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sábado, 14 de diciembre de 2013

Lecturas del Sábado de la 2ª semana de Adviento


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Sábado 14 de Diciembre del 2013

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (48,17-19):

Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6

R/.
 El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, 
ni entra por la senda de los pecadores, 
ni se sienta en la reunión de los cínicos; 
sino que su gozo es la ley del Señor, 
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; 
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así; 
serán paja que arrebata el viento. 
Porque el Señor protege el camino de los justos, 
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,16-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Sábado 14 de Diciembre del 2013

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Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:
No siempre somos capaces de reconocer lo que tenemos delante. Es una lamentable miopía, porque las grandes realidades de la vida, las cosas más bonitas, necesitan una mirada profunda, no se identifican a primera vista; de modo que podemos tener muy cerca preciosos tesoros que harían nuestra vida más rica y no ser conscientes. Suele ocurrir que estas esencias son invisibles a los ojos, como decía aquel escritor francés.
Una de ellas es la fe. Jesús hoy nos advierte de este peligro cuando le preguntan si Él es el mesías, el que tenía que venir. ¡Precisamente se lo preguntan a Él! En la respuesta, Jesús recuerda que no todos han sido reconocidos; ni el profeta Elías -del que nos habla hoy el libro del Eclesiástico en el capítulo 48-; ni Juan el Bautista, encarcelado y ejecutado; ni el propio Jesús, que adelanta su rechazo, pasión y muerte en cruz. El breve relato del evangelio invita a superar la tentación de un mesianismo glorioso y fácil, animando a los discípulos a comprender con Jesús el camino de la obediencia a la voluntad del Padre. Para Mateo, el sufrimiento y la gloria de Jesús son dos dimensiones inseparables de su acción redentora.
Pero volviendo a la reflexión inicial, ni muchos hombres ni mujeres de entonces reconocieron a Elías, ni a Juan el Bautista, ni al propio Jesucristo. ¿Hoy es diferente? Estamos en el ecuador del Adviento, el tiempo va pasando. Te propongo en tu oración personal de hoy que reces con esta petición: Señor que te vea, mejor dicho, que te reconozca en las realidades de la vida, de mi vida, en las que tú estás presente.
El que sí lo vio claro es el gran místico que hoy recordamos, San Juan de la Cruz. Y lo expresó muy bellamente con el don de la escritura que el Señor le concedió.
¡Oh llama de amor viva que tiernamente hieres, de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres,  ¡rompe la tela de este dulce encuentro!
Vuestro hermano en la fe: 
Juan Lozano, cmf.

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