Ya lo ha dicho el Señor en el Evangelio, que quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.
Hagamos el propósito de mirar siempre hacia adelante, dejando el pasado en las manos de Dios, porque nadie pudo jamás cambiar el pasado, y su recuerdo nos tortura y a veces no nos deja vivir bien el presente.
La esposa de Lot se convirtió en estatua de sal por mirar hacia atrás para ver la destrucción de Sodoma. Nosotros también a veces quedamos como petrificados para el bien, por mirar hacia atrás en el tiempo, hacia nuestro pasado y ver los errores que hemos cometido o los males que hemos hecho o nos hicieron a nosotros. De modo que estamos como atrofiados para el bien, para ser felices.
Necesitamos que venga el Arcángel San Rafael y nos saque de la angustia y la desesperación como lo hiciera antiguamente con Sara, la que sería esposa de Tobías.
Hagamos el propósito, a partir de hoy, de mirar hacia adelante. Y cada vez que nos vengan recuerdos negros del pasado, hagamos el esfuerzo de pensar en que Dios nos ama y quiere que estemos bien y contentos para la misión que ahora mismo Él nos tiene preparada, que puede ser una gran misión apostólica, o simplemente cuidar al esposo o esposa, a los hijos, los nietos, compartir con los que necesitan, y tantas, tantas otras hermosas (y todas importantes) misiones que Dios tiene reservadas para sus hijos.
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