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domingo, 23 de marzo de 2014

JEREMÍAS


Jeremías 1 
1 Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, de los sacerdotes de Anatot, 
en la tierra de Benjamín, 
2 a quien fue dirigida la palabra de Yahveh en tiempo de Josías, hijo 
de Amón, rey de Judá, en el año trece de su reinado, 
3 y después en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta 
cumplirse el año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, o sea, 
hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto. 
4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: 
5 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes 
que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí. 
6 Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy 
un muchacho.» 
7 Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues 
adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. 
8 No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte - oráculo de 
Yahveh -. 
9 Entonces alargó Yahveh su mano y tocó mi boca. Y me dijo 
Yahveh: Mira que he puesto mis palabras en tu boca. 
10 Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los 
reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y 
plantar. 
11 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: 
«¿Qué estás viendo, Jeremías?» «Una rama de almendro estoy viendo.» 
12 Y me dijo Yahveh: «Bien has visto. Pues así soy yo, velador de mi 
palabra para cumplirla.» 
13 Nuevamente me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos 
términos: «¿Qué estás viendo?» «Un puchero hirviendo estoy viendo, que 
se vuelca de norte a sur.» 
14 Y me dijo Yahveh: «Es que desde el norte se iniciará el desastre 
sobre todos los moradores de esta tierra. 
15 Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte - 
oráculo de Yahveh - y vendrán a instalarse a las mismas puertas de 
Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y contra todas las ciudades 
de Judá, 16 a las que yo sentenciaré por toda su malicia: por haberme dejado a 
mí para ofrecer incienso a otros dioses, y adorar la obra de sus propias 
manos. 
17 Por tu parte, te apretarás la cintura, te alzarás y les dirás todo lo que 
yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo desmayar delante de 
ellos; 
18 pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte, 
en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate 
de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la 
tierra. 
19 Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo - 
oráculo de Yahveh - para salvarte.» 


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