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sábado, 30 de noviembre de 2013

Lecturas del Domingo 1º de Adviento - Ciclo A


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Domingo 01 de Diciembre del 2013

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.» Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121

R/.
 Vamos alegres a la casa del Señor

Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (13,11-14):

Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (24,37-44):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Domingo 01 de Diciembre del 2013

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José María Vegas, cmf
Las dos venidas del Señor (y la tercera)
Anticipándose al final y al principio del año civil, el año litúrgico concluye un ciclo y abre otro nuevo. Nuestros años solares, organizados en torno a la muerte y el nacimiento del sol, han recibido el sello del cristianismo que afirma que la verdadera luz que da la vida a los hombres es Jesucristo, el Logos de Dios hecho carne y nacido en Belén. Pero la gran fiesta del nacimiento de Cristo no es un acontecimiento cósmico que se nos impone con la inevitabilidad necesaria de todo lo natural, sino un acontecimiento histórico, humano, que Dios propone en diálogo, y por ello requiere de una adecuada preparación. De ahí que el año litúrgico se adelante en casi un mes a la fiesta de la venida del Hijo de Dios al mundo, y se inaugure con este tiempo previo, llamado precisamente Adviento. Una de las palabras clave de este tiempo es “¡preparad el camino al Señor!” El Señor está en camino. Y nosotros, impacientes por su venida, nos ponemos también en camino para salir a su encuentro.
Se habla en la tradición cristiana de dos venidas del Señor: la primera, la encarnación del verbo de Dios, el nacimiento de Jesús, por el que Dios se hace cercano y presente, y que es el fundamento de nuestra esperanza. Dios está ya presente entre nosotros y es posible vivir en comunión con él. Pero seguimos experimentando el peso y las limitaciones de la vida. Por eso, no vivimos todavía en la plenitud a que aspira nuestro corazón. Más bien es Dios en Cristo Jesús el que participa de nuestras limitaciones y nos acompaña en ellas, dándonos así la posibilidad de vivir las primicias de aquello que esperamos alcanzar.
La segunda venida, la definitiva, es la que nos habla del fin del mundo, del juicio, del momento en que Cristo, al que conocemos en la apariencia humilde de su humanidad, frágil como la nuestra, se manifestará en toda su gloria, en el poder de su victoria sobre el mal y la muerte, en la plena luz de la resurrección. Todas estas frases, que suenan tal vez un poco estereotipadas, que a muchos practicantes y no practicantes, les resulta una extraña jerga eclesiástica, ¿qué sentido tienen, si es que tienen alguno?
En una ya larga tradición se entienden esas palabras sobre la segunda venida como algo terrible y  pavoroso. La idea del fin del mundo evoca catástrofes y tremendos cataclismos. Incluso hoy hay cristianos sumamente interesados en determinar el cuándo de ese final, que asocian a la idea de un castigo universal. También la idea del juicio se entiende como algo que provoca pánico. Basta pensar en las imágenes, tremendas en su soberbia fuerza y belleza, del juicio final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Ante estas imágenes tremebundas muchos reaccionan con rechazo y explícito desinterés. El fin del mundo nos les parece interesante (mejor ocuparse de este mundo, mientras existe, que es el único que tenemos), además de rechazar esa religión del miedo que parece querer mantenernos en un infantilismo permanente, ajeno al espíritu de la época.
En realidad, si se atiende con detalle a lo que, no las tradiciones culturales, sino el mensaje cristiano dice a este respecto, nos damos cuenta de que lo tremendo y pavoroso no pertenece a su entraña. En primer lugar, lo que los textos evangélicos nos dicen es que saber en concreto el día y la hora no es posible y además no es interesante. La idea del fin del mundo está de hecho asociada a algo que todos sabemos y experimentamos cada día: el mundo y la vida son limitados y finitos y esa limitación se manifiesta de muchas formas, que todos podemos experimentar de múltiples modos. Es decir, este mundo y esta vida no son definitivos. Pero, al mismo tiempo, sobre esta experiencia real, podemos experimentar que, no sólo nuestra vida aspira a lo definitivo (si no fuera así, ni siquiera podríamos tener conciencia de la limitación y la finitud), sino que hay en verdad en la vida humana dimensiones no efímeras que le dan densidad y valor.
Por ello, Jesús, que no nos dice cuándo será el fin del mundo (él mismo dice ignorarlo, se ve que no le interesaba mucho), sí que nos dice cómo hemos de vivir para no descuidar esas dimensiones últimas: es necesario no dejarse amodorrar por la preocupación exclusiva de lo pasajero, y, sin dejar de ocuparnos responsablemente de las necesidades de la vida (comer y beber, resolver los problemas y conflictos cotidianos), no absolutizarlas pues hay valores y dimensiones superiores y perdurables. Cuando absolutizamos lo relativo, el comer y el beber, el legítimo disfrute de la vida, la solución de los inevitables conflictos, todo eso se convierte en “comilonas y borracheras, lujuria y desenfreno, riñas y pendencias”, es decir, como dice San Pablo, una vida vivida sin dignidad. Frente a eso, se nos exhorta a velar, a vivir con los ojos abiertos, conscientemente o, lo que es lo mismo, con dignidad. Que nos vaya mejor o peor, la riqueza y la salud no dependen por entero de nosotros; hay que prestarles atención, pero la justa. En cambio vivir con dignidad eso sí depende de nosotros, es asunto de nuestra exclusiva responsabilidad.
Así, creo yo, hay que entender esas enigmáticas palabras de que “a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán”. Haciendo las mismas cosas, viviendo en el mismo mundo, podemos vivir de manera muy diferente: encerrados y entregados por entero a los bienes pasajeros; o atentos y abiertos a los bienes que no pasan. De esto depende que nuestra vida adquiera o no un sentido pleno. 
En este sentido, el fin del mundo es su límite, su intrínseca limitación que se manifiesta en nuestra condición mortal. Todos hemos de morir y ese es el fin del mundo para cada. Igual que no sabemos cuándo será el fin del mundo, no sabemos en principio cuándo será nuestra muerte. Y si lo llegamos a saber (en el caso de una enfermedad incurable, que nos puede invitar a buscar remedios alternativos o, al menos, a prepararnos adecuadamente), eso se parecería al anuncio de un fin del mundo al estilo de la actual crisis ecológica, como amenaza por agotamiento de sus recursos energéticos, o por cualquier otra causa, que puede obligarnos a tomar medidas y empezar a vivir de otra manera. En cualquier caso, ser conscientes de todo esto y tratar de vivir de los valores definitivos (la verdad, el bien, la justicia, la fidelidad, el amor…) nos pone en relación con la fuente de la vida y de lo que la trasciende, con Dios que, en Cristo, viene a nosotros. Vistas así las cosas, entendemos que la segunda venida (el fin del mundo y el juicio) no es algo tremebundo ni amenazador. Al contrario: Jesús viene como salvador que nos rescata de la finitud de la muerte y del mal en todas sus formas. El encuentro con él es una alegre noticia, un mensaje de esperanza y de consuelo, pues significa que el pecado, el mal y la muerte han sido vencidos por Él y, si viene, es para hacernos partícipes de su victoria.
A este respecto, podemos hablar de una tercera venida del Señor. No es tercera en sentido cronológico sino en su forma de realización, y que pone en relación la primera (en la que se funda) y la segunda (a la que tiende). Es la venida cotidiana de Jesús en su Palabra proclamada en la liturgia, en el Pan y el Vino de la Eucaristía, en el sacramento del perdón, en su presencia en nuestros semejantes, especialmente en los necesitados, desde los que nos llama al servicio del amor. Estas venidas cotidianas que hacen a Dios, a Cristo, accesibles a todo el que quiera encontrarse con Él, son como la aurora que anuncia que el día (la salvación) está cerca, y que tenemos que irnos despertando ya, no podemos seguir viviendo entumecidos por el sueño de la noche. Despertarse, prepararse, pertrecharse adecuadamente para la venida de la luz, todo eso significa empezar a vivir ya como si fuera de día, adoptar y usar las “armas de la luz”, caminar a la luz del Señor, anticipar en nuestra forma de vida, de relación, de solución de conflictos la armonía, la paz y la plenitud a la que aspiramos y que Cristo ya está haciendo presente: ejercitarnos para vivir en paz y no en guerra, transformar las espadas en arados y las lanzas en podaderas. Atendiendo a esas diversas formas de su “tercera” venida, damos testimonio y acogemos la primera, y nos preparamos adecuadamente a la segunda y definitiva.

PRIMERA EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES 5

1 Tesalonicenses 5
1 En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tenéis
necesidad que os escriba.
2 Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de
venir como un ladrón en la noche.
3 Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces mismo, de repente,
vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta;
y no escaparán.
4 Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese Día
os sorprenda como ladrón,
5 pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no
somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos
sobrios.
7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan,
de noche se embriagan.
8 Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; =
revistamos la coraza = de la fe y de la caridad, = con el yelmo = de la
esperanza = de salvación. =
9 Dios no nos ha destinado para la cólera, sino para obtener la
salvación por nuestro Señor Jesucristo,
10 que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos
juntos con él.
11 Por esto, confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros,
como ya lo hacéis.
12 Os pedimos, hermanos, que tengáis en consideración a los que
trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan.
13 Tenedles en la mayor estima con amor por su labor. Vivid en paz
unos con otros. 14 Os exhortamos, asimismo, hermanos, a que amonestéis a los que
viven desconcertados, animéis a los pusilánimes, sostengáis a los débiles y
seáis pacientes con todos.
15 Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal, antes bien, procurad
siempre el bien mutuo y el de todos.
16 Estad siempre alegres.
17 Orad constantemente.
18 En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús,
quiere de vosotros.
19 No extingáis el Espíritu;
20 no despreciéis las profecías;
21 examinadlo todo y quedaos con lo bueno.
22 = Absteneos de todo genero de mal. =
23 Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo
vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la
Venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 Fiel es el que os llama y es él quien lo hará.
25 Hermanos, orad también por nosotros.
26 Saludad a todos los hermanos con el beso santo.
27 Os conjuro por el Señor que esta carta sea leída a todos los
hermanos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

EXODO 24 Y 25

Éxodo 24
1 Dijo a Moisés: «Sube donde Yahveh, tú, Aarón, Nadab y Abihú, con
setenta de los ancianos de Israel; os postraréis desde lejos.
2 Sólo Moisés se acercará a Yahveh; ellos no se acercarán. Tampoco
el pueblo subirá con ellos.»
3 Vino, pues, Moisés y refirió al pueblo todas las palabras de Yahveh
y todas sus normas. Y todo el pueblo respondió a una voz: «Cumpliremos
todas las palabras que ha dicho Yahveh.»
4 Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh; y,
levantándose de mañana, alzó al pie del monte un altar y doce estelas por
las doce tribus de Israel.
5 Luego mandó a algunos jóvenes, de los israelitas, que ofreciesen
holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para
Yahveh.
6 Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra
mitad la derramó sobre el altar.
7 Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que
respondió: «Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahveh.»
8 Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo:
«Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según
todas estas palabras.»
9 Moisés subió con Aarón, Nadab y Abihú y setenta de los ancianos
de Israel,
10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento
de zafiro tan puro como el mismo cielo.
11 No extendió él su mano contra los notables de Israel, que vieron a
Dios, comieron y bebieron.
12 Dijo Yahveh a Moisés: «Sube hasta mí, al monte; quédate allí, y te
daré las tablas de piedra - la ley y los mandamientos - que tengo escritos
para su instrucción.»
13 Se levantó Moisés, con Josué, su ayudante; y subieron al monte de
Dios.
14 Dijo a los ancianos: «Esperadnos aquí que volvamos a vosotros.
Ahí quedan con vosotros Aarón y Jur. El que tenga alguna cuestión que
recurra a ellos.»
15 Y subió Moisés al monte. La nube cubrió el monte.
16 La gloria de Yahveh descansó sobre el monte Sinaí y la nube lo
cubrió por seis días. Al séptimo día, llamó Yahveh a Moisés de en medio de
la nube.
17 La gloria de Yahveh aparecía a la vista de los hijos de Israel como
fuego devorador sobre la cumbre del monte.
18 Moisés entró dentro de la nube y subió al monte. Y permaneció
Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

Éxodo 25 1 Yahveh habló a Moisés diciendo:
2 Di a los israelitas que reserven ofrendas para mí. Me reservaréis la
ofrenda de todo aquel a quien su corazón mueva.
3 De ellos reservaréis lo siguiente: oro, plata y bronce;
4 púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino y pelo de cabra;
5 pieles de carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas de acacia;
6 aceite para el alumbrado, aromas para el óleo de la unción y para el
incienso aromático;
7 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.
8 Me harás un Santuario para que yo habite en medio de ellos.
9 Lo haréis conforme al modelo de la Morada y al modelo de todo su
mobiliario que yo voy a mostrarte.
10 Harás un arca de madera de acacia de dos codos y medio de largo,
codo y medio de ancho y codo y medio de alto.
11 La revestirás de oro puro; por dentro y por fuera la revestirás; y
además pondrás en su derredor una moldura de oro.
12 Fundirás para ella cuatro anillas de oro, que pondrás en sus cuatro
pies, dos anillas a un costado, y dos anillas al otro.
13 Harás también varales de madera de acacia, que revestirás de oro,
14 y los pasarás por las anillas de los costados del arca, para
transportarla.
15 Los varales deben quedar en las anillas del arca, y no se sacarán de
allí.
16 En el arca pondrás el Testimonio que yo te voy a dar.
17 Harás asimismo uno propiciatorio de oro puro, de dos codos y
medio de largo y codo y medio de ancho.
18 Harás, además, dos querubines de oro macizo; los harás en los dos
extremos del propiciatorio:
19 haz el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro. Los
querubines formarán un cuerpo con el propiciatorio, en sus dos extremos.
20 Estarán con las alas extendidas por encima, cubriendo con ellas el
propiciatorio, uno frente al otro, con las caras vueltas hacia el propiciatorio.
21 Pondrás el propiciatorio encima del arca; y pondrás dentro del arca
el Testimonio que yo te daré.
22 Allí me encontraré contigo; desde encima del propiciatorio, de en
medio de los dos querubines colocados sobre el arca del Testimonio, te
comunicaré todo lo que haya de ordenarte para los israelitas.
23 Harás una mesa de madera de acacia, de dos codos de largo, uno de
ancho, y codo y medio de alto.
24 La revestirás de oro puro y le pondrás alrededor una moldura de
oro.
25 Harás también en torno de ella un reborde de una palma de ancho,
con una moldura de oro alrededor del mismo.
26 Le harás cuatro anillas de oro, y pondrás las anillas en los cuatro
ángulos correspondientes a sus cuatro pies. 27 Estarán las anillas junto al reborde, para pasar por ellas los varales
y transportar la mesa.
28 Harás los varales de madera de acacia y los revestirás de oro. Con
ellos se transportará la mesa.
29 Harás también las fuentes, los vasos, los jarros y las tazas para las
libaciones. De oro puro los harás.
30 Y sobre la mesa pondrás perpetuamente delante de mí el pan de la
Presencia.
31 Harás también un candelabro de oro puro. Harás de oro macizo el
candelabro, su pie y su tallo. Sus cálices - corolas y flores - formarán un
cuerpo con él.
32 Saldrán seis brazos de sus lados: tres brazos de un lado y tres del
otro.
33 El primer brazo tendrá tres cálices en forma de flor de almendro,
con corola y flor; también el segundo brazo tendrá tres cálices en forma de
flor de almendro, con corola y flor; y así los seis brazos que salen del
candelabro.
34 En el mismo candelabro habrá cuatro cálices en forma de flor de
almendro, con sus corolas y sus flores:
35 una corola debajo de los dos primeros brazos que forman cuerpo
con el candelabro; una corola, debajo de los dos siguientes, y una corola,
debajo de los dos últimos brazos; así con los seis brazos que salen del
candelabro.
36 Las corolas y los brazos formarán un cuerpo con el candelabro.
Todo ello formará un cuerpo de oro puro macizo.
37 Harás sus siete lámparas que colocarás encima de manera que den
luz al frente.
38 Sus despabiladeras y sus ceniceros serán de oro puro.
39 Se empleará un talento de oro puro para hacer el candelabro con
todos estos utensilios.
40 Fíjate para que lo hagas según los modelos que te han sido
mostrados en el monte.

El Papa explica a los sacerdotes como deberían ser las homilías

Los laicos se lo deben agradecer.

En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, sobre la evangelización, el papa Francisco dedica nada menos que 12 páginas a la homilía y a la predicación, porque para Francisco es parte integral del anuncio, un punto fundamental en la relación entre el clero y los fieles.

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Sin embargo da para pensar, que si Francisco tiene que usar nada menos que 12 páginas para indicar, fundamentalmente al clero, como debe ser la homilía y la preparación de la predicación, es que las homilías que se pronuncian distan de lo que Francisco quiere. Y este es un punto que debería trasladar ya a los seminarios.
Y probablemente tenga razón en el énfasis que pone en las homilías, porque muchos de nosotros algunas veces nos hemos sentido rehenes de predicadores descuidados y homilías poco o nada preparadas, bajo la excusa que lo fundamental de la misa es la eucaristía o que el espíritu santo le dirá – al cura – que decir cuando esté en el púlpito.
Veamos lo sustancial que dice Francisco.
“Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra y a hacerla carne en su existencia concreta”.
Giran alrededor de esta afirmación las 18 páginas de la exhortación apostólica “Evangelii gaudium” dedicadas a la homilía y a su preparación. Un espacio considerable, que demuestra la preocupación del Papa por el “ministerio” de la predicación, parte integral del anuncio cristiano y de la celebración eucarística.
“Me detendré particularmente, y hasta con cierta meticulosidad, en la homilía y su preparación, porque son muchos los reclamos que se dirigen en relación con este gran ministerio y no podemos hacer oídos sordos. La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo”.
No se puede olvidar que justamente las homilías, y las homilías cotidianas de la misa en Santa Marta, representan una de las novedades más significativas del Pontificado: prédicas breves, eficaces, simples, llenas de imágenes para que incluso la gente simple las comprenda. Aunque no sean escritas, las homilías del magisterio cotidiano de Francisco son el fruto de una larga meditación matutina sobre las Lecturas, que lleva a cabo durante las primeras horas de la madrugada.
Francisco recuerda que la prédica durante la misa
“no es tanto un momento de meditación y de catequesis, sino que es el diálogo de Dios con su pueblo”, que “la homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración” y que, por lo tanto, “debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase”, para no dañar “la armonía” entre las diferentes partes de la misa.
El Papa invita al predicador a hablar
“como una madre que le habla a su hijo”“mediante la cercanía cordial del predicador”“la calidez de su tono de voz, la mansedumbre del estilo de sus frases, la alegría de sus gestos”.
Explica que
“la predicación puramente moralista o adoctrinadora, y también la que se convierte en una clase de exégesis, reducen esta comunicación entre corazones que se da en la homilía”.
En la homilía, en efecto,
“la verdad va de la mano de la belleza y del bien. No se trata de verdades abstractas o de fríos silogismos, porque se comunica también la belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien”.
 Quienes predican deben transmitir
“la síntesis del mensaje evangélico”, y no “no ideas o valores sueltos. Donde está tu síntesis, allí está tu corazón. La diferencia entre iluminar el lugar de síntesis e iluminar ideas sueltas es la misma que hay entre el aburrimiento y el ardor del corazón. El predicador tiene la hermosísima y difícil misión de aunar los corazones que se aman, el del Señor y los de su pueblo”.
 Al ver más de cerca la preparación de la homilía, Francisco pide que se dedique a ella
“un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral”, a pesar de todos los asuntos que debe seguir un párroco: “Un predicador que no se prepara no es “espiritual”; es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido”.
Hay que prestar
“toda la atención al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación”; la Palabra debe ser venerada y estudiada “con con sumo cuidado y con un santo temor de manipularla. Para poder interpretar un texto bíblico hace falta paciencia, abandonar toda ansiedad”.
La preparación de la predicación
“requiere amor. Uno sólo le dedica un tiempo gratuito y sin prisa a las cosas o a las personas que ama; y aquí se trata de amar a Dios que ha querido hablar”.
Y también es importante captar el mensaje central del texto:
“Si un texto fue escrito para consolar, no debería ser utilizado para corregir errores; si fue escrito para exhortar, no debería ser utilizado para adoctrinar; si fue escrito para enseñar algo sobre Dios, no debería ser utilizado para explicar diversas opiniones teológicas; si fue escrito para motivar la alabanza o la tarea misionera, no lo utilicemos para informar acerca de las últimas noticias”.
Además, hay que saber presentar el texto en plena armonía con todo el mensaje cristiano,
sin “debilitar el acento propio y específico del texto que corresponde predicar”.
“Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra y a hacerla carne en su existencia concreta. De esta manera, la predicación consistirá en esa actividad tan intensa y fecunda que es “comunicar a otros lo que uno ha contemplado”.
Como escribía Santo Tomás. Dios quiere usar a los predicadores
“como seres vivos, libres y creativos, que se dejan penetrar por su Palabra antes de transmitirla; su mensaje debe pasar realmente a través del predicador, pero no sólo por su razón, sino tomando posesión de todo su ser”.
Francisco después habla sobre la importancia de la “lectio divina”, la lectura espiritual de un texto a partir de su significado literal, para no hacer que diga
“lo que le conviene, lo que le sirva para confirmar sus propias decisiones, lo que se adapta a sus propios esquemas mentales. Esto, en definitiva, será utilizar algo sagrado para el propio beneficio y trasladar esa confusión al Pueblo de Dios”.
Para hacerlo, es necesario que el sacerdote se pregunte:
“Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? ¿Qué me molesta en este texto? ¿Por qué esto no me interesa?”, o bien: “¿Qué me agrada? ¿Qué me estimula de esta Palabra? ¿Qué me atrae? ¿Por qué me atrae?”. Evitando la tentación, “muy común”de “pensar lo que el texto dice a otros, para evitar aplicarlo a la propia vida”.
Los que predican necesitan
“también poner un oído en el pueblo, para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar. Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo”.
Debe conectar
“el mensaje del texto bíblico con una situación humana”, con algo que las personas vivan. “Esta preocupación no responde a una actitud oportunista o diplomática, sino que es profundamente religiosa y pastoral”.
No hay que
“ofrecer crónicas de la actualidad para despertar interés: para eso ya están los programas televisivos”, sino que se pueden tomar puntos de partida “de algún hecho para que la Palabra pueda resonar con fuerza en su invitación a la conversión, a la adoración, a actitudes concretas de fraternidad y de servicio”.
Además del contenido, es importante la forma para transmitirlo.
“Algunos creen que pueden ser buenos predicadores por saber lo que tienen que decir, pero descuidan el cómo, la forma concreta de desarrollar una predicación. Se quejan cuando los demás no los escuchan o no los valoran, pero quizás no se han empeñado en buscar la forma adecuada de presentar el mensaje”.
Para que una homilía sea atractiva y rica, Francisco sugiere
“aprender a usar imágenes en la predicación, es decir, a hablar con imágenes”.
Y el lenguaje debe ser simple:
“Debe ser el lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr el riesgo de hablar al vacío. Frecuentemente sucede que los predicadores usan palabras que aprendieron en sus estudios y en determinados ambientes, pero que no son parte del lenguaje común de las personas que los escuchan”.
Para poder hablar a las personas hay que “escuchar mucho”, hay que“compartir la vida de la gente y prestarle una gustosa atención”.
Bergoglio explica que la sencillez y la claridad no son la misma cosa, y que se puede hablar con la primera, en cuanto lenguaje, pero, al mismo tiempo carecer de claridad por falta de lógica, de orden, de unidad temática.
El lenguaje debe ser positivo:
“no dice tanto lo que no hay que hacer sino que propone lo que podemos hacer mejor. En todo caso, si indica algo negativo, siempre intenta mostrar también un valor positivo que atraiga, para no quedarse en la queja, el lamento, la crítica o el remordimiento”.
Sacerdotes y predicadores tienen a disposición un detallado vademécum para preparar sus homilías. Y tienen, sobre todo, un ejemplo cotidiano en el Papa.
Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

Proclama mi alma la grandeza del Señor


Posted: 29 Nov 2013 01:09 AM PST
Sabes de antemano todo lo que rodea a mi vida, sabes cual es mi historia, mi forma de vivir, de pensar, de sentir, de asumir las situaciones y sabes también que de vez en cuando tengo que huir de todo, y de casi todos, lo que me rodea. 

Eres el que me conoce a la perfección, al cien por cien, porque contigo no hay engaños, no hay mentiras, no puede haber ramas oculten el paisaje. Me conoces y punto. 

Yo ante ti, descanso y me entrego día a día porque aún sabiendo de mis propias limitaciones, de mis podredumbres, de mi coraje o cobardía para asumir las cosas según me vienen, eres el que me consuela, me apoya, me ayuda, me protege, ensalza mi alma para llegar a cotas inimaginables que me hacen afrontar lo difícil o lo fácil con una mansa actitud. 

Señor, sin Tí no soy nada y contigo lo soy todo porque me sé querido y amado como solo Dios puede hacerlo para con sus hijos. No sé cuanto tiempo pasa desde que, arrodillado, frente al Sagrario que contiene Tu Bendito y Venerado Cuerpo, aunque puedo decirte lo sabes de antemano, que es el tiempo más aprovechado porque en cada pensamiento, cada oración, cada palabra, cada súplica, cada gracias está impregnado Tu Ser que poco a poco va envolviendo a este humilde, y a veces infame, pecador para que sintiéndote cerca vea mi vida, mi historia, de una manera más real y llena de esperanza. 

Cierro los ojos y veo mejor. La fe no es una imagen es la Gracia de Dios que siendo Padre nos la ofrece hasta que la sentimos como una zarza ardiente en nuestro corazón. 

La fe la palpo, la siento, incluso la escucho, desde el silencio. ¡Qué bien se está en silencio hablando con Jesús! ¡Qué se disfruta de la Presencia de Cristo Sacramentado! ¡Qué descanso y felicidad experimento estando contigo en cuerpo y alma! 

Celebrar el Santo Sacrificio de la Misa donde Te haces presente y Te vuelves a entregar, a donar a todos y cada uno de nosotros, como lo hiciste hace más de dos mil años. En cada Eucaristía se revive ese momento donde el Amor de los Amores se hizo pan y vino para permanecer por toda la eternidad con estos hijos suyos que en demasiadas ocasiones nos olvidamos de que Estás siempre a nuestro lado. 

Llegar hasta la Mesa del Altar y comulgar Tu Bendito Cuerpo nos sirve como el alimento que sacia toda hambre y nunca caduca, llegar debidamente preparado mediante el Sacramento del Perdón de los pecados para albergar en mi cuerpo Tu Cuerpo que sale de las paredes del Tabernáculo para instalarse en las paredes de mi vida. 

El sagrario que te cobija es de oro, metal precioso hecho por el hombre para el hombre así como para dar la máxima dignidad y solemnidad a lo más valioso, ¿Y quién puede ser más valioso sino Tú? En cambio, Jesús, sales del Templo para instalarte y convertir mi cuerpo en sagrario temporal, pues dentro de mí está instalado Cristo Eucaristía. 

Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y le otorgó la máxima dignidad. Ese cuerpo creado por el Padre es donde, cada vez me acerco a comulgar, se alberga Jesús .

¡Qué Grande Eres Señor! ¡Y qué grande me haces siendo yo tan pequeño! 

Muchas pienso que si de verdad fuésemos conscientes de que Dios está cobijado dentro del Sagrario, si supiéramos del valor de este inmenso privilegio que es poder estar con Cristo día y noche escuchándole y conversando con Él desde ese silencio que impregna y envuelve todo, no nos moveríamos ni un sólo instante de Su Lado. 

Buen hermano disfruta de Jesús y con Jesús Presencia Viva que da Vida al hombre. ¡Dios te espera, no le falles! 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo, que Dios te bendiga y, como diría nuestra hermana en la fe Cristina Llano, nos seguimos viendo en la Eucaristía. 

Jesús Rodríguez Arias

PRIMERA EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES 3 Y 4

1 Tesalonicenses 3
1 Por lo cual, no pudiendo soportar más, decidimos quedarnos solos
en Atenas
2 y os enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en
el Evangelio de Cristo, para afianzaros y daros ánimos en vuestra fe,
3 para que nadie vacile en esas tribulaciones. Bien sabéis que este es
nuestro destino:
4 ya cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a
sufrir tribulaciones, y es lo que ha sucedido, como sabéis.
5 Por lo cual también yo, no pudiendo soportar ya más, le envié para
tener noticias de vuestra fe, no fuera que el Tentador os hubiera tentado y
que nuestro trabajo quedara reducido a nada. 6 Nos acaba de llegar de ahí Timoteo y nos ha traído buenas noticias
de vuestra fe y vuestra caridad; y dice que conserváis siempre buen
recuerdo de nosotros y que deseáis vernos, así como nosotros a vosotros.
7 Así pues, hermanos, hemos recibido de vosotros un gran consuelo,
motivado por vuestra fe, en medio de todas nuestras congojas y
tribulaciones.
8 Ahora sí que vivimos, pues permanecéis firmes en el Señor.
9 Y ¿cómo podremos agradecer a Dios por vosotros, por todo el gozo
que, por causa vuestra, experimentamos ante nuestro Dios?
10 Noche y día le pedimos insistentemente poder ver vuestro rostro y
completar lo que falta a vuestra fe.
11 Que Dios mismo, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús orienten
nuestros pasos hacia vosotros.
12 En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y
sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos,
como es nuestro amor para con vosotros,
13 para que se consoliden vuestros corazones con santidad
irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor
Jesucristo, = con todos sus santos. =

1 Tesalonicenses 4
1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús
a que viváis como conviene que viváis para agradar a Dios, según
aprendisteis de nosotros, y a que progreséis más.
2 Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor
Jesús.
3 Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os
alejéis de la fornicación,
4 que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y
honor,
5 y no dominado por la pasión, como hacen = los gentiles que no
conocen a Dios. =
6 Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto,
pues el Señor = se vengará = de todo esto, como os lo dijimos ya y lo
atestiguamos,
7 pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad.
8 Así pues, el que esto deprecia, no desprecia a un hombre, sino a
Dios, = que os hace don de su Espíritu = Santo.
9 En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que
vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente.
10 Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os
exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más,
11 y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros
asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado,
12 a fin de que viváis dignamente ante los de fuera, y no necesitéis de
nadie. 13 Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los
muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen
esperanza.
14 Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma
manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús.
15 Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que
vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos
a los que murieron.
16 El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la
trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán
en primer lugar.
17 Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos
arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y
así estaremos siempre con el Señor.
18 Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

EXODO 22 Y 23

Éxodo 22
1 Si el ladrón, sorprendido al perforar la pared, es herido mortalmente,
no habrá venganza de sangre.
2 Mas si esto sucede salido ya el sol, su sangre será vengada. - Debe
restituir; si no tiene con qué, será vendido para restituir por su robo.
3 Si lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado vivo en su poder,
restituirá el doble.
4 Si un hombre causa daño en un campo o en una viña, dejando suelto
su ganado de modo que pazca en campo ajeno, restituirá con lo mejor de su
propio campo y lo mejor de su propia viña.
5 Si se declara un fuego, y se incrementa con zarzales de modo que se
abrasen las hacinas, la mies, o el campo, el autor del incendio deberá
resarcir el daño.
6 Cuando un hombre dé a otro dinero o utensilios en depósito para que
se lo guarde, y son robados de la casa de éste, el ladrón, si es hallado,
restituirá el doble.
7 Pero si no es hallado, el dueño de la casa se presentará ante Dios
para declarar que no ha puesto su mano sobre los bienes de su prójimo.
8 En todo caso delictivo, ya se trate de buey, asno, oveja, ropa o de
cualquier cosa desaparecida, de la que uno diga: «Es esto», la causa de
ambos se llevará ante Dios; y aquel a quien Dios declare culpable, restituirá
el doble a su prójimo.
9 Si un hombre entrega a otro un asno, buey, oveja, o cualquier otro
animal para su custodia, y éstos mueren o sufren daño o son robados sin que
nadie lo vea,
10 mediará entre los dos el juramento de Yahveh para atestiguar que
el depositario no ha puesto su mano sobre la hacienda de su prójimo; el
dueño tomará lo que quede y el otro no tendrá que restituir.
11 Pero si el animal le ha sido robado estando él cerca, restituirá a su
dueño.
12 Si el animal ha sido despedazado, que traiga como testimonio los
despojos y no tendrá que restituir.
13 Si un hombre pide a otro que le preste un ganado y éste sufre un
daño o muere, en ausencia de su dueño, tendrá que restituir.
14 Si estaba presente su dueño, nada se restituirá. Si lo había
alquilado, el dueño recibirá el precio del alquiler.
15 Si un hombre seduce a una virgen, no desposada, y se acuesta con
ella, le pagará la dote, y la tomará por mujer.
16 Y si el padre de ella no quiere dársela, el seductor pagará el dinero
de la dote de las vírgenes.
17 A la hechicera no la dejarás con vida.
18 Todo el que peque con bestia, morirá.
19 El que ofrece sacrificios a otros dioses, será entregado al anatema. 20 No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis
vosotros en el país de Egipto.
21 No vejarás a viuda ni a huérfano.
22 Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor,
23 se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres
quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.
24 Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo,
no serás con él un usurero; no le exigiréis interés.
25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al
ponerse el sol,
26 porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a
dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo.
27 No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás al principal de tu
pueblo.
28 No tardarás en ofrecerme de tu abundancia y de tus jugos. Me
darás el primogénito de tus hijos.
29 Lo mismo has de hacer con el de tus vacas y ovejas. Siete días
estará con su madre, y al octavo me lo darás.
30 Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada
por una fiera en el campo; echádsela a los perros.

Éxodo 23
1 No levantes testimonio falso, ni ayudes al malvado dando testimonio
injusto.
2 No sigas a la mayoría para hacer el mal; ni te inclines en un proceso
por la mayoría en contra de la justicia.
3 Tampoco favorecerás al pobre en su pleito.
4 Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo
llevarás.
5 Si ves caído bajo la carga el asno del que te aborrece, no rehúses tu
ayuda. Acude a ayudarle.
6 No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito.
7 Aléjate de causas mentirosas, no quites la vida al inocente y justo; y
no absuelvas al malvado.
8 No recibas regalos; porque el regalo ciega a los perspicaces y
pervierte las causas justas.
9 No oprimas al forastero; ya sabéis lo que es ser forastero, porque
forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
10 Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto;
11 al séptimo la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los
pobres de tu pueblo, y lo que quede lo comerán los animales del campo.
Harás lo mismo con tu viña y tu olivar.
12 Seis días harás tus trabajos, y el séptimo descansarás, para que
reposen tu buey y tu asno, y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el
forastero. 13 Guardad todo lo que os he dicho. No invocarás el nombre de otros
dioses: ni se oiga en vuestra boca.
14 Tres veces al año me celebrarás fiesta.
15 Guardarás la fiesta de los Ázimos. Durante siete días comerás
ázimos, como te he mandado, en el tiempo señalado, en el mes de Abib;
pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará delante de mí con las
manos vacías.
16 También guardarás la fiesta de la Siega, de las primicias de tus
trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo; y la fiesta de la
Recolección al término del año, al recoger del campo los frutos de tu
trabajo.
17 Tres veces al año se presentarán tus varones delante de Yahveh, el
Señor.
18 No ofrecerás la sangre de mi sacrificio con pan fermentado ni
guardarás hasta el día siguiente la grasa de mi fiesta.
19 Llevarás a la Casa de Yahveh, tu Dios, las mejores primicias de tu
suelo. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
20 He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te
guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado.
21 Pórtate bien en su presencia y escucha su voz; no le seas rebelde,
que no perdonará vuestras transgresiones, pues en él está mi Nombre.
22 Si escuchas atentamente su voz y haces todo lo que yo diga, tus
enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis adversarios.
23 Mi ángel caminará delante de ti y te introducirá en el país de los
amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de
los jebuseos; y yo los exterminaré.
24 No te mostrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitarás su
conducta; al contrario, los destruirás por completo y romperás sus estelas.
25 Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios, yo bendeciré tu pan
y tu agua. Y apartaré de ti las enfermedades.
26 No habrá en tu tierra mujer que aborte ni que sea estéril; y colmaré
el número de tus días.
27 «Sembraré delante de ti mi terror; llenaré de turbación a todos los
pueblos donde llegues; y haré que todos tus enemigos huyan ante ti.
28 Enviaré avispas delante de ti que ahuyentarán de tu presencia al
jivita, al cananeo y al hitita.
29 No les expulsaré de tu presencia en un solo año, no sea que al
quedar desierta la tierra se multipliquen contra ti las fieras del campo.
30 Les expulsaré de tu vista poco a poco, hasta que tú te multipliques
y te apoderes de la tierra.
31 Y fijaré tus confines desde el mar de Suf hasta el mar de los
filisteos, y desde el desierto hasta el Río, pues entregaré en tus manos a los
habitantes del país para que los arrojes de tu presencia.
32 No hagas pacto con ellos ni con sus dioses.
33 No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, pues
dando culto a sus dioses caerías en un lazo.»

El anticristo es distinto y más sutil de lo que la mayoría pensamos

Las enseñanzas del arzobispo Fulton Sheen.

El arzobispo Fulton Sheen en El Comunismo y la conciencia de Occidente,analiza al anticristo profundizando en los conceptos populares de hoy, de que el mayor logro del maligno es hacernos pensar que él y todos sus secuaces no existen. Pero no sólo basta pensar que el maligno existe para estar seguros, sino que aún más importante es discernir la forma en que no se presentará el anticristo y cuál es la forma más realista en la que sí se presentará.

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La Biblia dice que el anticristo engañará aún a los elegidos, de modo que no puede presentarse de la forma burda con que lo retratan los medios.

EL ANTICRISTO NO ES UN BUFÓN

Fulton Sheen dice:
El Anticristo no será llamado, de lo contrario tendría seguidores. Él no va a usar medias rojas, ni vomitar azufre, ni llevar un tridente ni agitar una cola de flecha como Mefistófeles en el Fausto. Esta mascarada ha ayudado a convencer a los hombres que el diablo no existe. Cuando nadie lo reconozca, más poder ejercerá.
Siempre debemos recordar que satanás se presenta como ángel de luz. Lo que presenta es siempre eminentemente razonable. Él ofrece la forma aparentemente sensata, la forma suave, el camino de compromiso y la facilidad. Si él se mostrara como el monstruo todos correrían aullando de terror. En su lugar, ofrece una salida cuando estamos en un atasco, una alternativa cuando el camino de Cristo parece difícil.
En ninguna parte de la Sagrada Escritura hallamos la base para el mito popular de que el diablo es un bufón que se viste llamativamente  Más bien se le describe como un ángel caído del cielo, como “el príncipe de este mundo”, cuyo negocio es que no se diga que hay otro mundo.

TODOS LOS SISTEMAS DEL MUNDO SE COMBINAN PARA CONVENCERNOS DE ESTE HECHO

Materialismo: no hay otro mundo. Esto es todo.
Cientificismo: el conocimiento sólo probado científicamente es válido.
Historicismo: no hay prueba arqueológica de la providencia. La historia es aleatoria.
Evolucionismo: el mundo natural se desarrolla al azar. No hay un plan divino.
Utilitarismo: lo que funciona es lo que importa. La eficiencia y la economía son nuestros dioses.
Relativismo moral: no hay una gran ley. Por lo tanto, usted puede hacer lo que quiera. De hecho, este es el lema de lo diabólico: “Haz lo que quieras”.

LOS ELEGIDOS SERÁN ENGAÑADOS

Su lógica es simple: si no hay cielo no hay infierno, y si no hay infierno, entonces no hay pecado, y si no hay pecado, entonces no hay ningún juez, y si no hay juicio entonces el mal es bueno y lo bueno es malo. 
Pero por encima de todas de estas descripciones, Nuestro Señor nos dice que va a ser tan parecido a Él mismo que va a engañar aun a los elegidos, y ciertamente ningún diablo jamás visto en libros de imágenes podría engañar aun a los escogidos.

Y SEGUIRÁN AL ANTICRISTO

Ellos ya lo hacen. Siga leyendo al Arzobispo Sheen.
¿Cómo va esta nueva era a ganar adeptos para su religión? La creencia de Rusia pre-comunista es que él vendrá disfrazado como el Gran Humanitario. Él hablará de paz, prosperidad y abundancia no como medios para llevarnos a Dios, sino como fines en sí mismos.
Siempre tenga cuidado con la promesa de un mundo mejor. Siempre hay un precio que pagar por la utopía. No se trague el anzuelo. Recuerde que siempre hay queso gratis en una ratonera. No gaste su tiempo en hacer de este mundo un lugar mejor sin antes asegurarse de que usted va al mejor lugar. El anticristo siempre nos ofrece este mundo. Él ofreció a Cristo todos los reinos de este mundo. Él hace lo mismo con nosotros. Él ofrece un mundo maravilloso… uno sin Dios y su Hijo Jesucristo, el Rey.
Esta es la tentación de tener una nueva religión sin una cruz, una liturgia sin un mundo por venir, una religión para destruir una religión, o una política, que es una religión, una que entrega al César, incluso las cosas que son de Dios. En el medio de todo su amor aparente por la humanidad y su verborrea de la libertad y la igualdad, tendrá un gran secreto que él no le dirá a nadie: él no va a creer en Dios.

EL ANTICRISTO NO CREERÁ EN DIOS PERO VA A SER RELIGIOSO

Observe a los líderes políticos que alaban al cristianismo y a la Iglesia. Durante la elección el político rezará para entrar en la oficina. Después de la elección las personas orarán para sacarlo del cargo. El anticristo sigue al Señor de este mundo y usted puede decirlo, porque lo único que le importa es este mundo.
Debido a que su religión será la hermandad del hombre sin la paternidad de Dios, va a engañar aun a los escogidos. Él establecerá una contra iglesia que será el mono de la Iglesia, porque él, el diablo, es el mono de Dios. Contará con todas las notas y características de la Iglesia, pero a la inversa y vaciada de su contenido divino. Será un cuerpo místico del anticristo que en todas las cosas externas se parecerá al cuerpo místico de Cristo.
“El mono de Dios” recuerda a La Última Batalla por CS Lewis en el que un simio llamado Shift encuentra una vieja piel de león y convence a un burro estúpido llamado Puzzle para disfrazarse de Aslan. Los fieles narnianos se dejan engañar por Shift y Puzzle porque ya habían cedido y olvidado a Aslan. Ya se habían comprometido, por lo que cuando el anti Aslan apareció se postraron delante de él.

YA NOS HEMOS ADPTADO A LAS IDEAS DE LA NUEVA ERA

Los cristianos tenemos que despertar. Ya la mayoría nos hemos adaptado al espíritu de la nueva era. Ya nos hemos comprometido con nuestros estándares y bajado nuestras defensas. Ha sido un proceso lento y gradual, pero ¿por qué pensamos que podríamos enfrentar al anticristo cuando ya nos hemos tragado el caramelo?
Veamos el mundo que nos rodea. ¿Cuántos líderes de la iglesia sabe usted que ya predican un evangelio que es más que aguado que el socialismo? ¿Cuántos predicadores de hablar dulce y sonriente ya conoce que se preocupan por su activismo político, descuidando la realidad del verdadero evangelio de Cristo? ¿Cuántas personas religiosas conoce que creen que todo es acerca de la hermandad del hombre, descuidando la Paternidad de Dios?
Ya nos han puesto por delante
una nueva religión sin una cruz, una liturgia sin un mundo por venir, una religión para destruir una religión, o una política, que es una religión que da al César, incluso las cosas que son de Dios.”
Despertemos y no nos dejemos engañar. Recuerde que lo único que satanás sabe hacer es mentir. Él es el padre de la mentira y el Padre de las Moscas, y donde las moscas se reúnen allí ya hay un cadáver.
Fuentes: Standing of my Head, Signos de estos Tiempos