1 = Del maestro de coro. De David. = En Yahveh me cobijo; ¿cómo
decís a mi alma: «Huye, pájaro, a tu monte?
2 «He aquí que los impíos tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta,
para tirar en la sombra a los de recto corazón.
3 Si están en ruinas los cimientos, ¿que puede hacer el justo?»
4 Yahveh en su Templo santo, Yahveh, su trono está en los cielos; ven
sus ojos el mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán.
5 Yahveh explora al justo y al impío; su alma odia a quien ama la
violencia.
6 ¡Llueva sobre los impíos brasas y azufre, y un viento abrasador por
porción de su copa!
7 Que es justo Yahveh y lo justo ama, los rectos contemplarán su
rostro.
Salmo 12 (11)
(1) = Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David. =
1 (2) ¡Salva, Yahveh, que ya no hay fieles, se acabaron los veraces
entre los hijos de Adán!
2 (3) Falsedad sólo dicen, cada cual a su prójimo, labios de engaño,
lenguaje de corazones dobles.
3 (4) Arranque Yahveh todo labio tramposo, la lengua que profiere
bravatas,
4 (5) los que dicen: «La lengua es nuestro fuerte, nuestros labios por
nosotros, ¿quien va a ser amo nuestro?»
5 (6) Por la opresión de los humildes, por el gemido de los pobres,
ahora me alzo yo, dice Yahveh: auxilio traigo a quien por él suspira.
6 (7) Las palabras de Yahveh son palabras sinceras, plata pura, de ras
de tierra, siete veces purgada.
7 (8) Tú, Yahveh, los guardarás, los librarás de esta ralea para
siempre; 8 (9) de todas partes se irán los impíos, colmo de vileza entre los hijos
de Adán.
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