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miércoles, 26 de marzo de 2014

EVANGELIO DE SAN JUAN


Juan 3 
1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado 
judío. 
2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has 
venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que 
tú realizas si Dios no está con él.» 
3 Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca 
de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» 
4 Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? 
¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» 
5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de 
agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 
6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 
7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. 
8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde 
viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.» 
9 Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» 
10 Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas 
cosas? 
11 «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que 
sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no 
aceptáis nuestro testimonio. 
12 Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os 
digo cosas del cielo? 
13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del 
hombre. 
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser 
levantado el Hijo del hombre, 
15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna. 
16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que 
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 
17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al 
mundo, sino para que el mundo se salve por él. 
18 El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está 
juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. 
19 Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron 
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 
20 Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para 
que no sean censuradas sus obras. 21 Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de 
manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» 
22 Después de esto, se fue Jesús con sus discípulos al país de Judea; y 
allí se estaba con ellos y bautizaba. 
23 Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque 
había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba. 
24 Pues todavía Juan no había sido metido en la cárcel. 
25 Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío 
acerca de la purificación. 
26 Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba 
contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está 
bautizando y todos se van a él.» 
27 Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del 
cielo. 
28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el 
Cristo, sino que he sido enviado delante de él.” 
29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que 
asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi 
alegría, que ha alcanzado su plenitud. 
30 Es preciso que él crezca y que yo disminuya. 
31 El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la 
tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, 
32 da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo 
acepta. 
33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. 
34 Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, 
porque da el Espíritu sin medida. 
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. 
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el 
Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.» 


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