MÉXICO D.F., 28 Oct. 13 / 06:58 pm (ACI/EWTN Noticias).- La columnista Alejandra Sosa Elízaga advirtió en un reciente artículo que no es coherente que un católico celebre Halloween, una fiesta que resalta “todo lo opuesto a Dios”, sino que más bien debe festejar la vida, “el amor y la paz de Dios”.
“Preguntémonos: un judío, ¿consideraría divertido vestir a su niño de Hitler?, ¿a un americano le haría gracia disfrazar a su hijo de Bin Laden?, ¿a una persona asaltada, le gustaría vestir a su niño igualito que al asaltante que robó y mató a sus familiares? ¡Claro que no! Nadie consideraría chistoso vestirse como aquellos a los que detesta. Y entonces ¿por qué a nosotros nos parece aceptable disfrazar a los niños de enemigos de Dios?”, cuestionó Sosa en un artículo publicado en el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME).
La articulista indicó que así como esto sería ilógico, lo mismo sucede con la vida espiritual. “En ‘Halloween’, disfrazamos a nuestros hijos de diablos y brujas y decoramos (es un decir) nuestras casas con calacas, calabazas de siniestra sonrisa, gatos negros, vampiros, y demás parafernalia tenebrosa”, señaló, sin considerar que en Halloween se celebra “la muerte, las tinieblas, el miedo, lo monstruoso, lo repulsivo, el diablo, todo lo opuesto a Dios”.
“Nos hemos dejado engañar por la publicidad y por el comercio, que nos ha hecho creer que es divertido vestir a los niños de ‘diablitos’ y a las niñas de ‘brujitas’ y colgar en nuestras casas toda clase de artículos de horror”.
Sosa recordó que el diablo “no es un personaje simpático y mucho menos un invento. Su existencia es dogma de fe de la Iglesia Católica, que afirma de él que es un ser personal espiritual, enemigo de Dios, promotor del mal, que sólo busca nuestra condenación”.
Por ello, alentó a los fieles a “celebrar la vida, no la muerte; el bien, no el mal; el amor y la paz de Dios”, e imitar a los santos.
“Expresemos nuestra fe en que, con ayuda de Dios, el bien siempre triunfa sobre el mal, los buenos le ganan a los malos y la luz derrota la oscuridad. El 31 de octubre, o mejor aún, el 1 de noviembre, hay que celebrar a los santos. Disfrazarse de santos, organizar juegos y concursos (lotería de los santos, sopa de letras con nombres de santos, ponerle la aureola al santo, el ‘rally de los santos’ con preguntas y pistas’. En lugar de sólo pedir dulces, regalarlos también, junto con estampitas de santos”, alentó la columnista.
“Preguntémonos: un judío, ¿consideraría divertido vestir a su niño de Hitler?, ¿a un americano le haría gracia disfrazar a su hijo de Bin Laden?, ¿a una persona asaltada, le gustaría vestir a su niño igualito que al asaltante que robó y mató a sus familiares? ¡Claro que no! Nadie consideraría chistoso vestirse como aquellos a los que detesta. Y entonces ¿por qué a nosotros nos parece aceptable disfrazar a los niños de enemigos de Dios?”, cuestionó Sosa en un artículo publicado en el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME).
La articulista indicó que así como esto sería ilógico, lo mismo sucede con la vida espiritual. “En ‘Halloween’, disfrazamos a nuestros hijos de diablos y brujas y decoramos (es un decir) nuestras casas con calacas, calabazas de siniestra sonrisa, gatos negros, vampiros, y demás parafernalia tenebrosa”, señaló, sin considerar que en Halloween se celebra “la muerte, las tinieblas, el miedo, lo monstruoso, lo repulsivo, el diablo, todo lo opuesto a Dios”.
“Nos hemos dejado engañar por la publicidad y por el comercio, que nos ha hecho creer que es divertido vestir a los niños de ‘diablitos’ y a las niñas de ‘brujitas’ y colgar en nuestras casas toda clase de artículos de horror”.
Sosa recordó que el diablo “no es un personaje simpático y mucho menos un invento. Su existencia es dogma de fe de la Iglesia Católica, que afirma de él que es un ser personal espiritual, enemigo de Dios, promotor del mal, que sólo busca nuestra condenación”.
Por ello, alentó a los fieles a “celebrar la vida, no la muerte; el bien, no el mal; el amor y la paz de Dios”, e imitar a los santos.
“Expresemos nuestra fe en que, con ayuda de Dios, el bien siempre triunfa sobre el mal, los buenos le ganan a los malos y la luz derrota la oscuridad. El 31 de octubre, o mejor aún, el 1 de noviembre, hay que celebrar a los santos. Disfrazarse de santos, organizar juegos y concursos (lotería de los santos, sopa de letras con nombres de santos, ponerle la aureola al santo, el ‘rally de los santos’ con preguntas y pistas’. En lugar de sólo pedir dulces, regalarlos también, junto con estampitas de santos”, alentó la columnista.
Etiquetas: México, Iglesia Católica
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