de testigo
entre nosotros dos.»
45 Jacob tomó una piedra y la erigió como estela.
46 Y dijo Jacob a sus hermanos: «Recoged piedras.» Tomaron
piedras, hicieron un majano y comieron allí sobre el majano.
47 Labán lo llamó Yegar Sahdutá, y Jacob lo llamó Galed.
48 Labán dijo: «Este majano es hoy testigo entre nosotros dos.» Por
eso le llamó Galed,
49 y también Mispá, pues dijo: «Que Yahveh nos vigile a los dos,
cuando nos alejemos el uno del otro.
50 Si tú humillas a mis hijas, si tomas otras mujeres, además de mis
hijas, bien que nadie esté con nosotros que nos vea, sea Dios testigo entre
los dos.»
51 Dijo Labán a Jacob: «Aquí está este majano, y aquí esta estela que
he erigido entre nosotros dos.
52 Testigo sea este majano, y testigo sea esta estela de que yo no he de
traspasar este majano hacia ti, ni tú has de traspasar este majano y esta
estela hacia mí para nada malo.
53 El Dios de Abraham y el Dios de Najor juzguen entre nosotros.» Y
Jacob juró por el Padrino de su padre Isaac.
54 Jacob hizo un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a
tomar parte. Ellos tomaron parte, e hicieron noche en el monte.

Génesis 32
1 A la mañana siguiente, Labán besó a sus hijos e hijas, les bendijo y
se volvió a su lugar.
2 Jacob se fue por su camino, y le salieron al encuentro ángeles de
Dios.
3 Al verlos, dijo Jacob: «Este es el campamento de Dios»; y llamó a
aquel lugar Majanáyim.
4 Jacob envió mensajeros por delante hacia su hermano Esaú, al país
de Seír, la estepa de Edom,
5 encargándoles: «Diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob:
Fui a pasar una temporada con Labán, y me he demorado hasta hoy. 6 Me hice con bueyes, asnos, ovejas, siervos y siervas; y ahora mando
a avisar a mi señor, para hallar gracia a sus ojos.»
7 Los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: «Hemos ido donde tu
hermano Esaú, y él mismo viene a tu encuentro con cuatrocientos
hombres.»
8 Jacob se asustó mucho y se llenó de angustia; dividió a sus gentes,
las ovejas, vacas y camellos, en dos campamentos,
9 y dijo: «Si llega Esaú a uno de los campamentos y lo ataca, se
salvará el otro.»
10 Y dijo Jacob: «¡Oh Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre
Isaac, Yahveh, que me dijiste: “Vuelve a tu tierra y a tu patria, que yo seré
bueno contigo”,
11 qué poco merecía yo todas las mercedes y toda la confianza que
has dado a tu siervo! Pues con solo mi cayado pasé este Jordán y ahora he
venido a formar dos campamentos.
12 Líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le
temo, no sea que venga y nos ataque, a la madre junto con los hijos.
13 Que fuiste tú quien dijiste: “Yo seré bueno de veras contigo y haré
tu descendencia como la arena del mar, que no se puede contar de tanta
como hay.”»
14 Y Jacob pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un
regalo para su hermano Esaú,
15 consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos,
doscientas ovejas y veinte carneros,
16 treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez
toros, veinte asnas y diez garañones,
17 y repartiéndolo en manadas independientes, los confió a sus siervos
y les dijo: «Pasad delante de mí, dejando espacio entre manada y manada.»
18 Y al primero le encargó: «Cuando te salga al paso mi hermano
Esaú y te pregunte “de quién eres y adónde vas, y para quién es eso que va
delante de ti”,
19 dices: “De tu siervo Jacob; es un regalo enviado para mi señor
Esaú. Precisamente, él mismo viene detrás de nosotros.”»
20 El mismo encargo hizo también al segundo, como asimismo al
tercero y a todos los que iban tras las manadas diciendo: «En estos términos
hablaréis a Esaú cuando le encontréis,
21 añadiendo: “Precisamente, tu siervo Jacob viene detrás de
nosotros.”» Pues se decía: «Voy a ganármelo con el regalo que me precede,
tras de lo cual me entrevistaré con él; tal vez me haga buena cara.»
22 Así, pues, mandó el regalo por delante, y él pasó aquella noche en
el campamento.
23 Aquella noche se levantó, tomó a sus dos mujeres con sus dos
siervas y a sus once hijos y cruzó el vado de Yabboq.
24 Les tomó y les hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que
tenía. 25 Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él
hasta rayar el alba.
26 Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se
dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél.
27 Este le dijo: «Suéltame, que ha rayado el alba.» Jacob respondió:
«No te suelto hasta que no me hayas bendecido.»
28 Dijo el otro: «¿Cuál es tu nombre?» - «Jacob.» -
29 «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido
fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido.»
30 Jacob le preguntó: «Dime por favor tu nombre.» - «¿ Para qué
preguntas por mi nombre?» Y le bendijo allí mismo.
31 Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): «He visto a Dios
cara a cara, y tengo la vida salva.»
32 El sol salió así que hubo pasado Penuel, pero él cojeaba del muslo.
33 Por eso los israelitas no comen, hasta la fecha, el nervio ciático,
que está sobre la articulación del muslo, por haber sido tocado Jacob en la
articulación femoral, en el nervio ciático.

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