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miércoles, 27 de agosto de 2014

Lecturas del Jueves de la 21ª semana del Tiempo Ordinario



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Jueves, 28 de agosto de 2014

Primera lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-9):

Yo Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,2-3.4-5.6-7

R/.
 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.

Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.

Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (24,42-51):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del jueves, 28 de agosto de 2014

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Rosa Ruiz, misionera claretiana
Como os dije el lunes, Jesús no se indigna con los fariseos y escribas por serlo, sino por hipócritas. El evangelio de hoy nos lo muestra: Jesús (menos indignado aparentemente) vuelve a rechazar a los hipócritas, pero esta vez ¡habla a sus discípulos! Sí, sí, a sus más cercanos seguidores les compara con criados “canallas”, incapaces de permanecer en vela y por tanto, dignos de estar donde están los hipócritas. Hasta ese punto es importante para Jesús ser personas vigilantes, cuidadosas, fieles…
Quizá hay dos modos de mantenernos vigilantes en la vida: por amor o por temor. El resultado es muy distinto. Quien vela por miedo, puede que permanezca despierto pero antes o después acabará ajustándose con el “ladrón” que mejor le convenga, aquel que mejor le dé lo que tanto teme perder o le asegure algún tipo de ganancia.
Quien vela por amor, solo vela por aquel a quien ama, por aquel a quien espera. Todo lo demás es secundario: ni los contratiempos le derrotarán ni los aparentes beneficios le distraerán. No: su vigilancia y cuidado sólo termina en el encuentro con quien ama.
Si alguien sabe de amar y esperar al amado es San Agustín, a quien hoy recuerda la Iglesia. Lo experimentó y lo supo transmitir:
No hay razón más fuerte para el nacimiento del amor o para su crecimiento que el saberse amado antes incluso de comenzar a amar, o esperar ser amado cuando uno ya ama, o el tener pruebas concretas que el amor es compartido (De cat. rud. 4, 7).
Que el Señor nos regale sentirnos tan amados que vivamos en una vigilante espera, suave, fiel, alegre… “pues nos has hecho para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti” (San Agustín).
Vuestra  hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

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