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sábado, 18 de enero de 2014

Lecturas del Sábado de la 1ª semana del Tiempo Ordinario


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Sábado 18 de Enero del 2014

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (9,1-4.17-19; 10,1a):

Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba. 
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl: «Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras.»
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamin, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: «Ése es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: «Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.»
Samuel le respondió: «Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.»
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: «El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 20,2-3.4-5.6-7

R/.
 Señor, el rey se alegra por tu fuerza

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R/.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R/.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,13-17):

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. 
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. 
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Sábado 18 de Enero del 2014

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Juan Carlos Martos cmf
Queridos amigos y amigas:
La vocación de Leví, tal como aparece en el evangelio de hoy, redunda en el tema vocacional omnipresente en los comentarios a la Palabra de esta semana. Destaquemos dos estampas que dividen el relato:
La chocante inmediatez de la respuesta de Leví. La narración de su vocación juega sobre todo con el lenguaje no verbal. Solo hay una palabra central y decisiva: “Sígueme”. Lo demás son gestos: Por parte de Jesús: mirar y ordenar. Por parte de Leví: levantarse y seguirle. Los de Jesús expresan comunicación profunda. Los de Leví esparcen perfume pascual. Levantarse sugiere despertar a una nueva vida, transformarse, resucitar, sacar desde dentro lo mejor de sí mismo… Y seguir a Jesús condensa ese proyecto de vida que se centra en la cercanía (mantenerse junto a Jesús) y movimiento (desplazarse por donde Él conduzca, sea donde sea). Y no se añade ni un complemento más en el relato. Leví no pide explicaciones, ni pone objeciones, ni opone resistencia, ni exige un tiempo para discernir, ni sabemos si reacciona con alegría o con temor… Una decisión así podríamos catalogarla, en palabras de Ignacio de Loyola, como elección de primer tiempo: “Dios nuestro Señor así mueve y atrae la voluntad, que sin dubitar ni poder dubitar…” [EE 175]. Es la modalidad de vocación tipo “flechazo”, que altera súbitamente la vida de la persona por seducción, por “embrujo”. Vocaciones así sigue habiéndolas. No son rara avis.
La equívoca idoneidad de Leví. Más allá del puritanismo de los maestros de la ley que desaprueban de plano la actitud de Jesús por comer con publicanos y pecadores, nos plantea un problema sobre la idoneidad vocacional de no fácil respuesta: ¿Por qué son necesarios ciertos requisitos formales al recomendar a alguien que siga una vocación cristiana o de especial consagración? Hoy la Iglesia no solo los pide sino que los urge de forma perentoria por causa de los difundidos casos de escándalos que tantos problemas y sufrimientos siguen acarreando. ¿Por qué Jesús parece desentenderse de esas exigencias y, al menos aparentemente, se muestra tan incauto? ¿Por qué les responde a aquel grupo discrepante que no ha venido a llamar a justos sino expresamente a los pecadores? La respuesta a estas cuestiones queda insinuada de forma latente en aquellos verbos, mencionados más arriba, que expresan la reacción de Leví: levantarse y seguir a Jesús. No son gestos meramente físicos… sino actitudes profundas que se desencadenan. La mirada y la llamada de Jesús son transformantes… y Él no llama nunca a nadie sin haberle concedido previamente lo que necesita para seguirle.
Nosotros, que somos pecadores, hoy podemos decirle al Señor que pasa a nuestro lado aquellas insuperables palabras de san Agustín: “Señor, dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”.
Juan Carlos Martos cmf

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