Mas cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué van a hablar. Lo que tengan que hablar se les comunicará en aquel momento. Porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes. (Mt 10, 19-20).
Enseñanza:
Con estas palabras el Señor quiere que vivamos tranquilos, sin ninguna clase de preocupación, libres como los pajarillos, porque si alguna vez tenemos que dar testimonio ante las autoridades o ante quien nos pida razón de nuestra fe, es el mismo Espíritu Santo que nos dará palabras tan elocuentes que ninguno las podrá rebatir.
Confiemos más en Dios, y caigamos en la cuenta de que la obra es de Dios, antes que de nosotros, porque el más interesado que todo salga bien, es el mismo Dios, y nosotros somos sólo sus instrumentos.
Seamos dóciles a las mociones del Espíritu Santo y vivamos en paz. Sobre todo eso: vivamos en paz, y no nos dejemos inquietar por nada ni por nadie, porque bien sabemos que el demonio, cuando no puede hacernos caer en pecado, nos quiere robar la paz, pues sabe que un corazón sin paz es terreno propicio para sembrar el mal.
Confiemos en Dios, porque Él cuida a sus hijos, y nosotros somos sus hijos, porque cumplimos sus mandamientos.
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